Todo empieza con un dolor de panza del conde Drácula y una consulta urgente al médico. Los resultados de los análisis que le recomienda no son nada alentadores: le dicen que es diabético, celíaco y quizás alérgico. Eso no es todo, lo ve muy pálido y le aconseja ¡tomar algo de sol! para recuperarse. Al verlo tan amargado, el médico le da un gran consejo: “No se haga mala sangre, señor. Vamos a comenzar a hacer lo que decía Hipócrates: «Que la comida sea tu alimento y el alimento sea tu medicina»”.
La historia se cuenta en La huerta agroecológica. Una historia esdrújula recomendada por el conde Drácula (Pachamamita Libros), de Martín Crespi (productor) y Diana Chereau (ilustradora). Drácula se mete de lleno a trabajar para tener sus propios alimentos agroecológicos. Hace su huerta y a medida que avanza va compartiendo tropiezos y logros con quienes lo siguen en este relato.
El libro primero entra por los ojos: las ilustraciones, el diseño y la edición son bellísimas. Cuidadas y respetuosas del público para el que están pensadas. El humor, la ironía, las situaciones disparatadas son los recursos para poner en pregunta y en debate qué comemos, qué pasa con los alimentos y cómo cuidar la salud propia y la colectiva. “Un libro que aborda las consecuencias del cambio climático, llama la atención sobre los efectos de la mala alimentación y plantea posibles soluciones ante el deterioro ambiental”, precisan desde la editorial.
Contiene un glosario, juegos de palabras tradicionales y preguntas simples y profundas, que invitan a cuestionarnos cómo transitamos la casa propia y común que habitamos: “¿Cuándo fue la última vez que atrapaste una semilla de panadero y le pediste un deseo? ¿Cuándo fue la última vez que una vaquita de San Antonio caminó por tus dedos y cambió tu suerte?”.
La historia que cuenta Drácula habla de alimentos agroecológicos, orgánicos y transgénicos; y por eso es “una historia esdrújula”. Una manera lúdica de hacer metáfora con la problemática ambiental, empezar a pensar qué significan cada una de estas palabras y el alcance que tienen. “Más alimentos agroecológicos para todas las personas. Ni orgánicos para ricos, ni transgénicos para pobres”, se lee en el libro.
En la contratapa se amplía este mensaje con una invitación: “Ante la crisis climática y ante la cantidad de residuos tóxicos que hay en nuestros alimentos, la alternativa es volver a relacionarnos con la tierra, la alternativa es una agricultura con agricultores, con campesinas y campesinos en los territorios, con huertas escolares en las ciudades, con cultivos hasta en las macetas y con más semillas en los corazones”.
En la cocina del libro
A La huerta agroecológica es posible encontrarlo en alguna librería, en internet o en algún puesto de ferias populares. Como en la feria que se arma en Villa de las Rosas (Traslasierra, Córdoba). Allí cada jueves y sábado llega Diana Chereau, con sus libretas, agendas y postales con imágenes que pinta y remiten a su viaje por Latinoamérica durante más de cinco años. Los colores convocan. Imposible seguir de largo. En ese puesto están los libros de Pachamamita, que ella ilustra.
Diana es diseñadora en comunicación visual, egresada de la Universidad Nacional de La Plata. Estudió ilustración infantil y se define como “amante de los colores y los viajes”. A mediados de 2016 emprendió un recorrido en una combi por 15 países de la región. En ese viaje fue ilustrando los libros –como el de La huerta agroecológica– “cosmosintiendo la naturaleza”. Hoy vive en Traslasierra, donde todos los días aprende del conde Drácula cómo tener su propia huerta.
“Si bien venía haciendo ilustraciones por mi cuenta, en 2016 empecé a trabajar con Martín (Crespi) porque conocí su propuesta y me encantó. Así empezamos y ya hicimos juntos seis libros”, repasa Diana sobre cómo se sumó al proyecto de Pachamamita.
Ese recorrido por diversas regiones y paisajes –asegura– enriquece cada ilustración: “Soy muy visual. Me salen muchas combinaciones de colores como naturales. Y haber viajado permite libertades, ves otras cosas en otros lugares que no las ves en el cotidiano”.
Diana habla con mucho afecto de cada libro en el que puso su trabajo de ilustradora, dice que cada uno “es un hijo, porque hay mucho trabajo detrás”. Para cada historia se toma su tiempo y disfruta –como expresa– sumergiéndose en cada palabra contada. Eso sí, confía que el de La huerta agroecológica es su preferido. “Es hermoso. Volver a la tierra es lo que tenemos que hacer todos en la medida de nuestras posibilidades”.
Celebra que se valore cada vez más el trabajo de autor que hacen las y los ilustradores. “En general, intentamos dar algo más. Nunca lo que está ilustrado es exactamente lo que está escrito. Pensamos cómo dar una vuelta de rosca extra. Eso permite otra manera también de contar la historia. Es como un plus. Es mucho más rico”.
Puerta de entrada
El libro de La huerta…, como los demás de la editorial, es la puerta de entrada a un proyecto mayor: llegar a las infancias con lecturas cuidadas y respetuosas sobre las problemáticas ambientales. El creador de esta iniciativa es Martín Crespi, artista plástico y ambientalista, también profesor de historia.
“El proyecto editorial tiene ocho años. Comenzó con una muestra plástica que se llama «Naturaleza Humana, el arte como expresión» y que también está volcada en un libro. Trata sobre el extractivismo en sus diferentes manifestaciones. En esa muestra pensé en un espacio para las infancias, para que se acerquen a la problemática. Y así surge la idea de hacer una serie de libros que toquen el tema del extractivismo, adaptada a las infancias”, sintetiza Martín Crespi sobre cómo comenzó Pachamamita Libros.
Las publicaciones están destinadas a las niñeces y abordan temas como “la alimentación, la soja, la megaminería, el fracking, la deforestación, el agua o la huerta agroecológica”, menciona el productor sobre los contenidos. El último libro se llama Mundo Zombie y otros cuentos, hace referencia a todas las problemáticas que hubo a la salida de la pandemia. Entre esas lecturas, hay un capítulo dedicado a las “publicidades” sobre alimentación, como las de la Caca Cola, las Galletontas o el Yogurrarísimo.
Cada libro porta “un relato, una historia, una fábula y luego distintas actividades con juegos que hacen referencia a esa problemática”. El próximo libro –adelanta– está planeado publicarse en abril, se llama La vida es un juego, posta. Hace referencia a los juegos tradicionales en contraposición a la excesiva exposición y presencia de las pantallas.
Martín Crespi vive en Buenos Aires, desde allí ejerce su vocación de educador, no ya dando clases en las escuelas, sí encarando una pedagogía del cuidado a través de la propuesta editorial. También cada tanto ofrece cursos a las y los docentes que quieren saber más sobre los temas ambientales. Un público interesado en esta idea.
La recepción que tienen de la iniciativa –afirma– “es muy buena, gusta mucho. Es un trabajo de hormiga, de años. Cuando sacamos un libro, seguro ya tenemos cien vendidos. Así sostenemos el proyecto”, dice, y destaca: “Trabajamos desde una mirada crítica y creativa. Nuestro faro de trabajo es no subestimar a las infancias sobre el grado de comprensión que tienen sobre las problemáticas ambientales. Porque los padecen en los territorios, ya sea con el tema del fracking, la megaminería o las fumigaciones”.
Pero como todo tiene que ver con todo, se puede acceder a cada libro de Pachamamita de manera gratuita en internet (página, blog o redes sociales). Igual que a las propuestas que produce la editorial. Los libros tienen sus audios y los tres primeros están traducidos también en lengua de señas argentina (LSA). Y hay otros que, por las temáticas propias de las regiones que toman, se han traducido a lenguas originarias. Entre ellos, La fabulosa historia de la Sojita Traviesa, que fue traducido al guaraní, y el de La asombrosa historia de la Mega Minería y las Mini Regalías, al quechua.
Martin Crespi –entre otras iniciativas de su proyecto ambiental– también intentó avanzar con una inédita muestra de fotos para personas ciegas y con discapacidad visual. A pesar de que golpeó puertas en distintas esferas de los gobiernos, no consiguió el apoyo para concretarla.
Otros títulos de los libros infantiles producidos por Martín Crespi e ilustrados por Diana Chereau son: Caperucita, un cuento clásico para tiempos modernos; La increíble historia de las perdices que comieron felices, y El agua, una historia de terror. Y como se afirma desde el proyecto Pachamamita, son “libros para ser sentidos con el corazón”.
Nota del semanario El Eslabón
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