Miguel Ángel Brulé, muchísimo más conocido como el Noke, prepara un libro en el que repasará su historia con el arte y Rosario Central. Sus murales, la historieta Canayaman y su relación con Fontanarrosa.

En el planeta auriazul todo el mundo lo conoce como Noke. Es el creador del mural que preside el ingreso a la Sede Fundacional del club de Arroyito, que tuvo que restaurar y renovar infinidad de veces. Es el padre, además, de Canayaman –un superhéroe que combatía al Doctor Pechus en la tira cómica que aparecía en la revista partidaria Forjador de Campeones y en el suplemento La Acadé del diario La Capital, después–. Se dio el lujo de trabajar con León Gieco y Víctor Heredia, y hasta compuso una canción en homenaje a Angelito Di María que grabaron reconocidos músicos de la ciudad como el Pájaro Gómez (Vilma Palma), Popono (Los Vándalos), Pablo Pino (Cielo Razzo y Los Bardos) y Franz Funes (Patagonia Revelde), entre otros. Ahora, después de haber inmortalizado al socio fundador y primer presidente de Rosario Central, el escocés Colin Calder, prepara un libro en el que recorrerá su rica historia con las artes y con el club de sus amores.

Las hojas son del viento

Aunque ya tiene un compilado de viñetas humorísticas, Crease o Noke publicado en 2001 y apadrinado por Fontanarrosa, Miguel Ángel (“Con ese nombre va a ser artista”, sentenció su padrino cuando el nene llegó a este mundo) se lanza ahora a la aventura de reunir todo lo que le regaló Central, y viceversa, y plasmarlo en las páginas de un libro que chorreará tintas azules y amarillas. “Muchos me decían que saque un libro, porque hay muchas anécdotas y jugosas, en todos los aspectos, y cuando uno está con la gente siempre surgen chistes, bromas, anécdotas”, indica, y argumenta: “Además, con los personajes que tiene Central: el Poeta Canaya, Boro Boro, La Descontrolada, Cachito Corazón, Popono, el Chino Nosky, tenés para hacer dulce”.

Foto: Candela Robles

El primer problema que se le presentó al Noke es la cantidad de material que tiene, entre murales, esculturas, historietas, letras de canciones, homenajes y distinciones que le hicieron. Por eso, terminó enganchando para adentro y resolvió que el eje central, valga la redundancia, tenía que ser el club de sus amores. “El Chino Nosky fue el que me vio dibujar y me llevó a pintar un mural. Lo que empezó como un entretenimiento, una joda, terminó siendo mi oficio, un arte que no sabía que tenía adentro, que nunca había pensado en ejercer. Siempre trabajé de otra cosa, hasta que empecé a descubrir que esto era mi vida, mi pasión, y comencé a garabatear paredes con cosas de Central, y después fui con Malvinas, el ARA San Juan, pero con Central nació toda esta pasión que tengo por la pintura”, justifica su decisión el Noke, y remata: “Al tener tantas facetas en el arte, lo principal es centrar todo en Central. Y ese sentimiento plasmado en las paredes siempre es hermoso, porque no pintás únicamente al Negro Fontanarrosa o a jugadores, pintás tu corazón, ese que te dejó el tío que te llevó por primera vez a la cancha, tu abuelo, tu padrino, o en mi caso mi vieja”, que iba a la tribuna de mujeres y que se llamaba Eulogia, como el personaje de Fontanarrosa.

Detrás de las paredes

Colin Bain Calder figura primero en la larga lista de presidentes que tuvo Rosario Central, club que cofundó en 1889. Era parte de una próspera familia asentada en el pequeño pueblo esconcés Dingwall, pero la temprana muerte de su padre obligó al por entonces joven Colin a salir a ganarse el mango. Con ese propósito llegó a estas tierras, donde laburó en el ferrocarril de la Central Argentine Railway Company. En aquella compañía de capitales británicos se las rebuscó como jefe del Taller de Pintura. Caprichos del destino, tuvo su homenaje en un nuevo aniversario de su nacimiento –el pasado 16 de abril–, con una pintura en las paredes cerquita de lo que fue su casa y de la Sede Fundacional del Canaya, en el Barrio Inglés.

La idea intelectual del reconocimiento fue de la peña Chacho Stone; la material del Noke. “Fui invitado por los chicos y no me pude negar”, confiesa el muralista, y revela: “Me generó mucha alegría saber que estaba pintando al fundador de tanto sentimiento, fue el mural más emotivo que hice en mi vida. Todos son emocionantes, pero este fue especial”. Una locomotora, las banderas escocesa y auriazul, y el míster Calder empilchado primero y con ropa de arquero después, entre otras figuras, ilustran la pared sobre la calle Agustín Tosco. Sobre la faceta bajo los tres palos, el artista explica: “En base a lo que iba averiguando supe que había sido arquero. Era segundo o tercer arquero. Se ve que era mal arquero, pero era muy emprendedor y con buena iniciativa, con creatividad”.

Foto: Peña Chacho Stone

Además de por sus murales, el Noke se ganó un lugar en la historia de Central por la creación de un superhéroe bien guerrero que llegó a ingresar al verde césped del Gigante en más de una ocasión. “Canayaman surgió un día que me propuse hacer algo con Central, porque no existían superhéroes de ningún club del mundo”, dice orgulloso. “Los personajes fueron apareciendo: Armando Lío, el grandote forzudo de anteojos negros que nunca falta en la barra; el fiel perrito Pumita; Aldo Pedro Kempes, que vendría a ser el Clark Kent que se transforma en Canayaman (El hombre de cuatro acero y se fueron); Esteban Doneón, el choborra de esos que nunca faltan en los Canayas. Después se sumaron muchos más, la Loli; el malvado doctor Pechus; Oso Miedoso, que después el Chino Nosky bautizó el Oso Miedoso Abandonoso, y también lo meto al Chino como personaje de la revista. Uno buscaba meterle humor en las cosas cotidianas de los canayas, en el asadito, pintando, en lo que hacemos habitualmente los hinchas que nos lo tomamos con mucho humor y amor también”.

Lo que se dice un ídolo

“Cuando tenés a un tipo que admirás y querés tanto como al Negro, querés hacerle un homenaje impresionante, quería hacer algo con él”. Bajo ese argumento, el Noke cuenta que le llevó la propuesta a Roberto Fontanarrosa para sumarlo entre los personajes de Canayaman, la mítica historieta de su creación. “Tenía una idea: que el malvado Pechus, al no tener un talento como el Negro Fontanarrosa, lo quería secuestrar y transformar en Fontana Rojo y Negro. El Negro se prendió y no paraba de reirse cuando le dije, lo que significó para mi una alegría inmensa”. Y se largó nomás con esa aventura: “Así que lo secuestran, y le ofrezco que él dibujara su propio personaje. Pasaba a buscar sus dibujos, siempre me recibía en patas, en medias, porque dibujaba así. Y una vez lo veo dibujando parado y le pregunté el motivo. «Ya te vas a dar cuenta cuando empecés a producir en serie, la espalda te va a reventar». Y tenía razón. Ahora no dibujo con pincel, dibujo con Diclofenac”, se ríe, y sigue recordando aquel emblemático cómic, con el invitado de lujo: “Así salió esa tira, donde aparecía Boogie el Aceitoso para defenderlo, los loros apátridas, Eulogia, todos a defenderlos de la banda del malvado Pechus”.

Tras lamentar la falta de “un celular para filmar esos momentos” para conservar “semejante recuerdo”, este lindo personaje que en 2018 fue declarado artista distinguido por el Concejo Municipal, resalta el legado que dejó el más brillante humorista gráfico que tuvo la ciudad: “Eso que hicimos juntos fue todo con humor, folclore y nada de violencia. Por eso el Negro se prestó y siempre me dijo que nunca le quite ese humor sano”. Y remata su apreciación: “Es y seguirá siendo mi ídolo hasta que me muera, y ojalá que cuando muera me encuentre con el Negro en el cielo, sería mi sueño para poder seguir hablando de fútbol y reírnos un poco”.

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