Ana Fernández, nieta de una de las Madres de Plaza de Mayo arrojadas al mar en los vuelos de la muerte, se subió a un coche del transporte público porteño para contar su historia a viva voz y pedir “por favor, por la democracia: no voten a Milei”.

“Yo nací en Suecia, cuando acá en Argentina había una dictadura. Mi mamá tenía 16 años cuando la secuestraron embarazada de mí. Fue a un campo de concentración donde la despojaron de todo, incluso de su nombre: pasó a tener una letra y un número. Fue brutalmente torturada y cumplió 17 años en ese campo de concentración. Mi abuela, junto a otras dos Madres y dos monjas francesas, también fue secuestrada, la llevaron a la ESMA y fue arrojada con vida al mar”, relata Ana Fernández ante la mirada atenta de los pasajeros y pasajeras del subte en el video que rápidamente se viralizó en redes sociales y portales de noticias. Fue la manera que encontró para reflejar su preocupación ante los discursos de apología al terrorismo de Estado esgrimidos ni más ni menos que por los integrantes de la fórmula presidencial que competirá este domingo 19 en el balotaje. Y para concientizar y dejar en claro lo que está en juego en materia de derechos humanos.

Argentina nativa por ley

“Nací en Suecia, porque a mi mamá la secuestraron cuando estaba embarazada de tres meses de mí, pero soy Argentina nativa por ley y amo a este país”, dice emocionada esta licenciada en Administración y docente que tuvo el coraje de contar su historia ante desconocidos sin saber cuál iba a ser su reacción, y detalla: “Mi mamá nunca dijo que estaba embarazada y, como no se le notaba, eso de alguna manera hizo que ellos no pudieran tener el control de la tortura, que es algo que siempre tenían porque ellos torturaban cuidando que no te mueras para seguir torturando, torturaban a las mujeres embarazadas a las que pretendían robarles el bebé sabiendo cómo lo debían hacer para que ese bebé sobreviviera y en el caso de mi mamá eso no lo pudieron prever, con lo cual no se sabía qué iba a pasar conmigo, si iba a nacer o no, o cómo iba a nacer. De hecho hay una cuestión de material genético porque fue durante la primera fase de la formación. Incluso, cuando era joven me decían que no iba a poder tener hijos, aunque por suerte sí los pude tener”.

En diálogo con el programa Poné la pava, de Radio Rebelde Rosario, Ana repasa que cuando su madre, Ana María Careaga, es liberada, “sale muy lesionada, hasta el día de hoy tiene marcas en el cuerpo por la tortura”, entonces “mi abuela la lleva a Brasil”. Desde allí piden asilo político y del primer país que lo reciben es de Suecia. “Se analiza el riesgo de que viaje en ese estado y el riesgo de quedarse en Brasil y se decide que es mejor que viaje, por eso yo nazco en Suecia, en un centro de refugiados. Tanto ahí como en México, porque vivimos en México y después volvimos a Suecia, donde nació mi hermano, todo ese tiempo yo sentía que crecía en un lugar que no era el mío. Me la pasaba haciendo dibujitos de Argentina y quería conocer este país y a la parte de mi familia que estaba acá”. Ya en ese entonces sabían que su abuela, Esther Ballestrino de Careaga, quien durante el secuestro de Ana María había fundado junto a otras mujeres en situaciones similares Madres de Plaza de Mayo, había sido secuestrada. “En mi condición de niña y a diferencia quizás de los adultos como mi mamá, que era consciente de lo que significaba que te desaparecieran y las torturas, yo sí tenía esperanzas de encontrarla con vida. Yo quería volver a la Argentina para encontrarla y siempre amé este país a pesar de que no lo conocía y de las pérdidas. Hasta que Alfonsín sacó una ley para casos como el mío, así que soy «argentina nativa por ley», algo que trae bastantes conflictos burocráticos pero que tiene muchísimo que ver con mi historia y con mi identidad”. 

Una historia, miles de historias

“Lo que me impulsó (a realizar la intervención en el subte) fue la preocupación que tenía y sigo teniendo ante la posibilidad de que lleguen al gobierno un candidato tan violento como Milei y una candidata a vice que más que negacionista directamente reivindica el genocidio y el terrorismo de Estado que vivimos en Argentina”, señala Anita, como se la conoce por compartir el primer nombre de su madre, y agrega: “El disparador fue una amiga que me dijo «vamos a los subtes a contar nuestras historias». En su caso, ella fue víctima de violencia de género y lo que dijo es que si se pudieran comprar armas en los supermercados ella no estaría acá. Otra de las amigas que nos acompañó tiene un hijo con discapacidades y explicaba por qué pedía que no votaran a Milei, y en mi caso fui a tratar de contar en un minuto un pedacito de la historia de nuestras vidas, que en realidad son miles y miles y miles de historias. Tratar de llegar con ese mensaje a algunas personas porque yo entiendo que a alguien no le guste lo que está pasando, que sienta que la está pasando mal, que tenga diferencias. Todo lo que sea debates, diferencias, dentro del marco democrático lo entiendo perfectamente, por eso fui a explicar un poco qué implica Milei y por qué no es una opción: porque está usando esa democracia y queriendo llegar democráticamente para reivindicar cosas que no son democráticas, algo que es es casi paradójico”.

Ante la consulta si temió que su mensaje no fuera bien recibido en el vagón del subte al que se subió para proclamar su historia y su verdad, Fernández confiesa que “estaba muy nerviosa” pero que “por suerte hubo mucho respeto de parte de todos, no hubo ninguna situación violenta ni desagradable, al contrario, me aplaudieron, me agradecieron, y eso también me hizo pensar que la gran mayoría de las personas que están eligiendo como candidato a Milei no lo hacen porque están de acuerdo con las políticas genocidas, sino porque lo desconocen o no prestaron atención. Por eso está buenísimo que se sumen otros y otras y cuenten sus historias para que nadie vote sin saber, para que tomen conocimiento y sepan lo que hay detrás de ese voto”.

Los derechos que supimos conseguir

“Los argentinos, a 40 años del fin de la dictadura, logramos hacer un pacto democratico que es lo que está en juego ahora. Porque estas expresiones, sobre todo viniendo desde el Estado, porque «el curro de los derechos humanos» lo planteó un Presidente, el representante del Estado que nos tiene que proteger a todos y a todas independientemente de su ideología particular, habilitan otras expresiones de odio, de odio explícito, de violencia, incluso el intento de homicidio a una vicepresidenta”, fustiga Ana, y argumenta: “Una cosa es que una parte de la población exprese su violencia en redes y demás, que por supuesto es triste, es feo, y que hay que trabajarlo con educación y con formación, pero es muy distinto a que venga de personas que tienen una responsabilidad institucional y es mucho más peligroso incluso si viene directamente de los que manejan el propio Estado o pretenden manejarlo como Milei y Villarruel”.

“A veces, a los jóvenes les parece que fue hace mucho, pero en términos históricos de un país 40 años es muy poco –continúa–, y las consecuencias de esa dictadura todavía las estamos viviendo. El plan económico que implementó esa dictadura, para lo cual tuvo que desaparecer a 30 mil personas y perseguir y que no haya libertad de expresión y que no te puedas juntar, todavía lo estamos sufriendo, un modelo que generó una deuda externa increíble, una forma distinta de acumulacion financiera y el empobrecimiento de millones de argentinas y argentinos. Entonces, que un país se vaya recomponiendo económica, social, política y culturalmente, después de arrasar con una generación, lleva un montón de tiempo. Muchos de esos jóvenes, además, creen que los derechos adquiridos fueron fáciles de conseguir, o que ya están y no se van a perder. Y aunque está buenísimo que uno nazca y crezca y se acostumbre a eso, tiene que tener conciencia que puedan estar en riesgo y que de hecho es lo que está en riesgo ahora, desde los más básicos como la educación y la salud hasta la seguridad y la integridad que todos los ciudadanos debemos sentir, pensemos como pensemos, desde el propio Estado que es el que tiene que cuidarnos”. 

Antes de despedirse, Anita remarca que “estos personajes se llevan votos porque se los ve como rebeldes pero en realidad de rebelde Milei no tiene nada”, y se explaya: “Por eso nunca explican lo que proponen. Si uno busca y busca, lo que encuentra es violencia, gritos, odio, pero nunca una explicación real de qué quiere hacer y cómo lo quiere hacer. Lo que encontrás son entrevistas en las que confiesa que quiere que explote todo, la economía principalmente. No está proponiendo nada nuevo, él sí, tal vez es un personaje nuevo, pero no sus propuestas”. 

Y concluye: “Amo este país, es el que elijo, en el que quiero estar, en el que crecen mis hijos, en el que el más grande fue a preescolar, jardín, primaria, secundaria y universidad pública. Tenemos un país maravilloso, al que le faltan un montón de cosas, pero es acá donde las quiero hacer. Hay mucho por construir pero también es mucho lo que se conquistó y muchísimo lo que está en juego el domingo 19”.

Nota publicada en la edición impresa del semanario El Eslabón del 17/11/23

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