El documental Pelotero del mundo gira en torno al fenómeno que vive el fútbol argentino, que por un lado es el mayor exportador y por el otro ya casi ni llega a disfrutar a sus estrellas. Está filmado en Rosario.
“La exportación está dada, lo que hay que mejorar es la calidad. En algún momento se exportaba la media res como venía. Alguien inventó la Cuota Hilton y el corte pistola. Eso es lo que nosotros estamos queriendo hacer”. Gabriel Sapio no habla de ganado vacuno. Lo que el cofundador de Griffa Method y de la agencia de representación de jugadores Balón FC hace es poner un ejemplo sobre cómo funciona el mercado de jugadores juveniles para adaptarlo a las necesidades del fútbol extranjero.
Como contrapartida, el histórico preparador físico de Diego Maradona, Fernando Signorini, sostiene que “hoy todo el mundo quiere ser importante en el nivel formativo. Y la mejor manera es intervenir lo menos posible”. Y Jorge Valdano, ex delantero campeón del Mundial 86, aporta: “La calle cuidaba mucho al jugador diferente. La academia hace mejores a los mediocres, pero hace peores a los diferentes”.
Estas distintas voces y miradas sobre el fútbol actual se pueden escuchar y ver en el documental Pelotero del mundo, filmado en Rosario. Los directores Ariel Borenstein y Damián Finvarb cuentan que en los “suburbios de la ciudad, Griffa y los Solari preparan futbolistas para el mercado mundial”, mientras que “en el centro, Adiur crece ya como filial del Villarreal”. Y que “a los 17 años se define si los niños futbolistas son un proyecto rentable”.
El film se presentará en Rosario este martes y miércoles, a las 20, en el Cine Arteón (ubicado en Sarmiento 778, planta alta). También se puede ver en la plataforma estatal Cine.ar. “El fútbol rosarino tiene una historia riquísima”, destaca Borenstein en una entrevista con El Eslabón, en la que también habla sobre los “Europibes” y el deporte como negocio y como juego.
Fuga de talentos
Con hectáreas sembradas de maíz y cosechadoras, comienza el documental Pelotero del mundo, pero no para hablar de exportaciones de materias primas alimentarias desde el puerto sino para reflejar la temprana partida de jóvenes jugadores de fútbol. “Nace a partir del dato de que Argentina es el país que más exporta jugadores, y sobre todo cada vez de menos edad”, le cuenta a este medio Ariel Borenstein sobre el proyecto aprobado por el Incaa y presentado recientemente. “La idea de pelotero del mundo”, dice respecto al nombre del film, “tiene un vínculo con esta idea de país granero del mundo. Si en otro momento, cuando el granero del mundo se asociaba más al puerto de Buenos Aires, hoy está todo más ligado a Rosario”. Es de ahí que el trabajo tiene a la ciudad cuna de la bandera –y de Lionel Messi y Ángel Di María, entre varios más– como protagonista.
Tras aclarar que “uno tiene una posición, una idea con determinadas cosas”, como los negociados alrededor de una pelota, el periodista con pasado en Página 12, Perfil y la revista Mística (Olé) acepta que “cuando te ponés a investigar y empezas a conocer a los actores de este tema del negocio de exportar jugadores, es así” y muchos “lo dicen descarnadamente porque lo piensan así, como un negocio”. En ese sentido, ejemplifica con los dichos del empresario Sapio: “Él también plantea que hay que tener habilidad para entrar y salir, con una lógica vinculada a la bolsa”. Y reflexiona: “Es fuerte, pero lamentablemente es un dato de la realidad del que hay que dar cuenta. Y en tal caso hay que problematizar”.
De todas maneras, el también autor del libro Don Julio, la primera biografía de Grondona, remarca que en el documental “también existe junto con ese testimonio muy descarnado, la contratendencia” aportada por Valdano, Signorini, y más. “Porque si no sería todo muy negativo y apocalíptico”. En esos testimonios “están los tipos que siguen tomando esto como un juego, que piensan en los chicos como chicos” y no como productos vendibles o descartables, “y que si después eligen intentar ser profesional es por una elección, no como para salvar a una familia o representante o negocio”.
Rosario siempre estuvo
El rosarino Julio Libonatti no sólo fue ídolo y goleador de Newell’s en los años 20, no sólo construyó la tribuna que luego se conoció con su nombre (donde hoy está la Diego Armando Maradona), y no sólo fue el autor del gol del triunfo de Argentina a Uruguay que le dio al país el primer título Sudamericano. Julio Libonatti también fue el primer argentino en ser transferido al exterior: después de viajar 20 días en barco, se incorporó al Torino de Italia, en 1925. “El fútbol rosarino tiene una historia riquísima”, subraya Ariel Borenstein, y agrega: “Toda la vida tuvo un fútbol muy desarrollado. Hay jugadores de todas las épocas y técnicos como César Menotti y Marcelo Bielsa que han hecho escuela”.
La Selección tuvo en el Flaco Menotti a un DT campeón del mundo rosarino, y en Lionel Scaloni a uno de la zona, como Pujato. Pero además, desde la asunción del Loco Bielsa en el 98, pasaron por ese banco Gerardo Martino, Edgardo Bauza, Jorge Sampaoli, nacidos en Rosario o la región. “Hay gente –aporta el cronista y documentalista– como Roberto Fontanarrosa que ha hecho arte vinculando al fútbol con la literatura. Es un hecho social, cultural, un juego que es parte de la Argentina pero que allí tiene una particular manera de vivirse”.
En la película dirigida por Borenstein y Finvarb –quienes también dirigieron Entre gatos universalmente pardos, En obra (sobre el maestro asesinado Carlos Fuentealba) y Viaje al centro de la producción– también aparecen las experiencias del Club Renato Cesarini y otros clubes de barrio. “Con lo que empatizamos es que hay una manera de jugar al fútbol, la gambeta, la frescura. No es lineal, no por nacer en una ciudad se juega así, pero evidentemente refleja un gusto por el fútbol”, asegura. “Ya hace años que todo un sector toma nota de que en Rosario y la región se juega bien al fútbol. Y de alguna manera, el Mundial le puso el sello, pero eso era previo”, añade en referencia a la presencia de Lionel Messi, Ángel Di María y Lionel Scaloni, máximos baluartes del título conseguido en Qatar.
No soy de aquí ni soy de allá
Un fenómeno nuevo en el fútbol nuestro de cada día, o más bien de la Selección Argentina, es la aparición de los denominados “Europibes”. Muchos, hijos de la crisis de 2001, cuyas familias dejaron el país en busca de nuevos y mejores horizontes. Vestidos con la indumentaria albiceleste, en más de una entrevista se les escapa algún “balón”, “míster” o “gradas”.
Por eso, Borenstein sostiene que “en el fútbol hay una tendencia contradictoria”, ya que “la última selección juvenil fue planteada como la de los Europibes, y eso fue celebrado. No se puso en cuestión esto de que en Argentina no podemos terminar de formar jugadores y que se nos van antes. Si hubiese salido campeona esa Selección, hubiese sido la consagración de ese modelo”.
Al respecto, el periodista deportivo reflexiona: “¿Por qué Argentina, en un ámbito en el que es una potencia, tiene que naturalizar que su lugar en todo esto es vender juveniles para que se terminen de formar en Europa? Si nosotros a esos chicos los podríamos ver en las Primeras de nuestros clubes y vender el negocio de ver partidos a otros países y desarrollar la economía del fútbol ligada a la esencia del fútbol”. Al respecto, señala que esos jugadores “se van antes de debutar” en la Primera de algún club del país. “En lo que profundizamos fue en ver hasta qué punto gran parte de la estructura de juveniles ya está orientada directamente a exportar. El chico ni siquiera pasa a Central, a Newell’s, a Boca o River. Sino que salta de un club o academia al exterior. Eso fue lo que más nos impactó”.
Todo pasa y todo queda
Ariel Borenstein nació en Lanús y divide su corazón futbolero entre Racing y Talleres de Escalada. Siguiendo a este último club, asegura haber visto “sin darse cuenta que era él”, nada menos que a Tomás Felipe Carlovich, el Trinche.
Del fútbol de antes destaca que “muchos amigos de mi viejo iban a ver a equipos que jugaban bien, por más que fueran hinchas de otros”. Y compara con la actualidad: “No existía la histeria de hoy. Todo el mundo era hincha de un club y defendía su club, pero les gustaba el fútbol”. Cita el ejemplo de su ex compañero de Página 12 y ex jugador de Boca, Carlos Rodríguez, que “me decía que él iba a ver a Newell’s cuando jugaba de visitante porque estaba Zanabria”, pese a ser hincha Xeneize.
Entre sus pasiones relacionadas al deporte de la redonda también está el periodismo. Es autor de la biografía no autorizada de Julio Grondona, la primera que se escribió sobre el mandamás histórico de la AFA.
“El fútbol siempre me gustó para mirarlo y jugarlo. Lo practiqué como cualquiera, en la calle, en la escuela, en el club. Más jugué al básquet. Y de más grande, me gustó el fútbol como periodista, para investigarlo”, dice este hombre que en un encuentro con Don Julio vio en su despacho una foto con el Papa Juan Pablo II. “Ese señor es el que más admiro”, y le señaló al Pontífice polaco y se comparó. “Llegó conmigo el mismo año, aunque para él fue más fácil porque no tiene arcos”.
Nota publicada en la edición impresa del semanario El Eslabón del 08/07/23
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