El día empieza a insinuarse sobre el curso del Paraná. El sol no apareció aún, pero su claridad se esboza, con levedad, sobre la superficie amarronada del río. Ellos caminan en dirección a la costa, aunque sin llegar hasta allí. Pasan Ayacucho, caminan varias cuadras por Arijón y entran a un boliche que mantiene sus puertas abiertas las veinticuatro horas.
Se sientan en una mesa y piden birra, para ocho. Son los miembros de la flamante comisión directiva del Sindicato de Motoqueros de Rosario, que acaban de ser electos por la asamblea.
La elección prácticamente fue una formalidad. Y no hubo nada preparado, porque las propuestas fueron decantando naturalmente. Cuando Joe dijo que debían presentar nombres para la secretaría general, muchos lo propusieron a él, sin exponer otra opción. Lo mismo pasó con los demás cargos, el de secretario adjunto y el de vocales. La gente había ido mocionando compañeros que se destacaban ante los ojos del resto: por su solidaridad y compañerismo en algunos casos, por su temperamento en otros y hasta por su capacidad dialéctica en alguno más. Quizás la excepción haya sido la elección del último vocal, porque ahí fue Joe quien, anticipándose a otras propuestas, mocionó que el candidato fuese él.
La moción lo tomó de sorpresa. Lejos de agradarle, lo incomodó, porque esas actividades colectivas e institucionales se hallaban en las antípodas de su carácter y sus intereses, cada vez más elementales y pobres. Pero no se atrevió a rehusarse: en primer lugar, porque sentía una deuda con Joe, que lo distinguía con su amistad y reconocimiento. Y en segundo lugar porque la cuestión del sindicato empezaba a mostrársele como algo valioso. Intuía que podía ser algo con lo que valiera la pena comprometerse.
De manera que ahora, cuando ya se está haciendo de día, se encuentra brindando con sus compañeros de comisión directiva. Están exultantes y destilan optimismo, por lo que se ponen a planificar las acciones que deberán desarrollar de aquí en más: promover la elección de delegados en cada empresa, realizar una asamblea para acordar medidas gremiales a nivel del conjunto, elaborar un pliegue de reivindicaciones y solicitar la personería del sindicato. No es poco, para empezar.
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