“Hoy 6 de junio me junté por primera vez con mi grupo de amigas después de que nos vimos ese 15 de marzo. Puedo decir que me siento bien, necesitaba reírme hasta que me duela la panza o la cara”. La imagen de reírse hasta que duela la panza o la cara la eligió Magalí Sánchez, una de las estudiantes que en 2020 cursaba el 5to año de la secundaria en el Colegio Jesús de Nazaret de Rosario. Lo que expresa es parte de los textos reunidos en Diario de pandemia, un libro que compila relatos e imágenes de este tiempo doloroso para la humanidad.
Por junio del año pasado, Magalí también comparaba los estados de ánimos vividos en la cuarentena con una montaña rusa: “Una semana estoy feliz y a la otra estoy triste, no queda otra que seguir aguantando y pensar siempre en positivo”. Entre alegrías y tristezas, entre logros y frustraciones, entre certezas e incertidumbres, de eso hablan los diarios de las y los estudiantes de 5to año de ciencias sociales y humanidades reunidos en la publicación.
La idea comenzó como una salida al malestar colectivo, como una necesidad de buscarle la vuelta a un tiempo inevitable y que pedía una salida solidaria. A eso se refiere la profesora de ciencias de la comunicación, Brenda Steinaker, docente del nivel secundario en el Nazaret, cuando repasa cómo nace Diario de pandemia.
El libro “surge como un trabajo práctico del espacio curricular, luego se fueron agregando entrevistas sobre la realidad que se vivía”, explica sobre cómo fue creciendo la idea, compilada junto a la profesora Cintia Pellegrini, quien también motorizó la iniciativa.
La publicación es definida como “un trabajo colaborativo entre miembros del Colegio Jesús de Nazaret” (estudiantes, docentes y no docentes y equipo de gestión); que además se dio en un acuerdo de vinculación institucional con el Museo de la Ciudad Wladimir Mikielievich de Rosario.
Entre otras voces reunidas, se destaca la charla con el reconocido artista plástico Manuel Martínez, quien cedió imágenes de sus obras para el libro. “No todas las entrevistas que realizaron pudieron entrar en la publicación. Pero sí quisimos plasmar la que mantuvimos con Manuel Martínez. Además de que nos regaló la tapa del libro, las chicas y los chicos quedaron fascinados con él, es una persona muy cálida y agradable”, destaca la profesora.
Los testimonios reunidos en Diario de pandemia ya son parte de la memoria colectiva, celebra Steinaker. Y valora que la experiencia haya contado con el apoyo institucional que estas iniciativas requieren. El libro fue diseñado por Mariana Florez y editado por Laborde. La obra estuvo disponible en su versión digital en la muestra Registro de pandemia. Primeras voces del Museo de la Ciudad. En tanto que la versión impresa –no tiene fin de lucro– se puede adquirir en la sede del colegio (Centenario 872) o en la Librería Laborde.
Lugar para las emociones
Los sentimientos de las y los estudiantes se convirtieron en diarios, canciones y poemas; en ilustraciones y en fotografías, como las que tomó Julián Rush, un alumno de 5to que eligió este lenguaje para narrar la pandemia.
En general, los diarios compartidos por las y los estudiantes registran tres cortes en 2020: en junio, agosto y octubre o diciembre. Hablan de cómo se relacionan con sus familias, cómo extrañan a sus abuelos, estar con amigas y amigos, y un deseo permanente: vivir el 5to año como lo soñaron desde que comenzaron la secundaria. Saben que las clases virtuales son las posibles, no las deseables. Y muchas y muchos vieron en ese tiempo una oportunidad para diseñar proyectos de estudio o de trabajo.
Entre algunos párrafos de esos diarios se leen los de Lautaro, Agustina, Lucio y David que dicen:
“Sinceramente este período de aislamiento está siendo bastante duro… Además, me agarró comenzando una etapa tan única y especial como lo es el último año de secundaria, el viaje a Bariloche que se vio afectado… Lo único que quiero es que todo esto termine lo más pronto posible para poder volver a llevar una vida «normal», aunque está demasiado claro que después de esto nada va ser igual que antes”. Lautaro Casusas (junio 2020).
“Creo que este virus nos alejó de muchas personas y nos acercó a otras, nunca fui una persona a la que le guste hacer llamadas o videollamadas, pero comencé a hacerlas para jugar con mis amigos al ludo o al tutti-frutti, para ver a mis parientes que estaban lejos o simplemente para verificar una receta con mi abuela”. Agustina Cejas (agosto 2020).
“Estos tres meses me hicieron dar cuenta de cómo afecta el hecho de hacer algo por obligación o voluntad propia, antes no tenía problema en quedarme en mi casa usando la compu o mirando películas pero durante este tiempo lo odié y no lo soportaba”. Lucio Gallucci (junio 2020).
“Con mi novia nos pusimos a pensar que no podíamos quedarnos encerrados sin hacer nada, gracias a eso empezamos un mini emprendimiento, vendemos bolsones de frutas y verduras, gracias a Dios nos va muy bien. Yo lo considero un trabajo ya que todos los viernes nos ponemos a armar los 40 pedidos que tenemos por semana, y los sábados a las 8 empezamos a repartir por todo Rosario… Lo bueno que rescato de este ‘aislamiento’ es que me pude unir más con mi familia, con mis papás, ya que nuestra relación no era de las mejores”. David Leguizamón (octubre 2020).
En los recuerdos que las chicas y chicos dejan plasmados en Diario de pandemia también está el de Juan Cruz López, que por octubre de 2020 se despedía así: “El otro día fui a buscar el informe de alumno regular a la escuela, y mientras caminaba por Centenario sentí una sensación extraña, como que parecía que veía a las porteras a las 7.30 teniéndome el portón ya casi entrecerrado para que no me pongan media falta. Fue raro, miré los árboles que se ven desde afuera del patio de primaria y se me vinieron a la cabeza tantas charlas y recuerdos que compartí en ese patio. Fue raro, pero me sentí bien”.
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