Tras más de cuatro meses de conflicto en Ucrania, la paz está cada vez más lejos. Pero la industria armamentista de EEUU y de Europa embolsa ganancias obscenas. La ONU hace de comentarista describiendo el sufrimiento de millones por falta de alimentos y energía.
A más de cuatro meses de guerra en Ucrania, EEUU y sus aliados de la Organización del Atlántico Norte (OTAN) están cada vez más lejos de darle una oportunidad a la paz. Por el contrario, la escalada (y el negocio) armamentista y las provocaciones contra Rusia siguen en aumento. En la cumbre de la OTAN en Madrid, se definió a Rusia como la “más significativa y directa amenaza” para su seguridad y consideraron a China por primera vez como un “desafío”, en la nueva estrategia para la próxima década que busca preparar a la alianza atlántica ante un mundo “más peligroso”. Este libreto lleva la firma de EEUU, como puede comprobarse si leemos las recomendaciones de las principales usinas de pensamiento imperial, que están en sintonía con el Departamento de Estado.
Rusia y China son los rivales, tal como se define con claridad en el documento “Determinación de las capacidades militares más necesarias para contrarrestar a China y Rusia. Un enfoque impulsado por la estrategia” (“Determining the Military Capabilities Most Needed to Counter China and Russia. A Strategy”) de la Fundación Rand, una de las principales y más influyentes usina de pensamiento de los EEUU.
La OTAN está en perfecta sintonía con esos objetivos señalados por EEUU. En la reunión en Madrid, EEUU anunció el aumento de su presencia militar en Europa, además de la región báltica, en respuesta a la invasión rusa de Ucrania. Moscú respondió que no se siente intimidada y que su gobierno no se quedará de brazos cruzados ante el refuerzo militar aliado.
El presidente de EEUU, Joe Biden, anunció un aumento de despliegue militar en España, Polonia, Rumania, los estados bálticos, el Reino Unido, Alemania e Italia. “Si Putin esperaba tener menos OTAN en el flanco oriental como resultado de su invasión ilegal e injustificada de Ucrania, estaba totalmente equivocado: tendrá más OTAN”, dijo, por su parte, el primer ministro británico, Boris Johnson, durante el encuentro que se celebró entre el 29 y el 30 de junio en España.
Las intervenciones del secretario general de la alianza, Jens Stoltenberg, también mostraron un discurso netamente guerrerista y armamentista. El funcionario señaló que a más largo plazo ayudarán a Ucrania “a pasar de equipamiento de la era soviética a un equipamiento moderno de la OTAN”, y para el corto plazo prometió “cientos de sistemas portátiles antidrones”.
Idénticas amenazas se lanzaron durante la 48 Cumbre del G7 que tuvo lugar en Alemania entre el 26 y el 29 de junio. Participaron Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón, Reino Unido, EEUU y la Unión Europea, además de países invitados como Argentina, India, Indonesia, Senegal, Sudáfrica y Ucrania, y organismos como el Banco Mundial, la ONU, y el FMI.
“Más apoyo para Ucrania y más presión contra Rusia. Esos dos ejes principales dominaron la declaración final de la cumbre del G7”, informa el portal France 24 en la nota titulada “El G7 se compromete con la recuperación de Ucrania y el aislamiento a Rusia”.
“Estaremos al lado de Ucrania todo el tiempo que sea necesario y proporcionaremos ayuda financiera, humanitaria, militar y diplomática para la valiente defensa de su soberanía e integridad territorial”, afirmaron las siete naciones del G7 según el medio francés.
“En números, en 2022, el apoyo financiero a Ucrania supera los 2.800 millones de dólares en ayuda humanitaria y el respaldo previsto suministrado a Kiev por el G7 se estima en 29.500 millones de dólares”, señala France 24.
Mientras tanto, la ONU, mostrando una vez más su alineamiento con “Occidente”, actúa como cómplice, deja hacer, y ni siquiera menciona la posibilidad de un diálogo para intentar frenar la guerra. Al mismo tiempo, funge como mera comentarista de la realidad, y elabora informes sobre el impacto negativo de la guerra de Ucrania sobre millones de personas “Miles de millones de personas enfrentan la crisis de costos más grave en una generación. Respuesta de la ONU a la crisis alimentaria, energética y financiera”, se titula el documento fechado el 8 de junio.
Los que se benefician
Detrás de la guerra de Ucrania y de las posturas claramente belicistas de “Occidente” están el complejo militar industrial de EEUU y la industria armamentista europea. El doctor en Estudios Latinoamericanos (UNAM) e investigador del CONICET y la Universidad Torcuato Di Tella, Daniel Kersffeld, publicó el 30 de junio en Página 12 una nota titulada “La OTAN va por el mercado mundial de armas”. Allí señala que, entre tanto horror, muerte y hambre, hay grandes ganadores que están embolsando ganancias obscenas.
“Toda guerra implica una mayor acumulación de ganancias para aquellas empresas y corporaciones dedicadas a la fabricación y exportación de armamento. El actual conflicto entre Rusia y Ucrania no es la excepción, pero además aquí se agrega la búsqueda deliberada de reemplazar a uno de los actores de su papel como segunda potencia exportadora de armas a nivel global”, asegura el investigador, al tiempo que puntualiza que dentro de las empresas armamentistas que más vienen recaudando se encuentra la estadounidense Lookheed Martin Corporation. Sus ventas, asegura Kersffeld, aumentaron más de un 26 por ciento desde principios de año y su beneficio neto en el primer trimestre ha sido de casi 2 mil millones de dólares. Se espera que sus ventas aumenten significativamente durante el actual y el próximo trimestre.
La nota agrega que Raytheon, otro de los gigantes armamentísticos de EEUU, se especializó en la fabricación de misiles hipersónicos: de hecho, la bazuca antitanque Javelin (en colaboración con Lockheed Martin), se ha convertido en uno de los símbolos del ejército ucraniano. Su cotización ha subido más de un 10 por ciento en la bolsa desde enero pasado, señala Kersffeld.
La nota agrega que Northrop Gruman Corporation, dedicada al desarrollo de armas avanzadas, buques de guerra, aviones bombarderos y a la ciberseguridad, ganó casi 9 mil millones de dólares sólo en el primer mes del conflicto. En tanto que L3Harris Technologies alcanzó casi 8 mil millones de dólares, y Honeywell superó los 3 mil millones de dólares.
Kersffeld aclara que no todas las empresas armamentistas que han resultado beneficiadas por el conflicto son de origen estadounidense. “Debido a las implicaciones políticas y económicas de los países de la OTAN, varias corporaciones europeas también han percibido importantes ganancias en esta primera mitad del año”, afirma el investigador.
En este sentido, el investigador señala que BAE Systems, de origen británico, creció un 20 por ciento en el último mes, lo que la convierte en la mayor empresa de defensa de toda Europa, en un ascenso que no se detiene debido a varios contratos de suministro con el gobierno alemán. Así, se espera que en 2022 obtenga no menos de 4 mil millones de dólares de ganancias.
Hensoldt es el mayor fabricante de armas de Alemania y domina el sector de la electrónica para aviones, señala la nota de Página 12. En el inicio del conflicto, cuando el gobierno alemán anunció que duplicaría su gasto militar, las acciones de la empresa se dispararon al convertirse en el mayor contratista del ministerio de defensa germano.
A las anteriores también deben sumarse otras empresas de la Unión Europea como la alemana Rheinmetall, fabricante de vehículos militares, armas y municiones; la francesa Thales, que principalmente desarrolla sistemas electrónicos; y la italiana Leonardo, especializada en la industria aeroespacial, enumera Kersffeld.
“Pero más allá de las obvias ganancias a las que apunta este conjunto de corporaciones, existe otro objetivo todavía más redituable a corto plazo: el desplazamiento de Rusia como segundo exportador de armas a nivel mundial. Una potencia especializada en la producción de misiles aéreos de largo alcance, aviones, sistemas de defensa aérea portátil, armas navales, radares de búsqueda y helicópteros”, agrega el investigador.
La ONU hace diagnóstico y nada más
En el informe “Miles de millones de personas enfrentan la crisis de costos más grave en una generación. Respuesta de la ONU a la crisis alimentaria, energética y financiera” se asegura que “Una guerra es siempre una tragedia humana, y la guerra en Ucrania no es una excepción. El efecto dominó del conflicto está extendiendo el sufrimiento humano mucho más allá de sus fronteras. La guerra, en todas sus dimensiones, ha exacerbado una crisis mundial del costo de vida que no se ha visto en al menos una generación, lo que compromete vidas, medios de subsistencia y nuestras aspiraciones de un mundo mejor para 2030”.
“Después de dos años de luchar contra el COVID-19, la economía mundial ha quedado en un estado frágil. Hoy, el 60 por ciento de los trabajadores tienen ingresos reales más bajos que antes de la pandemia; el 60 por ciento de los países más pobres están endeudados o en alto riesgo de ello; los países en desarrollo pierden 1.2 billones de dólares para llenar la brecha de protección social. Se necesitan 4,3 billones de dólares cada año, más dinero que nunca, para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)”, señala la investigación de la ONU, que agrega que a medida que aumenta la pobreza, también lo hace la vulnerabilidad, particularmente para mujeres y niñas.
Entre los efectos más graves de la crisis se menciona el aumento de los precios de los alimentos y de la energía, y el endurecimiento de las condiciones financieras.
“Cada uno de estos elementos pueden tener efectos importantes por sí mismos, pero también pueden alimentarse unos a otros creando círculos viciosos, algo que, lamentablemente, ya está pasando”, señala el texto de la ONU, que también menciona el aumento de la pobreza, la caída en el nivel de vida y una mayor inestabilidad social. “Los precios altos entonces aumentan el riesgo de aumentar los tipos de interés, lo que aumenta el costo de la bancarrota de los países en desarrollo mientras devalúa sus monedas, lo que hace que los alimentos y la energía sean aún más caros, lo que restablece el ciclo”, agrega el estudio, que a partir de estos datos concluye que estas dinámicas tienen implicaciones dramáticas para la cohesión social, los sistemas financieros y la paz y la seguridad mundiales.
“La comida nunca debe ser un lujo; es un derecho humano fundamental. Y, sin embargo, esta crisis puede convertirse rápidamente en una catástrofe alimentaria de las poblaciones mundiales”, señala la investigación.
La ONU advierte que se avecina una crisis alimentaria para 2023 en la que tendremos tanto problemas de alimentación como de acceso y disponibilidad de alimentos. “Si el camino continúa y los altos precios de cosecha y fertilizantes continúan, en la próxima temporada de siembra, la disponibilidad de alimentos se reducirá en el peor momento posible, y la crisis actual en la moneda, el trigo y el aceite vegetal podría extenderse a otros alimentos básicos, afectando a miles de millones de personas”, puntualiza el texto.
“Esta catástrofe ha estado preparándose, pero desde el principio se ha vuelto insoportable para muchos países. En 2022, se pronostica que entre 179 millones y 181 millones de personas se enfrentarán a una crisis alimentaria o condiciones peores en 41 de los 53 países en los que hay datos disponibles. Además, se espera que 19 millones de personas más se enfrenten a una desnutrición crónica a nivel mundial en 2023, si la reducción en las exportaciones de alimentos de la Federación Rusa y Ucrania resulta en una menor disponibilidad de alimentos en todo el mundo. Los altos precios de los alimentos, la devaluación del tipo de cambio y las preocupaciones inflacionarias son factores clave”, señala el ominoso diagnóstico mientras los líderes de los países más poderosos del mundo y los organismos multilaterales benefician a quienes fabrican armas, que se suman al hambre para conformar un dispositivo letal para millones de personas.
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