El miércoles pasado se presentó el libro De ladrones a narcos, de Eugenia Cozzi. Reconocer que las personas del barrio sienten, piensan, ven el mundo de alguna manera, más allá de lo que digan los de afuera, es una de sus tareas.

El pasado miércoles 26 se presentó en el salón de antropología de la Facultad de Humanidades y Artes de la UNR el libro De ladrones a narcos. Delitos, violencias y búsquedas de reconocimiento, escrito por Eugenia Cozzi, y acompañada en el panel por Nicolás Barrera, Lorena Narciso y María Eva Routier. La charla se dio en el marco de la antropología jurídica, una vertiente que trabaja cuestiones que atañen al mundo del Derecho, y que, como todo objeto de estudio, no se limita nunca a las cuestiones formales sino que se abre a las prácticas de un mundo amplísimo: desde jueces, fiscales, policías, hasta ladrones, narcos y etcéteras. 

El libro nace de lo que fuera en principio una tesis doctoral, con un trabajo de campo muy intenso y de larga duración –desde 2008 hasta 2015 activamente–, en un barrio de Rosario que, por razones de anonimato, fue llamado La Retirada. “Nosotros queremos contar la historia de este barrio. Se dicen muchas cosas, queremos saber qué dicen ustedes”, relata Eugenia sobre su acercamiento a la gente que tuvo la posibilidad de conocer y de hablar.

La autora pasó por la abogacía pero no encontró allí las respuestas que buscaba, y, según dijo en la presentación, “no se autodefine abogada”. Tuvo un tránsito también por la criminología crítica y desembocó en la antropología, en la cual encontró nuevos enfoques con los que llevó adelante la formación del libro. Según relató, el jurado de su tesis esperaba leer algo “más criminológico”, pero se encontró con una visión muy centrada desde la etnografía, la antropología. En sus palabras, “la criminología crítica evitó que me convirtiera en una jurista ingenua y la antropología me corrió de una visión normativa”. 

En el campo

El trabajo de campo transcurre en un momento de fuertes estigmatizaciones sobre el barrio, que chocan a su vez con lo que Eugenia misma ve, y lo que los mismos residentes le dicen una vez estando allí. Se construye una fama de “barrio quemado”, en los medios, en el sentido común: un barrio inaccesible, un agujero negro. Pero contrasta a su vez con otros testimonios, que refieren a la solidaridad, a la relación entre los vecinos. “Es como un pueblo”, escucha decir en su trabajo de campo, junto a testimonios que refieren fuertemente a la solidaridad. Citando del libro: “Si nos guiáramos por esa fama y por los relatos que circulan sobre La Retirada, podríamos imaginarnos que es un lugar en el cual las personas viven encerradas en sus casas y que las calles están siempre desiertas”, cosa que no es así. 

Relata que el trabajo está centrado sobre tres generaciones de “delincuentes” del barrio. De la primera y segunda, ateniéndose a las memorias: relatos, charlas, de gente que ha participado en el ambiente del delito popular –porque la gente que entrevista está ligada, en todo caso, al mercado local, son los eslabones más débiles: no son los que exportan–. Y en cuanto a la tercera generación, hacer uso del dispositivo metodológico que es el trabajo de campo en la antropología, que tiene que ver con la observación participante, con un tipo de relación que no pasa sólo por el relato, por lo que se dice. La cuestión es desentrañar lógicas, sentidos, y buscar en el ámbito de la violencia algo que no es “irracional”, sino que, como se dijo en la presentación, es una reguladora de vínculos, con códigos, con cosas que regulan incluso la misma violencia, y que por supuesto que se transgreden, pero que no por eso deja de ser todo lo que es. Contra la idea de que es “un mundo desregulado”, encontrar sus lógicas.

“Uno llega a hacer trabajo de campo con los niveles bajos o intermedios, no se llega a los capos”, pero “estar ahí, conocer esas dinámicas, permite además pensar otras salidas”, cuenta Eugenia. Y problematiza la relación con la policía. “Siempre lo pensé como un agente externo que influía, pero no, la policía es parte del ambiente del delito”, y comenta de los diversos testimonios que contaban que antes “arreglaban” con la policía, ahora “trabajan” con ella. Asimismo, cuando ese actor ya no puede garantizar que vayas o no preso, la violencia se recrudece. “El endurecimiento del punitivismo sólo genera más conflicto”, y su salida pasa por otro lado. Plantea la legalización, y comenta que son discusiones que “hay que darlas en serio”. Por esa relación, sus “fuentes” no se limitan a la gente del barrio, indaga también sobre prácticas y valoraciones de policías, gendarmes y periodistas de policiales.

Contra la estigmatización del barrio, la simplificación de las discusiones que se fijan en el sentido común a través de los medios de comunicación pero no exclusivamente por ellos, el trabajo de campo, la etnografía desde el barrio viene a restablecer la palabra de los que viven su cotidianidad allí. “Tiene que ver con reconocer que las personas con las que trabajamos sienten, piensan, ven el mundo de alguna manera”.

En el papel

Una tesis doctoral es, además de una investigación, una “muestra de lectura”. Convertir esa tesis, repleta de citas, de marcos y de diversas tecnicidades, en un libro legible para un público más amplio, pero sin perder la densidad analítica, fue una tarea importante a la que se abocó Eugenia, y que, según los colegas del panel, fue muy bien cumplida. 

Un lugar común al que se cae, incluso desde la criminología crítica, al hablar de estas cuestiones, es el de un determinismo económico: que el deseo de convertirse en ladrones y narcos tiene que ver con la necesidad de subsistencia. Si bien eso nunca se niega en el libro, sí se consideran otras dimensiones: la económica es una, pero no se reduce todo a ella. Y en las lógicas del honor, del prestigio, encuentra otra dimensión muy importante para entender cómo se dan esas dinámicas, cómo se articulan esos “deseos”. 

“Cuando terminé el libro fui y se lo llevé” a las personas con las que trabajó en el barrio. Y una cuestión que le quedó pendiente, que le resonó ya publicado, fue la cuestión del anonimato: “no alcanza con cambiar un nombre para resolverlo”, agrega. También, sobre el título del libro, comenta que “es una trampa. No es una cuestión lineal”, así como, bromea, “en mi trabajo de campo me encontré con muchos ladrones”. 

“Es la historia de los ladrones que alguna vez tuvieron una participación con el mundo narco pero que no llegaron. Es una historia de los que perdieron. Es el mundo del delito popular, que es el que pone los muertos, que son los que van presos”. 

*El libro se puede conseguir escribiéndole a las redes sociales a su autora, o descargándolo de manera gratuita en la página de Teseo Press.

**La autora hizo referencia a Claudia Fonseca como una investigadora central en los estudios relacionados a la Antropología jurídica, sobre todo en Brasil, donde la temática es trabajada particularmente. Claudia Fonseca estará el jueves 3 de noviembre, a las 18, en la Facultad de Humanidades y Artes dictando la conferencia magistral “Luces y sombras en las tecnologías de gobierno: el ejemplo de la adopción infantil en Brasil”, con la coordinación de la doctora Lorena Narciso. La actividad se realizará en el salón de actos de la facultad ubicada Entre Ríos 758 y, por supuesto, es abierta y gratuita.

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