El derechista Partido Popular fue el más votado, pero no le alcanzó para formar gobierno junto a su socio de ultraderecha Vox, al que no le fue bien como afirmaban ciertos medios. El Partido Socialista Obrero Español salió segundo. Ahora, una frenética búsqueda de alianzas para evitar nuevos comicios.

La derecha mundial ya se regodeaba con sumar a España al bloque conformado por Hungría, Italia, Suecia, Polonia, Finlandia, Croacia y República Checa, países donde gobierna esa ideología en sus muy variopintas versiones y con las diferencias propias de cada sociedad.

La cuenta, antes de las elecciones del 23 de julio, era sencilla. Si se sumaban los votos del Partido Popular (PP) con los de VOX parecía obvio que estas dos agrupaciones podrían formar gobierno sin problemas. No fue así. Al PP le fue bien. Fue el más votado e incluso sacó más que en 2019. Pero sus socios ultras no estuvieron a la altura de lo que las encuestas.  

Para poder formar gobierno se necesita alcanzar la mayoría absoluta en el Parlamento: 176 escaños de un total de 350. El PP consiguió 136 bancas, y el 33,5 por ciento de los votos: 8.901.840 sufragios. El gobernante Partido Socialista Obrero Español (PSOE), en el segundo lugar, consiguió 122 bancas, y el 31,70 por ciento de los votos: 7.760.970. Vox entró tercero con 33 escaños y 12,39 por ciento de los votos: 3.033.006. El cuarto puesto fue para Sumar, la fuerza progresista que nació de las divisiones y mutaciones de Podemos, partido que sigue formando parte del frente. Consiguió 31 lugares y 12,31 por ciento de los votos: 3.014.066. El nivel de participación fue del 70,4 por ciento, superando en cuatro puntos la elección de 2019. 

O sea que entre los cuatro partidos más votados reunieron el 88 por ciento de los votos. Hay apenas un 12 por ciento en disputa, ya sea para formar alianzas o ir a nuevas elecciones. Esos sufragios están en manos de partidos regionales, que a esta hora pueden ser clave para destrabar la situación.

Un escenario fake antes de las elecciones

El escenario hipotético que había instalado la derecha antes de las elecciones tenía la simplicidad que caracteriza las consignas de este espectro ideológico. Basándose en los guarismos ofrecidos por las muchas y variadas encuestas, usaron la calculadora y desempolvaron retratos de Francisco Franco y José Antonio Primo de Rivera, entre otros genocidas.

O sea que las sumas cambiaron tras la elección. No coinciden con las del mundo paralelo, el clima social, el sentido común, que quisieron instalar los medios dominantes que ya festejaban un triunfo aplastante de la derecha en un país como España, donde no se hizo el proceso de memoria, verdad y justicia por el genocidio franquista. Los resultados están a la vista. Lo no resuelto, lo reprimido, la amnesia hacen que lo oculto vuelva, muchas veces peor, recargado, envalentonado. De hecho el partido que ganó las elecciones es una continuación del franquismo. Son franquistas, lo dicen con orgullo y con eso ganan votos.

Es un fenómeno mundial que los partidos neoliberales, de centro-derecha y de derecha experimenten desprendimientos, hijos e hijas del mismo palo pero más violentos. El capitalismo neoliberal, financiero, extractivista y guerrerista va exhibiendo sus aspectos más claramente fascistas. Vox cumplió la función de correr a la derecha todo el espectro político.

Pero el caso de España es notable: que le salga una competencia por derecha al franquismo parece una broma de mal gusto. Pero no lo es. Acaso diga algo de eso que podríamos llamar derecha social, un sentido común prefabricado y basado en el odio, el resentimiento, la xenofobia, la aporofobia y la homofobia. La malsonante repetición de “fobia” en una sola enumeración resulta significativa.

El miedo a enemigos (reales o imaginarios) es un elemento importante en la política actual. Intentan reeditar la Guerra Fría, y con ella el macartismo. En el caso de España, hay una tradición derechista, fascista y genocida muy arraigada. 

Por eso a los partidarios del PSOE les llaman “rojos”, término muy usado durante la Guerra Civil Española (1936-1939). Y no importa que ese partido hace tiempo que dejó de ser socialista y obrero, si es que alguna vez lo fue, para pasar a ser una formación neoliberal, dependiente de las grandes corporaciones. Repasar la trayectoria del ex presidente Felipe González puede resultar muy ilustrativo en este sentido.

Un sector importante de las ciudadanas y los ciudadanos españoles que votaron al actual presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (PSOE), no lo hicieron por las virtudes de sus gobiernos, sino para impedir que la derecha-ultraderecha llegue al poder. Elegir el menor de dos males es un síntoma que marca la debilidad de las democracias actuales.

En su nota publicada el 24 de julio en Página 12, Héctor Barbotta considera a Sánchez un sobreviviente. “Es un político que ha hecho de la supervivencia política en los contextos más hostiles su principal cualidad. No es la primera vez que quienes le dan prematuramente por muerto yerran el tiro. El secretario general socialista es un sobreviviente que hace honor al título del libro que publicó tras conseguir regresar al liderazgo del PSOE después de ser destituido en 2016 por un golpe palaciego de la vieja guardia liderada por Felipe González: Manual de resistencia”.

PP: Los más corruptos de la historia

Una nota publicada el 1º de junio de 2018 en el diario británico BBC recuerda que el llamado “caso Gürtel” fue “la mayor trama de corrupción de España en tiempos de democracia y provocó la destitución del presidente del gobierno español, Mariano Rajoy”. Se trata de corrupción a gran escala: una red de empresas que conseguían contratos de todo tipo de administraciones gobernadas por el PP en diversas partes de España.

“Lo hacían a cambio de sobornos que iban a parar a los cargos públicos responsables de decidir sobre esos contratos e incluso servían para financiar actos de campaña y otras gestiones del propio PP, según concluyó la Justicia española”, asegura el medio británico.

“En una histórica sentencia en España, la Audiencia Nacional impuso fuertes sentencias al gobernante Partido Popular (PP) de Mariano Rajoy por la llamada trama Gürtel, el mayor escándalo de corrupción de la historia reciente del país”, publicó el 24 de marzo de 2018 el diario argentino La Nación, al tiempo que precisó que la Audiencia Nacional en Madrid condenó a 51 años y cuatro meses de prisión al empresario Francisco Correa como líder de la red y a 33 años y cuatro meses y una multa de 44 millones de euros (51 millones de dólares) al ex tesorero del PP Luis Bárcenas por blanqueo.

“El propio PP deberá pagar además 245 mil euros como partícipe a título lucrativo por beneficiarse de la trama en sus primeros años. El partido de Rajoy se convierte así en el primero condenado por corrupción en más de 40 años de democracia en España”, señala el medio argentino.

Nota publicada en la edición impresa del semanario El Eslabón del 29/07/23

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