“Más alto que la noche” es una serie de piezas que intenta recuperar una tradición arraigada de la pintura local pero desde una óptica contemporánea. En ella, retazos de historia, voces e imágenes de autores clave del arte regional se entremezclan.
El 1º de julio la biblioteca América Elda Nancy abrió sus puertas para mostrar talleres y muestras. En este espacio se pudieron ver obras de varios artistas. Esta nota funciona como un pequeño recorrido por uno de ellos: Sol Quirincich, artista que estuvo presente mostrando sus producciones más recientes, sus bocetos y materiales de trabajo.
En un taller que da a un patio arbolado, Sol instala una serie de piezas, un conjunto que lleva por nombre “Más alto que la noche”. Son miradas recortadas que nos observan, pequeñas obras de metal cuyos detalles cambian según el brillo y nuestro movimiento frente a ellas. Son los ojos de pintores que hace años pensaron su rol ante sí mismos y ante los demás. Sucede que cada fragmento es una cita que se corresponde con una pintura concreta. Las imágenes proceden de un archivo que la artista fue construyendo con los años. De allí selecciona meticulosamente de entre cientos de retratos que guardan colecciones públicas santafesinas. Sin embargo este proceso de producción no es un simple ejercicio de investigación, sino que pone en juego inquietudes vitales, encuentros íntimos, afectos y descubrimientos.
“Más alto que la noche” es una serie que recupera la figura de autores claves del arte regional, poniendo en valor sus puntos de vida y actualizando debates sobre el rol de artista. En ella, una carta de Antonio Berni, las palabras de Emilia Bertolé o las sentencias de Juan Grela resuenan en un universo de vínculos que enciende un intercambio de tiempos. Las obras intentan recuperar una tradición arraigada de la pintura local pero desde una óptica contemporánea. “Archivo afectivo” son los términos con los que la artista define su universo de imágenes. Con él construye estas pequeñas obras con la técnica del repujado del metal. Una técnica deudora de las tradiciones artesanales en la que el material transporta los enlaces entre el pasado y el presente con su promesa de duración y eternidad. Pero aquí el metal no se vuelve un frío homenaje despersonalizado sino que cada marca sobre las láminas se transforma en una promesa de memoria personal.
Juan Berlengieri, Julio Vanzo, María Laura Schiavoni, protagonistas de la historia viva del arte local son figuras que tejen redes entre el hoy y el ayer. Sol rememora el viaje trunco de Luis Ouvrard a Europa y la importancia de la amistad en la conformación de escenas artísticas locales. Guido pinta a Bertolé y Bertolé se pinta a sí misma muchísimas veces, Musto retrata Schiavoni y Schiavoni a Musto. Una pregunta sobrevuela: ¿Es posible pensarse desde el propio territorio que habitamos y desde el cual nos proyectamos con otros?
Sol devuelve retazos de historia en una mirada a destiempo, recuperando trozos de biografías que se vuelven guías en momentos de crisis y dudas. En sus obras los recorridos vitales se entremezclan, se bifurcan o convergen, como esa serie de flechas combadas que ella misma construye en otra de sus series. Flechas que, por algún motivo, perdieron su rigidez y se curvan cambiando de trayectoria.
Nota publicada en la edición impresa del semanario El Eslabón del 05/08/23
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