Otra vez está en cana, pero de manera distinta que la vez pasada. Ahora lo detuvieron junto a toda la comisión directiva, cuando se habían reunido, después de la marcha, para analizar lo que había ocurrido y tramar nuevas estrategias. Se habían encontrado en un bar cerca del boulevard, pensando que no los reconocerían, pero no fue así. Al ratito nomás, mientras estaban deliberando, decenas de policías se abalanzaron sobre ellos, los esposaron, les taparon la cabeza con sus remeras, y los metieron a los empujones en un camión para trasladarlos a la jefatura.

Allí la pasaron mal. Primero hubo amenazas verbales y después los llevaron a un patio grande donde practicaron un simulacro de fusilamiento. ¡A los zurditos como ustedes los vamos a limpiar igual que a los del setenta!, los intimidó un jefe.

Después los llevaron a los calabozos, donde los distribuyeron entre tres o cuatro por celda. A él lo pusieron con Joe y dos vocales de la comisión, bien apretados en un recinto pequeño donde había dos cuchetas en las que tendrían que dormir compartiéndolas.

Ahí estaban charlando entre ellos, con miedo y preocupación evidentes, cuando apareció uno de los abogados del sindicato. Un policía le abrió la puerta haciéndolo pasar, para cerrarla de inmediato.

Después de saludar a cada uno con un abrazo, el abogado les dice que no traía buenas noticias. El gobernador dispuso que actúe el Ministerio Público Fiscal, les explica, porque sostiene que lo que ustedes hicieron cae dentro de su competencia. Dicho en criollo, prosigue, eso significa que los considera meros delincuentes, que han realizado acciones ilegales que deben ser penadas.

¡A la perinola!…, exclama Joe. ¿Eso significa que nos dejarán en gayola?…

Exactamente, responde el abogado. La pena puede representar varios años.

¿Cuántos?…, quiere saber uno de los vocales.

Cinco o seis por lo menos, contesta el letrado.

Después, todos se quedan callados. Ninguno tiene nada que decir, ni siquiera Joe siempre locuaz y hablador, porque la situación no permite agregar comentarios. 

Haremos lo posible para que la pasen de la mejor manera, dice el abogado, despidiéndose.

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