En este tiempo político, ¿qué libros se vuelven necesarios? ¿Cuáles volver a leer? ¿Qué lecturas pueden aportar al debate educativo? Un grupo de educadoras y educadores comparte sus preferencias. Las recomendaciones pasan por textos pedagógicos y literarios, cada uno guarda valiosos argumentos de por qué elegirlos.
La gran maestra Adriana Puiggrós es una de las recomendadas. También están en esas sugerencias desde Paulo Freire, Albert Camus, Andrés Rivera, Carina Kaplan, Edith Litwin hasta el joven escritor César González. Otro de los autores mencionados es Dalmiro Sáenz y una compilación de pedagogas y pedagogos que invitan a pensar la inclusión y la calidad educativa en la Argentina de hoy, en contraposición a la meritocracia.
Fernanda Felice es docente de la Universidad Nacional de Rosario, licenciada en Fonoaudiología y especialista en Alfabetización e Inclusión. Su recomendación pasa por uno de los clásicos de la pedagogía: Cartas a quien pretende enseñar. “Es un precioso libro, escrito por el maestro Paulo Freire, que siempre es bueno tener a mano, más aún en los tiempos que corren”, apunta Felice.
La educadora destaca que en esta obra “Freire le dedica cartas a las maestras con la intención de reflexionar sobre la práctica docente, el vínculo entre educadores y estudiantes, las cualidades necesarias para el desempeño de la docencia progresista, el derecho a la educación pública, el reclamo por salarios justos, entre otros temas fundamentales”.
Elige de este libro una cita para compartir “celebrando que Freire –dice– nos ayude a reconocernos como trabajadores y militantes políticos, además de educadores, que debemos luchar contra las injusticias y preparar a nuestros y nuestras estudiantes para que puedan posicionarse de una manera lúcida y crítica frente al mundo”. La cita elegida: “Es necesario desenmascarar la ideología de cierto discurso neoliberal, a veces llamado modernizador, que hablando del tiempo histórico actual trata de convencernos de que así es la vida: los más capaces organizan el mundo, producen; los menos capaces sobreviven…”
Carina Trivisonno es la directora de la Escuela N° 90 María Remedios del Valle, de Rosario. La Peste, de Albert Camus, es el libro que encabeza su recomendación de lectura. “Lo leí por primera vez a los 16 años, es un clásico universal”, dice de la novela que sigue releyendo con frecuencia. Considera que lo que describe Camus que le pasa a una determinada sociedad y a sus habitantes cuando irrumpe una peste y surgen todas las miserias pero también los lazos de solidaridad, “es una buena metáfora para estos tiempos”.
Compara esas imágenes con lo que pasó durante la pandemia y pasa ahora. “La peste es esta sociedad enferma de neoliberalismo, de esta fase terminal del capitalismo”, de toda “esa monstruosidad” que busca terminar con los lazos sociales y los derechos. “Pero también es esto que emerge de ciertos sectores, de quienes no nos conformamos y resistimos en las calles, en distintas actividades. Algo que va a ir creciendo”.
De Simón Rodríguez a Paulo Freire: educación para integración iberoamericana, de Adriana Puiggrós, otra de las obras inevitables de señalar para la profesora. Este libro “tiene que ver con el posicionamiento emancipatorio que planteó Simón Rodríguez: el de una educación que tenía que nacer aquí, en América, no ser trasplantada desde Europa; no ser una educación colonizadora ni colonialista”. “Puiggrós analiza –destaca la directora– nuestras capacidades, de quienes trabajamos en educación, de producir los propios conocimientos”. Por el contrario, la idea de este gobierno “es avasallar la educación pública con una tónica totalmente colonial”.
Estado o meritocracia
Gabriel Brener es pedagogo, profesor universitario y de institutos de educación superior. Afirma que es un buen momento para repasar los artículos que compiló junto al educador Gustavo Galli, en el libro Inclusión y calidad como políticas educativas de Estado o el mérito como opción única de mercado, editado en forma conjunta por La Crujía, Stella y la Fundación La Salle (2016). “En este contexto viene bien leerlo”, recomienda Brener.
El título ya es una convocatoria al debate de las políticas educativas que busca implementar Javier Milei, y conocidas durante el macrismo. En el libro compilado por Brener y Galli se abordan temas como equidad educativa, derecho social; derecho, acceso y democratización de la educación; enseñanza secundaria y meritocracia, entre otros. Escriben Alberto Sileoni, Eduardo Rinesi, Myriam Southwell, Alejando Vassiliades, Myriam Feldfeber, Sonia Alesso, Inés Dussel, Graciela Favill y Graciela Morgade, entre otras autoras y autores.
María Lenci es maestra, profesora de teatro, actriz y promotora de la lectura. Se inclina por recomendar La revolución es un sueño eterno, de Andrés Rivera. “Ese orador de la Revolución que sigue hablando en sus ideas y pensamientos mientras su lengua se carcome de un cáncer”, describe en voz alta y admiración la escritura de Rivera.
“Me preguntaba estos días cómo serán las palabras alusivas de nuestros actos escolares este año. Me imaginé con la garganta anudada, tratando de explicar por qué los hombres de Mayo sostuvieron la Revolución y cuál era la relación con los intereses económicos de la corona”, continúa sobre las razones de su elección. Y marca también: “Cuando pronunciamos «La patria no se vende», estamos hablando de esa patria que eligió su autonomía económica y cultural”.
Lenci propone compartir este pasaje de la obra que aprecia como muy movilizador: “Escribo: un tumor me pudre la lengua. Y el tumor que la pudre me asesina con la perversa lentitud de un verdugo de pesadilla.
¿Yo escribí eso, aquí, en Buenos Aires, mientras oía llegar la lluvia, el invierno, la noche? Escribí: mi lengua se pudre. ¿Yo escribí eso, hoy, un día de junio, mientras oía llegar la lluvia, el invierno, la noche?
Y ahora escribo: me llamaron –¿importa cuándo?– el orador de la Revolución. Escribo: una risa larga y trastornada se enrosca en el vientre de quien fue llamado el orador de la Revolución. Escribo: mi boca no ríe. La podredumbre prohíbe, a mi boca, la risa.
Yo, Juan José Castelli, que escribí que un tumor me pudre la lengua ¿Sé, todavía, que una risa larga y trastornada cruje en mi vientre, que hoy es la noche de un día de junio, y que llueve, y que el invierno llega a las puertas de una ciudad que exterminó la utopía pero no su memoria?”
La educadora asegura –respecto de este pasaje– que “ésta es un poco la pregunta de este tiempo, de este país y su memoria”.
El oficio de enseñar
Fabiana Altamirano es periodista de formación y docente de oficio, tal como le gusta presentarse. Es profesora de la Escuela ETICA. “El libro al que siempre vuelvo es El oficio de enseñar, condiciones y contextos, de Edith Litwin. Es un libro que siempre está vigente al momento de reflexionar sobre nuestras prácticas docentes en contextos reales, porque propone pensar la educación en su dimensión política, social y cultural para que las propuestas pedagógicas sean mucho más significativas y cobren sentido en la cotidianeidad de les estudiantes”, distingue de la obra elegida.
Destaca que el concepto de conocimiento propuesto por Litwin sigue siendo innovador. Y lo cita: “Una visión amplia y compleja del conocimiento reconoce sus aspectos emocionales y afectivos, a la vez que intenta evitar una distinción dicotómica entre cognición y afecto, generando una nueva concepción de mente y reconociendo el lugar que en el conocimiento juegan todos los sentidos”.
“En estos tiempos convulsionados –reflexiona la profesora de la ETICA– creo que les docentes nos seguimos preguntando acerca de qué diálogos generamos, qué conversaciones posibilitamos con les estudiantes”. Señala que las respuestas son diversas, pero si algo enseña Litwin “es que el oficio de enseñar no puede basarse sólo en las disciplinas y sus problemáticas”. “Si sostenemos el valor del interés, la reflexión y el análisis para el estudio, debemos aprender a despertarlos y a respetarlos en les estudiantes, y para que esto acontezca deben estar presentes las subjetividades, los deseos, las risas y los juegos”, asegura Altamirano.
Melina Barsola es directora y profesora de literatura en la Escuela Secundaria N°551 Sonia Beatriz González, además de docente del Instituto Superior del Profesorado N° 24. Menciona tres libros como recomendación de lectura. “Los tres rodean esta idea de que la construcción es colectiva, que hay caminos donde hay más o menos herramientas, y que la escuela es el lugar donde esas herramientas se encuentran, se construyen, se deconstruyen y se vuelven a armar”, dice sobre su elección.
El primero que nombra es La patria equivocada, de Dalmiro Saénz: “Por la calidad y el estilo de escritura, que es mordaz, agitador y porque hace un recorrido histórico muy interesante”. Opina que “más que nunca” es necesario volver a leer esos recorridos por la historia “que nos hagan pensar en las injusticias, por las cuales luchamos, conquistamos, hicimos que fueran derechos y hoy quieren ser avasallados”.
El otro es un libro bastante nuevo, El niño resentido, de César González, “este escritor que cuando estuvo preso usó el seudónimo de Camilo Blajaquis”, apunta la profesora acerca de quien también es cineasta. En su obra plantea la idea de “cómo somos una construcción de todo lo que nos rodea”.
También invita a leer y releer La afectividad en la escuela, de Carina Kaplan. En este libro su autora desafía “a encontrarnos en la escuela como territorio de esperanza”. “Esta idea de que la escuela sigue siendo un territorio de esperanza ante cualquier adversidad, la tendríamos que pensar siempre, más en este tiempo de crisis”, valora Barsola y considera que pensar a las escuelas en esa dimensión convoca a “seguir haciendo cosas y no quedar varados en la angustia”.
Gustavo Brufman es el director del Centro de Estudio, Investigación y Documentación Educativa (Ceide) Simón Rodríguez, de la Facultad de Humanidades y Artes (UNR). “Son muchos los libros que ameritan releerse a la luz de los acontecimientos de este tiempo. Pero no tengo dudas que uno de ellos es Volver a educar. El desafío de la enseñanza argentina a finales del siglo XX, de Adriana Puiggrós”, elige el educador y da sus razones: “Porque no sólo historiza analizando el fracaso de la utopía sarmientina, sino que lo hace en el contexto de un proceso de desintegración de un entramado social y cultural, enmarcado en la agenda neoliberal del menemismo que hoy reivindica Javier Milei”.
En esta obra Puiggrós “establece una serie de deficiencias del paradigma educativo, y nos propone reflexiones para educadores y educandos que es imprescindible actualizar y re-enlazar” con las y los nuevos sujetos de la educación “de esta generación marcada de nuevas tecnologías, pandemia de Covid, pero también un potente movimiento social y juvenil, con otro protagonismo”.
Nota publicada en la edición impresa del semanario El Eslabón del 10/02/24
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