Desde el 17 de este mes y hasta el 12 de noviembre se desarrollará el ya clásico encuentro El Cruce que desde hace 21 años combina danza y artes del movimiento. El evento ofrece tanto espectáculos como formación.
El evento se inició en 1999 en respuesta al “deseo de los bailarines y bailarinas de fines de los 90 por tener un espacio más específico vinculado a los lenguajes contemporáneos del movimiento” ya que en la ciudad no existía un festival que albergara esas producciones según narra Verónica Rodríguez, una de las gestoras culturales que forma parte de la Asociación de Coreógrafos, Bailarines, Investigadores en el Movimiento y Expresión Corporal Independientes (Cobai) que organiza el festival.
El Cruce es también una construcción para afrontar “la centralidad cultural que sucede en la capital, también generar aquí en la ciudad un espacio de intercambio entre artistas que vinieran de distintas localidades y generar algo que abonara a que la producción local empiece a tener una plataforma de visibilidad” -describe Verónica.
Paloma Gallardo conoció El Cruce en el año 2016 cuando fue a ver una función al Centro de Expresiones Contemporáneas (CEC), cuenta que “después de conocer el festival entendí que había una grupalidad, un colectivo y una organización detrás. Después fui conociéndolo desde otro punto de vista, ya trabajando como técnica escénica”. Paloma es parte de Micelio, un espacio cultural que recientemente se unió a Cobai, la asociación civil que nuclea a bailarines y bailarinas de la ciudad e impulsa desde esa agremiación la profesionalización.
A lo largo del festival se presentarán más de diez obras que ponen en el centro la danza y las artes del movimiento, varias propuestas de artistas locales, otras provenientes de Mendoza, La Plata y Ciudad Autónoma de Buenos Aires y dos de artistas internacionales que gracias al trayecto del festival y una activa red de articulación con organizaciones y espacios pueden participar en esta ocasión.
Paloma plantea que el festival “tiene como eje principal las creaciones y las construcciones de colectivos, viene un poco del devenir pandémico y también desde la fusión de Micelio con Cobai que es un poco fruto de lo mismo, de pensar a la producción colectiva como primordial en los momentos de crisis y de dialogar también con otras formas posibles de crear obra, de construirla de manera colectiva, grupal, sacando el eje de las personas y llevándolo tal vez a grupalidades, pensándolo desde la horizontalidad, desde la circularidad. Eso es lo que tienen en común la mayoría de las obras que se van a presentar”.
Debido al fuerte enfoque sobre la producción colectiva el festival también “convoca a las escuelas públicas a participar porque entendemos que ahí es otra forma de colectivizar y a su vez también a los estudios locales donde la gente se forma, de alguna forma intentamos darle cabida a las distintas maneras y modalidades en que lo colectivo sucede” -abunda Verónica.
La pandemia produjo cambios en varios aspectos y en todos los ámbitos. Verónica evalúa que “puso en primer plano la precariedad con la que se produce y las condiciones inestables, entonces un poco el festival fue bastante afectado pero en ese marco también nos permitió indagar otras posibilidades y también aplicar conocimientos digitales que antes no teníamos y sobre todo nos transformó positivamente en generar un festival nuevo de videodanza”. Se refiere al Festival Cuerpo Mediado que se realiza en simultáneo con El Cruce. “La pandemia hizo que la gente estallara en las pantallas y eso se pudo transformar con un formato específico y ahora ya va por la tercera edición pero nosotros lo tenemos muy asociado a ese momento social de la conectividad y las pantallas y cómo le pudimos dar forma a través de un festival”.
El evento adquiere rasgos o sesgos específicos en cada edición, en este caso aborda fuertemente “la cuestión de la tecnología atravesando los cuerpos, para bien y para mal”, también la experimentación y el difícil vínculo con los dispositivos, “el festival pone en tensión esto, y la cuestión ambiental también, es ineludible, no podemos pensarnos y situarnos como artistas sino podemos incorporar también esa cuestión que por lo menos en Rosario nos atraviesa cotidianamente con respecto a la quema de humedales, a la cuestión de todo lo que está sucediendo con el ecocidio. En ese marco las artes performáticas y las artes del movimiento tienen mucho que decir porque precisamente ponen en escena, en el centro de la escena el atravesamiento corporal y cómo nos redefinimos también como sujetos en base a esta situación general profundamente política, así que el festival intenta abrir preguntas, generar espacios de intercambio y sobre todo buscar artistas y colectivos que también se estén preguntando lo mismo” -ahonda Verónica.
“El festival siempre se pensó desde un lugar formativo y desde un lugar de profesionalización porque ese es uno de los ejes fundamentales que tiene la asociación civil, pensar en cómo brindar herramientas a la comunidad de la danza en Rosario para aportar a la profesionalización y creo que tiene que ver un poco con eso el hecho de brindar espacios de aprendizaje, pero no es excluyente para las personas que no son bailarinas, están abiertos a la comunidad en general” -detalla Paloma. En ese marco se ofrecerán múltiples seminarios, workshops (o talleres) y residencias a los que se puede acceder inscribiéndose hasta el sábado 15 por vía virtual.
Como si ambos festivales fueren poco también se presentará la edición 17 de la revista Inquieta, que produce Cobai para “trabajar un aspecto de los artistas de la danza que quizás es el menos explorado que es el de la escritura (…) para que los artistas se atrevan a hablar de su producción, que hablen ellos mismos sobre lo que hacen, lo que piensan, lo que les preocupa, lo que los inquieta. Inquieta busca generar ese espacio, incluso generar archivo porque eso en la danza es bastante complejo y documentar la época”.
El acto de apertura del festival se realizará el próximo jueves a las 19 h en el espacio autogestivo Micelio (Valparaíso 520), con una intervención performática del Elenco de Danza Contemporánea del Instituto Isabel Taboga y la presentación de ¿Cómo las cosas llegaron hasta aquí? una obra del artista performer platense, Iván Haidar. Para conseguir las entradas a las obras se debe visitar el sitio de la organización Cobai.
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