“¡Al diablo con los lamentos!”, una exposición de obras recientes de Candela Roselló curada por Pauline Fondevila, se puede visitar hasta el 15 de diciembre en la Sala II de Crudo Arte Contemporáneo.

Una trenza que se lanza como un látigo se mezcla con el humo de un cigarrillo. Una columna de dientes emerge tambaleante desde dentro de un zapato. Algo está tramando este personaje rojizo que mira hacia un costado. Las cosas que se ven en la serie de témperas que se agrupan en “¡Al diablo con las penas!” están lejos de ser ordinarias. En estos cuadros, en los que las leyes de la realidad se suspenden y suplantan por otras nuevas, desfilan monstruos suburbanos y noctámbulos. Son seres de pesadilla que deambulan actuando su rol de un guión secreto y oculto para nosotros.

Candela Roselló crea ficciones en las que aparecen sus alter egos hechos de pinceladas y líneas. Dobles que no son del todo exactos y que se mezclan con otros personajes igualmente extraños en una trama apenas aparente. Sus obras son un híbrido entre pintura, ilustración e historieta. Una imagen con impronta de fanzine expandido, viñeta perdida de alguna publicación punk o novela gráfica delirante. En ellas asistimos sorprendidos a un proceso de transformación. Pasamos de un mundo diurno agradable y claro a uno nocturno, aterrador e inquietante. Estos espacios que son acompañados de una paleta casi luminosa le dan al conjunto la impronta de algún viejo cuento de hadas ilustrado. De hecho, ciertos indicios nos devuelven al mundo de la infancia: el tipo de figuración, la exageración de los rasgos propias de los dibujos animados y un marcado uso de la línea y el plano de color. Todo esto genera un juego de contrastes que dotan a los cuadros de un carácter irreal.

Hay otra fuente muy concreta de la que parece nutrirse la artista para generar este clima enrarecido: los cartones humorísticos de Leónidas Gambartes. Una serie de pinturas de contenido macabro, irónico y lleno de ensueño que este autor rosarino creara hacia finales de los años 1930 en un contexto no muy distinto al actual. Algo de ese espíritu mordaz puede rastrearse en las pinturas de Cande en las que se multiplican largas uñas amenazantes, ojos enrojecidos llenos de lágrimas y dientes que devienen trofeos. A decir verdad, los dientes tienen en esta muestra un lugar especial y parecen encarnar una revancha ante un mundo adverso, donde lo absurdo es más la norma que la excepción. Una forma de privar al otro de su ferocidad y crear a partir de ello una nueva realidad.

“¡Al diablo con los lamentos!” es, antes que nada, un manifiesto pictórico que mueve a la acción. En el texto de sala, escrito por Pauline Fondevila, leemos un fragmento en el que se enumeran quejas a un mundo injusto, pero al mismo tiempo se hace un llamado de atención a abandonar una actitud pasiva y resignada. Lo mismo le ocurre a uno de estos personajes que tenemos enfrente, que, a pesar de todo, parece dispuesto a mirarse al espejo, ponerse las botas y prepararse para salir a romper la noche.

“¡Al diablo con los lamentos!” puede visitarse en Crudo Arte Contemporáneo (Italia 1044) de miércoles a viernes de 16 a 20 y sábados con turno previo hasta el 15 de diciembre.

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