Muchos militantes repiten por lo bajo “este no es un gobierno peronista” al referirse a la gestión Perotti. Un río revuelto con ganancias seguras fundamentalmente para la oposición que hace alianza con el macrismo y la extrema derecha que ya se abrió paso en el Congreso Nacional.
En el fútbol, cuando un partido se juega mal, se suele decir “no nos ganaron, lo perdimos nosotros”. Y en la cancha política podría decirse algo muy similar. A la catarata de renuncias -desde la más mediática y polémica, como la del ex ministro de Seguridad, Marcelo Sain, hasta la de algunos cuadros militantes ubicados en las segundas líneas de la gestión-, se sumó desde hace tiempo un silencio abroquelado y timorato de las altas autoridades del gobierno provincial, que dan muestras de que en la gestión de Omar Perotti no se están entonando precisamente las estrofas del “todos unidos triunfaremos” de la histórica marcha.
Por el contrario, muchos repiten por lo bajo “este no es un gobierno peronista”, pero como es el que tiene la lapicera, aguantan y se comen el sapo hasta las próximas elecciones. Otros y otras sueltan amarras en medio del río revuelto: una mesa servida para quienes están en contra de los gobiernos populares, se contentan con cobrar un sueldo del Estado, tapan cínicamente sus negocios clandestinos o para quienes se van alineando desde la ciudad y Santa Fe con el macrismo y, claro, para la extrema derecha que ya se abrió paso en el Congreso Nacional.
Esta semana se conocieron públicamente los motivos de la renuncia que presentó hace seis meses la militante del Movimiento Evita, Alejandra Fedele, quien había ocupado el cargo de subsecretaria en la cartera de Niños, Niñas y Adolescentes del Ministerio de Desarrollo Social.
La mujer no se fue de la cancha ni cabizbaja ni con las medias bajas, menos mascullando bronca: señaló a viva voz y punto por punto algunos desmanejos con el escaso presupuesto de la cartera, el mal estado de los inmuebles que alojan a la infancia y adolescencia santafesina vulnerable y, lo más serio, denunció que desde adentro de la repartición se demoraron las pruebas a la Justicia de un caso de abuso ocurrido hace unos años, de un celador a una nena de 11 años.
La estrategia fue criticada por más de un militante que dice que “los trapos sucios se lavan en casa”, pero parecen haber olvidado otra frase peronista que decía “los únicos privilegiados son los niños”. Y prefieren quedarse a debatir en las redes la falta o no de lealtad y disciplina partidaria mientras la oposición se restriega las manos.
Desde la Secretaría de Infancia sentaron rápidamente posición sobre las denuncias de Fedele, pero por lo bajo (off the record y sotto voce), varios y varias integrantes que pasaron por esa secretaría o aún trabajan allí le dan la razón a la ex funcionaria y agregan más relatos desfavorables de la actual y la anterior gestión. “En la Secretaría trabajan muchas mujeres pero como en toda sesta gestión definen los machos tanto el presupuesto y qué se hace con la innumerable deuda que dejó el socialismo, también presionan mucho algunos sectores gremiales”, dijo otra empleada que también se fue de la repartición.
Pero esos pasos al costado no fueron los únicos.
Ya a fines del año pasado la provincia prescindió de funcionarios valiosos en la Agencia de Control Policial, como la ex secretaria de Derechos Humanos, abogada de la agrupación Hijos y profesional querellante en causas por delitos de lesa humanidad en las últimas dos décadas, Nadia Shujman.
Volviendo a estos días, se conoció también públicamente la renuncia, tras dos años de labor, de la psicóloga Mónica Chazarreta de la Dirección de Empleabilidad Inclusiva del Ministerio de Trabajo, creada para incluir a personas con discapacidad a un trabajo registrado.
¿Qué adujo sobre su retirada? Que “para gestionar hace falta respaldo y decisión política”. Léase: para un objetivo tan sensible y necesario, hacen falta recursos y apoyo. Junto a ella dejaron de formar parte de la gestión tres integrantes más, según lo publicó por Twitter el jefe del bloque justicialista de la Cámara de Diputados santafesina, Leandro Busatto.
“La unidad no implica que todos pensemos igual. Estoy cada vez más convencido que de cara al 2023 el peronismo debe estar unido para ganar las elecciones en la provincia y en el país y que toda decisión en sentido contrario atenta contra eso”, escribió el legislador casi en tono de súplica.
Además se retiró de la escena una militante de Derechos Humanos, cristinista, quien trabajó como asesora técnica y gratuitamente. Se alejó de la gestión pública justamente el 10 de Diciembre, Día de los Derechos Humanos, y solo se animó a decir que se iba “desilusionada”.
“Pensé que me sumaba como militante a una gestión peronista”, resumió la mujer su sensación de que en contrasentido con la propia historia, el peronismo se va convirtiendo cada vez más en referencias acotadas, mezquinas e individuales más que colectivas. Y caracterizó a esta gestión provincial como “lenta, tibia y burocrática”, al punto que “se tarda tanto en renovar los contratos de algunos trabajadores que por no cobrar pierden su obra social”.
Al momento de bajarse de la gestión, algo similar parece haber pasado en la Secretaría de Deportes el año pasado.
La casildense Claudia Giaccone no es de las huestes del Movimiento Evita, más bien su posición la ubica más cerca del massismo, junto a Oscar Cachi Martínez. Antes de ingresar a la cartera y durante la gestión habló más de una vez, y en distintas notas a este diario de sus proyectos de ley que apuntaban a garantizar el acceso al deporte a la mayor cantidad de ciudadanos santafesinos. Siguiendo esa tónica fue autora la Asignación Universal Complementaria para Actividades Deportivas y Recreativas y respaldó a los clubes de barrio con el Régimen de Personería Deportiva y los Derechos de Formación Deportiva.
Pero sus intentos de fomentar ampliamente la actividad física y recreativa se estrellaron contra la decisión discrecional del gobernador Omar Perotti de subsidiar para construir un estadio cubierto con más de 23 millones de pesos al club del que es hincha en su ciudad natal: Sportivo Norte.
El decreto fue un regalo de fin de año para el club que no es pequeño ni recuperado. Fue firmado por Perotti y el ministro de Gestión Pública de Santa Fe, Marcos Corach, el 30 de diciembre del año pasado. Y cabe aclarar que la institución ya había recibido a fines de 2020 fondos por 80 millones de pesos cuando la mayoría de los montos recibidos por otros clubes de la provincia no alcanzan siquiera al millón de pesos. ¿Cuento corto? No solo se fue Giaccone sino todo su equipo.
Ante tan grosero aporte un analista político tiró una frase no menos grosera pero gráfica para describir al gobierno del oriundo de la Perla del Oeste.
“El perottismo está cerrado como culo de muñeca en su núcleo rafaelino: Perotti, (Roberto) Mirabella, (Marcos) Corach y no muchos más, no abre el juego en la mesa de decisión y desde el Movimiento Evita, La Corriente de Agustín Rossi, la gente de María Eugenia Bielsa y del Frente Renovador están muy calientes porque aportaron para que él llegue al gobierno y les dio la espalda y como Perotti sabe que no va a renovar a pesar que ganó, decidió no escuchar al resto y gobernar solo”.
La unión genuina de un movimiento tan amplio y ecléctico pareció siempre una entelequia. Se logró más de una vez electoralmente, pero durante la gestión de gobierno es más difícil de concretar. Por ahora ayuda que está en marcha la actividad económica, aunque se intentó recortar la billetera Santa Fe. También ayuda la buena marcha de la vacunación y la obra pública, si bien ambas cosas dependen estrechamente de Nación.
Nada es para siempre, dice una canción y habría que tenerlo claro antes de salir de este partido diciendo “no nos ganaron, lo perdimos nosotros”.
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