Sandra Hoyos es licenciada en política social, investigadora docente en la Universidad Nacional de General Sarmiento y profesora en la Universidad Nacional de José C. Paz. Cuenta que cuando era niña nunca se sintió bella, que llegó a odiar su nariz a tal punto de no querer mirarse en el espejo, porque esa nariz se asociaba a cuerpos marrones, a cuerpos indígenas. ¿Cómo se construyó esa subjetividad, como la de tantas otras niñas y niños? “Hay una subjetividad construida desde la blanquitud, donde no nos vemos reflejados en ningún lado”, sostiene a manera de respuesta desde el Colectivo Antirracista Identidad Marrón, donde milita.
Sus palabras se comparten en la serie Marrón. Antirracismo en tiempo presente, de Canal Encuentro. Un registro más de lo que este colectivo invita a pensar y transformar.
“Identidad Marrón nace hace siete años, cuando diferentes integrantes o personas que somos militantes de distintos espacios nos empezamos a encontrar y a hablar de nuestras militancias, de los derechos que faltan y las desigualdades”, repasa en charla con El Eslabón, Sandra Hoyos, quien se presenta como militante social y feminista, integrante también de la Campaña Nacional por el Aborto.
En la construcción de Identidad Marrón entendieron que una de las coincidencias que tenían es que eran personas marrones habitando espacios de blanquitud. Espacios de arte, de investigación, del derecho, de los partidos y las organizaciones llenos de representaciones blancas.
Esa falta de representación de otras identidades –señala la profesora– está caracterizada por una cuestión étnica: “Entendemos que es parte de una estructura racista presente en todo el mundo, pero sobre lo que quisimos apuntar es por qué no se habla de racismo en la Argentina”.
A esa pregunta abierta propone como respuesta que la Argentina es referenciada como “un país blanco” a nivel regional y mundial. “Las personas que son representadas como la argentinidad no son lo que sucede en nuestro territorio realmente. Esa representatividad blanca de la argentinidad se da porque existe una segregación étnico racial en nuestro país; una segregación étnica vinculada también a la clase de los sectores populares y empobrecidos, una clase que es marrón”. “Y eso –profundiza en la idea– además se representa geográficamente: los conurbanos son marrones. El conurbano de Buenos Aires, de Rosario o de Córdoba son marrones”.
La explicación no se la puede buscar en el aquí y ahora, ni con lo que pasa en el contexto social y económico en 2023. Se explica –según la educadora– por un recorrido que desde Identidad Marrón ubican en 1492, con el proceso de colonización. Y por otro lado, en otra población no blanca del continente africano que es esclavizada. “Todo eso da cuenta de esa estructura racial y colonizante que persiste hasta nuestros días. Por eso insistimos en hablar de racismo estructural y en particular, en el contexto argentino, de algo que no se habla. Eso es lo que nos encuentra: nuestras militancias y nuestra sensibilización sobre las inequidades que no solamente tienen que ver con la clase social y el género, sino también con la etnia”.
En la educación
¿Cómo se manifiesta este debate en diferentes ámbitos? ¿Qué pasa en la educación? En su respuesta, Sandra Hoyos inicialmente invita a pensar en el objetivo fundante del sistema educativo, que es la consolidación del Estado-Nación. En lo que eso significó a nivel de homogeneización de diferentes civilizaciones. De todos modos, elige resaltar las transformaciones que ha tenido el sistema educativo a través de distintas legislaciones que dan cuenta del avance de derechos en el ámbito de la enseñanza. “Podemos nombrar a la Educación Sexual Integral (ESI) que es una herramienta fundamental, una ley específica que interpela a todo el sistema educativo”, pone como ejemplo.
Aunque –señala– “también estamos hablando de un gran sistema federal, que unifica todo en el idioma castellano y pierde de vista que hay en nuestro país numerosas lenguas originarias y comunidades que hablan su lengua madre”. Eso se traduce luego –cita como ejemplo– en “niñeces que nacen en una comunidad donde sus familias hablan una determinada lengua madre, lo que implica que su acceso al ámbito educativo le demanda además hablar castellano para continuar con sus trayectorias educativas”.
Una razón que explica que luego sean excepciones quienes lleguen al nivel superior de la educación, sea terciario o universitario. “Eso también es parte de una estructura colonial racista que persiste y está instalada en el sistema educativo”, marca Sandra Hoyos, y subraya que si bien se refiere a las comunidades indígenas, esto también alcanza a los ámbitos más urbanos.
“Las descendencias de todas esas identidades (originarias) habitan todo nuestro territorio y nuestra urbanidad. Yo soy una persona marrón y no tengo registro, vínculo, con mi lengua madre o mi pueblo originario. Pero mi color me dice que tengo una presencia descendiente indígena, en mi rostro y en mi identidad. Esa presencia está asociada de forma directa a los procesos que llamamos de socialización e interiorización de las personas”, explica la educadora y militante social.
Al ser histórico este modo de organizar socialmente a las personas –continúa– “hace que las personas marrones habiten los sectores de marginalidad”. Algo que impacta en sus vidas y se refleja en el acceso material y simbólico a los derechos, por ejemplo de habitar una universidad.
En este análisis, Hoyos invita a pensar cómo son representadas a través de las propagandas del Estado quienes acceden a la Asignación Universal por Hijo (AUH) o al programa Procrear. Alcanza con mirar las imágenes. O bien lo que pasa con el Previaje –abunda Hoyos– “que es un programa social, política pública que financia el Estado, y sin embargo el planero o planera son las personas que reciben el Potenciar Trabajo, por ejemplo”.
“Ese modo de organización responde a una estructura económica, social y cultural que determina los lugares que ocupan las personas. En las películas o en las series, ¿quiénes son los que representan el papel de la servidumbre o de la seguridad? ¿Quiénes el del galán de televisión o la heroína? ¿Quiénes la marginalidad?”, apunta para graficar cómo se construyen estereotipos y referencias sociales. Identidad Marrón –destaca Hoyos– trabaja sobre esas representaciones, en pensar y en cuestionarlas, para transformar.
Para avanzar más en este debate, advierte sobre “el modo de acumulación capitalista que tiene como referencia al hombre blanco, heterosexual. Como lo dijo Milei: «Qué culpa tengo yo de ser blanco, heterosexual, de ojos celestes y tener pene». Ahí lo que está implícito es el machismo, el odio de clase que tiene y su fuerte colonialismo. Él entiende que tiene cierta supremacía por tener ojos celestes, ser blanco y supuestamente heterosexual. Y ahí se instala la referencia”.
Octubre Marrón
Desde hace cuatro años, Identidad Marrón lleva adelante una propuesta que se conoce como Octubre Marrón, una invitación a hablar de racismo en la Argentina y a desterrar aquellas prácticas que lo sostienen. “Si bien hubo una transformación del Día de la Raza al Día del Respeto a la Diversidad Cultural, entendíamos que no podía ser sólo un día en el que se hable del impacto de la colonización, del imperio español. La herida colonial persiste”, alerta la profesora universitaria. Pero también considera a este tiempo como valioso para avanzar en el debate en torno a la “diversidad cultural” para no caer en “la folclorización de las diversidades étnicos culturales”.
“No acordamos tanto con este concepto de diversidad cultural porque de lo que hablamos es de un proceso de colonización de un imperio sobre otro. Se habla del 12 de octubre y se ponen juntas una persona afrodescendiente, una indígena y una rubia. Lo que estamos tratando de nombrar es el genocidio planificado que inició 1492: el proceso de anulación de todas esas identidades persistentes, de la homogenización de las lenguas, de las religiones, y de la apropiación de territorios con esta idea de mercantilización que hace el imperio español o los imperios que avanzan sobre los mismos”, explica Hoyos.
Octubre Marrón busca además “acompañar el noviembre que se identifica con la comunidad afrodescendiente”, expresa en referencia al 8 de noviembre en que se conmemora el Día Nacional de las y los Afroargentinos, y de la Cultura Afro, en homenaje a María Remedios del Valle.
Encuentro de Mujeres y Disidencias
Por segundo año seguido, el colectivo antirracista que integra Sandra Hoyos participa en el Encuentro Plurinacional de mujeres, lesbianas, travestis, trans, bisexuales y no binaries con el taller Identidades Marronas. Uno de los ejes con el que se trabaja es el de la pregunta por el racismo estructural en la Argentina. La militante social y feminista resalta la participación de docentes en estos talleres impulsados por el colectivo antirracista. “Hubo presencia de muchas docentes marronas y de otras docentes interesadas, que no son personas marronas, pero querían conocer y se preguntaban por sus estudiantes marrones”, describe.
Cuenta que en la dinámica de esos espacios se genera un ámbito propicio para “poder pensarse cada una y recuperar esas historias de racismo en sus vidas”. “Los talleres se convierten en un espacio muy íntimo, en los que muchas personas reconocen por primera vez que eso que les pasaba era racismo, de haber sido personas racializadas y por eso también discriminadas. No sólo empiezan a recuperar su propia historia sino también las familiares, las de su madre”.
Sobre el último encuentro –realizado en Bariloche del 14 al 16 de octubre pasado– Hoyos valora también el cambio de denominación, de reconocerse como plurinacionales. Igual opina que aún “se está en un proceso de folclorización” cuando se habla de plurinacionalidad, invitando a descolonizar prácticas.
“Eso tiene que ver con correrse de lugar, dar el espacio, la capacidad de aceptar otros procesos de organización. Eso apareció con el lugar que tuvieron las mujeres mapuches”, señala en referencia a que tuvieron un lugar en el inicio del encuentro pero sin tenerlo en la organización del mismo. Para la educadora, que en 2024 la sede del próximo encuentro sea Jujuy es una posibilidad clara para que “las mujeres indígenas, las identidades y cuerpos marrones tengan esta voz, y no solamente la folclorización de la etnicidad y de las ceremonias ancestrales”.
Marrones Escriben
Identidad Marrón tiene sedes de trabajo en Jujuy, en Ushuaia (Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur), en Tucumán, en provincia de Buenos Aires y en el conurbano bonaerense. Las redes sociales centralizan y difunden las actividades que encaran como colectivo, y de los encuentros en los que participan. En septiembre pasado, Sandra Hoyos fue una de las disertantes del 6° Congreso Internacional de Educación e Inclusión desde el Sur, organizado por el Ministerio de Educación de Tierra del Fuego, AeIAS y la Universidad Salesiana, en Río Grande.
Un buen material para conocer más sobre este espacio que invita a visibilizar el racismo estructural en la Argentina es el libro Marrones Escriben. Una producción colectiva que invita a las preguntas, para transformar, para construir un mundo mejor.
Nota publicada en la edición impresa del semanario El Eslabón del 21/10/23
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