Yo no sé no. Aquella tarde el calor se sintió de lo lindo, había que esperar que baje el sol y rajar para el patio de Josecito y Gracielita, ahí el fresco llegaba más rápido. Además parecía que había una conexión entre el viento suave y el aroma siempre agradable de las frutas de la verdulería que don Ángel tenía a metros del patio, además estaba la tele y a eso de las 6 de la tarde a los pibes de la cuadra nos invitaban a verla. Eso sí, por el calor o por otras cuestiones al cable coaxial había que esperarlo un rato para la conexión, o había que aguantar que lo arreglen porque se cortó. Aquel patio tres días a la semana se llenaba de televidentes de todas las edades, algunes esperaban la hora de La Caldera del Diablo (la gran serie de la época), otras y otros  tenían más conexión con Los intocables o Combate. Y de esa tarde recuerda Pedro la bronca de las más grandes cuando anunciaron que no había conexión con el coaxial y La caldera del diablo se emitiría la próxima semana. Cuando con Pedro nos fuimos a vivir a otro barrio, la tele (el Standard Electric) tardó un par de años en aparecer, entonces apenas bajaba el sol la conexión era con el campito y la redonda a veces de goma, a veces de cuero. Por esos años el 5 en el medio campo en los equipos de Buenos Aires cobraba relevancia. Rattin era el más nombrado y, cuando lo vimos en una foto, se dio que cuando armábamos un picadito se nos daba que el 5, si era flaco y alto, mejor. Con el tiempo nos dimos cuenta que lo importante era que la conexión con el 5 en el equipo tenía que ser fluida, no importaba tanto si era flaco y alto. Pedro se acuerda que el algunos partidos quedaba él casi sin conexión. Al ver los chalecitos de Barrio Acindar se acordaba de Peyton Place, el pueblo de La caldera del diablo.

Pasaron unos años y la conexión que había entre la facu, la biblioteca y el Superior era una escalera de hierro. Nos gustaba esa conexión. Pedro me decía: está escalera tiene la 5 en esta historia.

En realidad la conexión de esos años era con aquel proceso histórico de Liberación, que acá y en la Gran Patria parecía imparable .

El otro día después del sofocante calor y la lluvia que no llegó a ser tormenta, en muchos lugares la conexión se hizo esperar bastante. La de la luz , la de Internet; y también el fluido del agua mermó bastante. Con Pedro nos pegamos unas vueltas por el barrio hasta llegar al límite que es la vía donde pasa el tren que va y viene de Buenos Aires para espiar aquel barrio, tratando de ver algún chalecito (tipo Californiano) para los trabajadores, como quería Evita, y que a nosotros tanto nos hacen acordar al pueblito ese en donde Mia Farrow, Dorothy Malone y Ryan O’Neal la descosían con sus interpretaciones. Pedro, al ver unas tejas rojas, me dice: capaz que la verdadera Conexión que no anda bien o es lenta o se interrumpe, es la de que tiene que haber con los procesos históricos de Liberación… Antes que que yo le contesté algo, él dice: ya sé que la cosa ahora no es igual que hace 50 años y que tengan todos agua luz y una buena conexión de Internet es casi un hecho revolucionario. Y sabés qué? -prosigue- De volver a la secundaria, yo a mí compu le pongo como memoria permanente una escalera de hierro; y en cuanto a esta decisión de que todes los jóvenes estudiantes tengan su Netbook, además de que tengan software libre la cuestión es garantizar una conexión especial y permanente. Una que llegue a todos los rincones de la Patria donde todavía hay jóvenes, adultes y más adultes, entre los que la conexión entre ellos y sus deseos hacer un mundo más justo aún no se ha interrumpido.

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