Más de 40 años después, los sobrevivientes del centro clandestino conocido como Quinta Operacional de Fisherton, pudieron volver a pisar el terreno por el que tuvieron que transitar durante la última dictadura. Hoy hay canchas de rugby del Colegio Inglés.
El pasado jueves 5 de mayo sobrevivientes, querellantes y familiares de detenidos desaparecidos y asesinados de la causa Klotzman, acompañados por un centenar de personas, ingresaron por primera vez al ex centro clandestino de detención Quinta Operacional de Fisherton, ubicado en el Polideportivo del Colegio Inglés. Estuvieron presentes autoridades nacionales, provinciales, locales y universitarias.
Hace un año y medio, un grupo de compañeros de Abuelas de Plaza de Mayo e Hijos Rosario, junto a querellantes de la causa Klotzman, nos dimos a la tarea de trazar una estrategia para visibilizar el juicio que, como consecuencia de la pandemia, se llevaría adelante de manera virtual, sin el histórico aguante en la puerta de los Tribunales Federales de Rosario. Fue entonces que lanzamos el programa educativo La escuela y los Juicios, una caja de herramientas para que los docentes pudieran trabajar con sus estudiantes, desde una perspectiva situada, los juicios por delitos de lesa humanidad.
En marzo de 2021, próximos a la sentencia y en el marco de la campaña nacional Plantamos Memoria, decidimos materializar un encuentro en la Quinta Operacional de Fisherton. Era una acción directa para dejar expuesto el dispositivo de invisibilidad y silencio que recubría ese territorio. La propuesta invitaba a plantar un árbol por cada una de las personas, en su mayoría militantes del Partido Revolucionario del Pueblo – Ejército Revolucionario del Pueblo (PRT-ERP), que habían sufrido la detención ilegal, la tortura, la muerte y la desaparición. Entre las víctimas se encontraban cuatro mujeres que transitaron sus embarazos en cautiverio, de las cuales sólo pudo restituirse la identidad de la nieta 103, la hija de Cecilia Barral y Ricardo Klotzman. A las otras tres personas apropiadas aún las seguimos buscando.
La empresa no era fácil, todo parecía indicar que la propiedad privada le había ganado a la memoria: en 2014, luego de que cayera la medida cautelar, el Colegio San Bartolomé adquirió el predio y con el fin de construir más canchas de rugby, en 2016 demolió la edificación en su totalidad.
Dice Ludmila Da Silva Catela que al igual que los antiguos guerreros, los hacedores de memorias lanzan sus marcas simbólicas para expandir un territorio de sentidos y sentires, de saberes y presencias. No habrá lugar para lo oculto, lo clandestino, ni para la violencia, si la conquista del espacio urbano, sus marcas y procedimientos de memorias, corren los márgenes para ocuparse del recuerdo de nuestros muertos y desaparecidos.
En esta línea se inscribe el acto de Plantar Memoria en la Quinta Operacional de Fisherton. La apuesta vital y necesaria pudo concretar el ritual del encuentro, el caminar por el campo de juego, habitarlo con el cuerpo colectivo para señalizar con el pañuelo de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo el lugar específico en el que se produjo el genocidio. Asimismo, lxs ediles de la localidad de Rosario (de diferentes espacios políticos) acompañaron a lxs querellantes a descubrir una placa conmemorativa; y las familias de las víctimas y público en general participaron de la plantación de los 33 árboles.
Donde hubo muerte y desaparición, fueron plantados lapachos y jacarandás y alzaron su voz los querellantes, los hijos y los familiares.
El acto significó un poderoso gesto ético, político y artístico. Demostró que se pueden correr los márgenes de lo dado y tackleó en favor de la Memoria, la Verdad y la Justicia a la propiedad privada y al olvido que pretendían prolongar el silencio y la clandestinidad sobre ese territorio que contiene huellas indelebles de nuestra historia reciente.
Un territorio que se resiste al olvido
El sitio formó parte de un circuito represivo comandado por Leopoldo Fortunato Galtieri y Ramón Genaro Díaz Bessone, que incluyó La Calamita, Quinta de Funes, La Intermedia, Fábrica Militar Domingo Matheu y Escuela Magnasco, por el que pasaron cientxs de detenidxs-desaparecidxs, víctimas del terrorismo de Estado.
En 1984, tras haber sobrevivido a diferentes tipos de torturas y tormentos, Fernando Brarda denunció ante la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep) lo que había padecido allí, pero no pudo identificarse el sitio.
En 2005, logra identificarse este lugar y hasta el 2014 la justicia protege al inmueble con una medida cautelar.
Entre los años 2005 y 2009, desde el Área de derechos humanos de la Facultad de Arquitectura de la UNR se realizan los peritajes y relevamiento del chalet y anexos en donde funcionó el centro clandestino de detención con fin de producir las maquetas y la documentación que sirvió de prueba documental durante el juicio de la causa Klotzman.
En 2014 cae la medida cautelar y el Colegio San Bartolomé adquiere el predio con la intención de ampliar el polideportivo.
En 2015 Daniel Guibes, jefe de mantenimiento del Colegio, reconoce los azulejos del baño, del sitio en donde muchos años antes había estado detenido ilegalmente. Recurre a la justicia y con su denuncia se constituye en el segundo sobreviviente, protagonista fundamental en la reconstrucción de la verdad histórica.
En 2016, el colegio Inglés decide demoler la prueba material de la causa Klotzman y construye otra cancha de rugby. En 2018, desde la Dirección Nacional de Sitios de Memoria, se lo señaliza con un cartel externo.
*Licenciada en Comunicación social y docente de la UNR. Integrante de la agrupación Abuelas de Plaza de Mayo Rosario y militante de Hijos Rosario.
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