La multipremiada Puan, de María Alché y Benjamín Naishtat, se seguirá proyectando en espacios públicos de Santa Fe. Escrita hace cinco años, destaca por su poderosa actualidad.

Puan transcurre en un momento de la vida de Marcelo Pena, profesor de filosofía que debe competir inesperadamente por un lugar que creía corresponderle: la titularidad de la cátedra de su mentor recientemente fallecido. Ganadora de los premios al Mejor Guión y Mejor Actor en el festival de cine de San Sebastián, la película dirigida y escrita por María Alché y Benjamín Naishat promete una historia para empatizar con un hombre que comienza a cuestionarse sobre su vida en la mediana edad.

A su vez, hay un excelente condimento que nos despabila, cual espectador que consume historias apocalípticas. Nos interpela una trama que podría ser la de hoy debido a las similitudes y temas que pujan por debatir en este contexto de la Argentina reciente, hecho que nos hace pensar en una problemática cíclica de nuestra historia.

El género que nos propone la película es el de la comedia filosófica. La productora de Puan, Bárbara Francisco Mendivil, explica sobre la particularidad del mismo. “Hay una idea tácita de que la filosofía tiene un halo de intelectualidad o de dificultad del pensamiento. Eso creo que provoca cierta idea de superioridad. Sin embargo, la filosofía tiene que ver con las preguntas más básicas del ser humano, con las preguntas que todos nos podemos hacer. En cuanto a la comedia, creo que es un género encantador, no es nada fácil hacer reír. La película lo logra con gags totalmente básicos y también con ideas más desarrolladas. Creo que la potencia del género radica en poder reírse de uno mismo”.

Por su parte, Marcelo Subiotto, actor protagonista de la historia, acota: “Se trata, justamente, de jugar un poco con esa posible contradicción que en realidad se complementan: comedia y filosofía”. Y ante la consulta sobre su identificación con el personaje Marcelo Pena, asegura: “Me parezco a él en el sentido de que me son familiares los lugares que habita y con el preguntarme el porqué de las cosas. También puedo ser un poco ese profesor en la timidez que me despierta en lo personal ir a determinados lugares donde uno tiene que estar mejor vestido y preparado para ir a recibir un premio, por ejemplo”.

La historia transcurre en una situación del país que podría ser actual a pesar de que fue escrita hace cinco años atrás. Bárbara explica que los directores tuvieron una sensibilidad muy grande con el entorno y que lograron hacer un análisis muy justo: “Creo que tuvieron una visión muy acertada de lo que estaba sucediendo en nuestro país. Cuando los productores empezamos a desarrollar la película y buscar financiación pensábamos el final como un posible 2001 o 2015, crisis que ya conocíamos. Nuestra reflexión fue que en Argentina es usual estar en crisis, todo es posible. Y después sucedió algo en lo que no hubo estrategia directa, sino intuición.” 

“Esta particularidad con la actualidad sucedió a pesar de”, explica Marcelo. “Como que hay algo de la realidad que va a tomar a la película y no al revés”. En relación a ello recuerda cómo, algunos años atrás, después de leer el guión se dijeron, “bueno, che, pero esto no volverá a pasar, ¿no?, jaja. ¿No estaremos dando ideas?”.

La participación de la actriz y cantante Lali Espósito en la película es otro ingrediente “futurista” que hoy cobra una nueva mirada. El ensañamiento que por estos días tuvo el presidente Javier Milei sobre su figura, un ícono popular con opiniones en contra de la ultraderecha, para desprestigiar a los artistas argentinos no fue casual, y se presenta como un estado de alarma para el mundo de la cultura. El hecho no fue azaroso para algunos de sus seguidores que salieron a decir que los ataques de Milei hacia Lali Espósito son similares a los que habría ejercido Donald Trump contra Tylor Swift. Consultado por este episodio, Marcelo muestra su angustia y repudia ese suceso violento para con su compañera de Puan: “Cuando estuvimos en los Premios Goya, donde la película fue nominada, me di cuenta que esto no pasa sólo en Argentina y que el problema no es económico, es ideológico. Escuchar las críticas de Almodóvar y recordarles a los políticos presentes que el dinero que reciben los cineastas lo devuelven con creces, con impuestos y dando cantidad de puestos de trabajos me hizo reflexionar más allá de nuestro país”. 

El largometraje trata una problemática en el ambiente de la Facultad de Filosofía de la Universidad de Buenos Aires, situada en calle Puan, de ahí su metonimia. Pero también apunta a repensarnos en otros temas como las relaciones sociales, la muerte, los vaivenes para enfrentar la situación económica con sueldos docentes. En este punto se sospecha que la filosofía sirvió de conducto, y el actor principal lo confirma: “El personaje del profesor atraviesa, ante todo, una situación de duelo por la muerte de su mentor. Y a partir de la muerte de esta persona que, hasta entonces le había organizado un poco la parte social de su vida, se da cuenta de que había otras muertes que no vio, propias, de lo que le pasó en la vida en general. Me gustaba mucho tener que atravesar esa humanidad y contar un montón de situaciones desde ahí. Es decir que sí, hay una mirada filosófica en todo eso y aparece la idea de preguntarse por otras cosas”.

Por otra parte, es consecuente la temática con la forma en que es abordada la distribución de la película en espacios públicos como lo es en Santa Fe. Fue proyectada en El Cairo, en Cine Lumiere y próximamente estará en Plaza Cívica y en el Centro Cultural Provincial. La productora analiza al respecto: “Siempre que hacemos una película queremos que se vea, que llegue a todos lados. Pienso que siempre hay más audiencia para una película que la cantidad de personas que logran verla”. 

En el caso de Puan hubo una estrategia de distribución ideada pero las repercusiones trascendieron mucho más de lo esperado. “Filmamos en Puan y pensamos que la audiencia natural eran los docentes y estudiantes de esa facultad. Eso lo ampliamos a las distintas facultades de la UBA, y a otras facultades de las provincias. En el caso de Rosario replicamos algo de esa comunicación. Pero la realidad es que hubo una aceptación y demanda por parte de las facultades y espacios públicos de proyectar la película y nosotros nos hicimos eco de eso, las autorizamos, armamos debate y participamos de los eventos. Yo tenía la ilusión de que hubiera una sala en el país que se llenara, hubiera cola de gente y así lograr cierta mística. Eso lo logramos en El Cairo, una sala hermosa”, confiesa Bárbara.

Si hay algo que nos viene a confirmar esta película es el seguir apostando a una cultura pública, y para todas y todos. Sabiotto asegura: “La cultura es la identidad, tiene que ver con nosotros, con la forma de expresarnos, de vestirnos, de sentirnos, de elegirnos, claro que es un derecho del cual no podemos despojarnos”. Y opina: “Yo creo que en este momento hay algo de lo que no estamos pudiendo ver. Y no somos conscientes de nuestra ignorancia, el problema no es la ignorancia sino el no ser consciente de ello. Hay mucho discurso y poco contenido. Además, estamos respondiendo a preguntas que son viejas. Es una época de una crisis grande pero que a su vez nos invita a un acto de creatividad, de discusión y debate para que todo esto pueda dar la vuelta”.

Finalmente, la productora Mendivil revela que se encontró con gente que escuchó hablar de la película, que la quiso ver y aún no pudo, entonces ella le responde con la siguiente invitación: “Vayan a verla que no se van a arrepentir, van a reír y llorar, y seguramente con alguna pregunta se van a quedar. Es una buena película como punto de partida para charlar con amigos y familia, para hablar de política sin decir que estás hablando de política”.

Nota publicada en la edición impresa del semanario El Eslabón del 02/03/24

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