El magistrado Horacio Rosatti y el intendente Pablo Javkin coincidieron en calificar de “terrorismo” a una campaña de acción psicológica en redes, sembrada en tierra fértil. El encuentro de jueces federales en Rosario, entre el apoyo y el daño ambiental.

El presidente de la Corte Suprema de Justicia nacional, ex intendente de Santa Fe y ex ministro de Justicia, Horacio Rosatti, y el intendente de Rosario, Pablo Javkin, coincidieron esta semana en calificar como “terrorismo” las acciones de personas aún no identificadas que emprendieron una clásica campaña de acción psicológica mediante la difusión por redes sociales –enseguida viralizada– de mensajes y audios que daban cuenta de falsas balaceras a comercios e inexistentes ataques armados a instituciones y medios de transporte de la ciudad. La “guerra psicológica” se inició sobre terreno fértil dos días antes de que el pleno del máximo tribunal llegara a Rosario a un encuentro de jueces federales con el fin de “ratificar nuestra solidaridad y compromiso con los jueces federales y provinciales”, dijo Rosatti, porque “sabemos que la Justicia la pasa mal”. Sobre el resto de la comunidad también se expidió, y en el mismo sentido, al referirse a “la gente común”.

En medio de esa campaña de acción psicológica destinada a infundir miedo y acrecentar temores ya existentes –reales y magnificados por la difusión constante y muchas veces acrítica de la prensa tradicional–, Rosatti planteó un parteaguas.

Desde la Facultad de Derecho, donde se realizó el encuentro de la Asociación de Jueces Federales (Ajufe), el titular del máximo tribunal, que inició su trayectoria en la cúpula del Poder Judicial nombrado “en comisión” por decreto del ex presidente Mauricio Macri, hace poco se autovotó como presidente de la Corte y firmó un fallo en el que se eligió titular del Consejo de la Magistratura –al declarar inconstitucional una ley y haciendo renacer otra derogada por el Congreso–, sostuvo que “lo que la gente común quiere saber es de qué lado está cada uno”.

Él se ubicó “del lado de la ley” y explicó que “pocas veces se ha visto como en este caso la relación que hay entre la calidad o la falta de calidad institucional y la calidad o la falta de calidad de vida de la gente”. Se refería al narcotráfico, vale aclarar, y no al parate del Consejo de la Magistratura que provocó la resolución de marras.

Un flash

Tanto Rosatti como el otro santafesino que integra la Corte, su vice, el rafaelino Ricardo Lorenzetti, advirtieron que el encuentro realizado en Rosario y que reunió a la cúpula del Poder Judicial y del Ministerio Público Fiscal no fue para la foto.

“Este tema no se va a solucionar con fotos y reuniones, se soluciona con trabajo cotidiano, constante, profesional”, dijo Lorenzetti antes de tomarse la fotografía institucional del evento. Rosatti aseguró que “no lo hicimos para sacarnos una foto” sino que “vinimos a expresar, de cuerpo presente, nuestro compromiso con la sociedad en este tema tan delicado” como es el narcotráfico y la violencia altamente lesiva asociada al gerenciamiento de ese mercado ilegal.

Hay quienes consideraron el encuentro de Rosario como “un gesto” necesario de apoyo a la Justicia Federal –que es poca y bastante ineficaz en la investigación del narcotráfico en la ciudad– y a los fiscales provinciales que, en comparación, realizan una tarea mucho más denodada y eficiente, al menos en lo que corresponde a la persecución penal del delito.

Otros operadores judiciales locales, en cambio, calificaron la reunión como un hecho de daño ambiental: “Fue puro humo”, dijeron a este periódico.

En on the record lo dijo la Defensora General de Santa Fe, Jaquelina Balangione, cuya pareja, el presidente de la Corte Suprema provincial Julio Gutiérrez, participó del encuentro.

En una entrevista con Radio Dos, afirmó que “hay inacción de la Justicia Federal” en materia de persecución penal y agregó: “No sé cuál es el sentido de esta movida en Rosario”.

“Me enteré hace dos días que venían todos acá y no sé bien cuál es el sentido de todo esto”, aseguró Balangione.

Foto: Consejo de la Magistratura

En su discurso ante el auditorio de la Facultad de Derecho, Rosatti dijo que “el combate” al narcotráfico, al que llamó “flagelo”, requiere un compromiso de todos.

“Un compromiso que, por supuesto, requiere de una actuación proba y de resultados concretos, que es lo que la comunidad está esperando”, precisó.

Entre su audiencia estaba el titular del juzgado federal Nº4 de Rosario, Marcelo Martín Bailaque, denunciado ante el Consejo de la Magistratura por el ex ministro de Seguridad de Santa Fe, Marcelo Sain, por presunta “negligencia grave en el ejercicio de sus funciones” tras negarse a ordenar un allanamiento solicitado por un fiscal federal –primero en forma telefónica, luego por escrito y finalmente con un pronto despacho– que permitió a una mujer prófuga en una causa por narcotráfico eludir el arresto policial.

Un día antes del encuentro, los fiscales provinciales Luis Schiappa Pietra y Matías Edery anunciaron que recurrirán también al Consejo de la Magistratura –que preside por decisión propia Rosatti– para que revise la actuación de Bailaque en una investigación por narcotráfico que tenía como principal sospechoso a Esteban Alvarado, juzgado en estos días por ese delito en el fuero federal y por homicidio, lavado de activos y asociación ilícita en el provincial.

Según los fiscales, no se explica la sistemática negativa de Bailaque a rechazar pedidos de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA), que investigaba a Alvarado con abundante evidencia, para intervenir líneas telefónicas de miembros de la banda.

Administración del miedo

Rosatti también reclamó a “los poderes públicos competentes la protección necesaria para nuestros jueces federales y provinciales, para los fiscales y para sus familias, porque sabemos que la generación y administración de miedo, sumado a la infiltración en distintos sectores de la sociedad, constituyen estrategias propias del crimen organizado”.

En esa línea, el ministro de la Corte indicó que “esta reunión conjunta que seguramente se mantendrá en el tiempo, supone un compromiso y un decir aquí estamos frente a la posibilidad de instalación del miedo, que está en esta y otras ciudades y que ha recrudecido en las últimas horas en función del acto en el que participamos”.

Como si se tratara de un mensaje destinado a los sectores medios y altos de la ciudad que, habitualmente, se sienten excluidos de las consecuencias de las disputas de las tramas narcos mediante la expresión “se matan entre ellos”, Rosatti advirtió que “quien crea que la sociedad está al margen de este fenómeno, y debe esperar como en una batalla ajena en la que unos se van a eliminar con los otros, lo que está haciendo es pavimentar el camino que lo va a convertir en una víctima del flagelo”.

“La indiferencia sólo ha propiciado la base del narcotráfico, ha generado desconfianza y desánimo en la sociedad, caldo de cultivo para la acción psicológica, terrorista de estos grupos”, apuntó el magistrado, empleando la misma categoría que el intendente Javkin, quien un día antes había llamado “acción terrorista” a la difusión de mensajes falsos en redes sociales sobre ataques armados y amenazas públicas.

Tierra fértil

“Dicen que se van a meter arriba de los colectivos. A empezar a balear a la gente”, afirma un mensaje, que no precisa quiénes se van a subir a los bondis, pero todos los sabemos. “Hay policías afuera de la facu, avisando que no tomen colectivos. Que si ven algo raro, nos tiremos al piso”, añade otro mensaje, que se difunde amplia y velozmente.

Ambos, como la decena de textos y audios que circularon en forma viral entre la tarde del martes y la mañana del miércoles pasados en los teléfonos móviles de rosarinas y rosarinos, aparecen en la aplicación de mensajería WhatsApp con la advertencia de “reenviado”.

Hay más: unos que cuentan sobre amenazas y balaceras a choperías y bares ubicados en avenida Pellegrini, otros que alertan sobre informaciones vagas, imprecisas: “Me llegó el comentario de que va a haber amenazas y ráfagas de balas por todos lados, porque se las están midiendo entre los narcos y la política”.

Las campañas de acción psicológicas no son nuevas: su origen se atribuye al estratega y filósofo chino Sun Tzu en el siglo IV antes de Cristo; se utilizaron en la Primera Guerra Mundial de un modo “formal” y en el segundo conflicto denominado como de escala internacional adquirió en las fuerzas armadas el nombre de “operaciones psicológicas” o “guerra psicológica”.

Imagen: Cande Robles

Su principal instrumento era la propaganda a través, fundamentalmente, de los medios de comunicación y el control de los contenidos que ellos difundían. Eso ocurrió ayer nomás, pero en otro mundo.

En la tercera década del tercer milenio, el mecanismo –que en líneas generales no dista de aquél descripto por Sun Tzu– adquiere, por los medios empleados, una velocidad y masividad inimaginable por los estrategas militares de las guerras mundiales.

Los mensajes cuyo origen hasta ahora son desconocidos, pero que para el intendente Javkin nacieron en teléfonos utilizados en las cárceles y constituyen “una acción de terrorismo”, lograron al menos por un rato su objetivo de implantar temor, provocar miedo y agigantar incertezas en un contexto que lo permite.

Un periodista advirtió en su cuenta de Twitter que se trataba de una noticia falsa, que podía ser utilizada por alguien que tuviera la intención de difundir espanto (cosa que los medios de comunicación tradicionales hacen a diario).

Un usuario de la misma red le respondió: “Lo más grave acá no es si es fake o no. Lo grave es que la mayoría asuma que es verdad, que suene creíble porque es lo que viene pasando en varias zonas de la ciudad todos los días”.

En eso consiste, justamente, una campaña de acción psicológica. En difundir falsedades y engaños que luzcan como verosímiles. Una lluvia de elefantes o una invasión zombi no conseguiría replicarse rápida y masivamente. Balaceras a comercios gastronómicos sí, porque ya ocurrieron. Matanzas arriba de los colectivos no, ataques armados a facultades tampoco.

Verosimilitud y memes

El hashtag #Rosario fue tendencia en Twitter por varias horas el miércoles, a raíz de las noticias falsas que circularon por las redes de consumo masivo, una de las más eficientes herramientas para el “gobierno de la emociones”, entre otros motivos porque nos hacen creer que vemos allí “lo que queremos”, sin intermediaciones.

Un usuario de esa red escribió: “Ponele que sean falsas las cadenas de mensajes que se viralizaron en Rosario, pero a nadie le pareció descabellado. Ahí (es) donde te das cuenta que la situación es extrema”.

Como se dijo más arriba, las campañas de acción psicológica –sobre todas las lanzadas en redes– se montan sobre situaciones que resultan verosímiles. Engaños y falsedades que distorsionan la realidad, la minimizan o la resaltan en algunos de sus aspectos escondiendo otros, producen efecto de verdad.

Para el intendente Javkin, “estamos ante una acción de terrorismo, orquestada por las mafias”. Quienes la lanzaron “siembran miedo para hacer negocio con el terror”, dijo, y apuntó que “buscan amedrentar a fiscales y jueces, para que no se animen a acusarlos y condenarlos. Nuestro respaldo incondicional es para ellos”.

A través de su cuenta en Twitter, Javkin sostuvo, sin brindar mayores precisiones, que “la gran mayoría de los audios, amenazas y ataques, salen de teléfonos que están en las cárceles”, por lo que consideró que “es urgente que el Servicio Penitenciario actúe con dureza para impedir que se haga terrorismo desde una celda”.

El fiscal Franco Carbone, a cargo de la causa por la que fue detenido e imputado con prisión preventiva Ariel Viejo Cantero y otras 22 personas, no descartó que la viralización de falsedades se hayan originado en ese arresto, aunque también sostuvo la hipótesis de que fuera una operación ideada y ejecutada por “una banda antagónica”.

No lo nombró, pero no es la primera vez que Esteban Alvarado –que está siendo juzgado en dos procesos por narcotráfico y por homicidio, lavado de activos y asociación ilícita– monta una escena falsa para implicar a sus contendientes.

Pero paralelamente a la búsqueda de provocar conmoción de quien haya iniciado la difusión de los mensajes y audios, el asunto puso en escena el valor real que tiene para los sectores sociales que se consideran excluidos del problema de la narcocriminalidad, al que en algunos caso llegan en condición de consumidores recreativos de drogas.

Eso explica la cantidad de memes y posteos “graciosos” sobre Rosario y la violencia armada que circularon en las redes denominadas sociales.

Esa posición se expresa, básicamente, en la frase “se matan entre ellos”. Ese “ellos”, construido como un otro monstruoso cuya existencia vale menos que la bala que la extingue, es la base de las respuestas punitivas que reclama “la gente”, cuando alguna bala le roza el flequillo.

También en Twitter, a raíz de la viralización de los audios y mensajes falsos, un usuario dijo: “Se cagan a tiros literalmente todos los días en los barrios, llevándose a veces a más de un muerto, pero empieza la psicosis cuando amenazan con el centro de Rosario”.

Otro, distinto, abundó en la misma tónica: “La psicosis que se generó en Rosario porque dijeron que van a balear el centro. Si la gente supiera que eso pasa todos los días cruzando 27 de Febrero, se mueren”. Emulando –con alguna licencia– a Charly García, “no bombardeen Puerto Norte”.

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