Cuando pensamos en estos dos genios del fútbol, a menudo imaginamos una rivalidad acérrima. Bilardismo contra Menottismo, dos posturas que trascienden lo futbolístico y se convierten en una filosofía de vida, una manera de afrontar la existencia. Sin embargo, no podemos negar que había una característica que estos dos DTs compartían por sobre todas las diferencias que se les pudiera atribuir: un amor incondicional por la Argentina y por la argentinidad.
Este amor por la Argentina se tradujo en dos proyectos de Selección Argentina que nos llevaron a lo más alto del mundo (no una, sino dos veces) y que convirtieron al fútbol argentino en un ejemplo único de talento y de tenacidad. Es por esta razón que, más allá de las preferencias particulares de cada persona, menottistas y bilardistas debemos estar agradecidos con la vida por haber tenido en este suelo a dos de los mejores técnicos de la historia.
Menotti en los 70, un hueso duro de roer
El contexto político de la década de los 70 es indesligable del fútbol. Como es bien sabido, durante el mundial de 1978, que tuvo a la Argentina como sede, gobernaba de facto una dictadura militar. Con este contexto, asumir la responsabilidad de dirigir a la Selección Argentina y ser un jugador de fútbol que representaba al país implicaba una carga psicológica y física tremendas.
Lo que se le destaca principalmente a César Luis Menotti al respecto de su paso como DT de la Selección Argentina entre 1973 y 1982 es que la profesionalizó y creó un proyecto con continuidad, a fin de obtener mejores resultados. Fue así que, en solo 5 años, logró darle a la Argentina su primer título de campeones del mundo.
Una anécdota que recuerdan muy bien los campeones del mundo del 78 es que, cuando Menotti los convocó para formar parte del plantel, hizo una cena con todos ellos y sus esposas en la que no hablaron de fútbol, sino que formaron un vínculo más personal. Esto les permitió conocerse mejor y tener una dinámica de juego mucho más cohesiva. Esto le dio mucho prestigio y una capacidad de toma de decisiones indiscutible, que perduró hasta el mundial de 1982, en el que la Argentina se quedó afuera en segunda fase.
El comienzo del ciclo de Bilardo y la atribución de una rivalidad
El ciclo de Carlos Salvador Bilardo en la Selección Argentina comienza justo después de la finalización del ciclo de Menotti, en 1982. Hasta el momento, la relación de ambos DTs había sido de sumo respeto (y lo siguió siendo hasta la muerte de Menotti), algo que el “Doctor” Bilardo siempre destaco del “Flaco” Menotti es que le había dado “orden” a la Selección y había hecho que se comience a respetar al seleccionado, no solo en el país, sino en todo el
mundo.
Sin embargo, con los primeros partidos que dirigió el Doctor, comenzaron a hacer repercusión en las noticias los comentarios sobre su juego que hacía el Flaco. Uno de estos comentarios fue al respecto de un partido que perdió la Selección de Bilardo contra Valladolid, en Toulon, en 1983.
Según Menotti, Bilardo había concedido una ventaja al rival al declarar que no estaba afianzado con sus jugadores porque “los había conocido en el avión”. Esto molestó al Doctor, que declaró que no le correspondía opinar sobre su estilo de dirección a “los hombres que se dicen de izquierda y andan a los abrazos con los militares”. Desde entonces, la relación fue bastante ríspida.
Antes de estos comentarios, Menotti había declarado que la Selección Argentina estaba perdiendo prestigio, a lo que Bilardo respondió: “¿Qué prestigio, si salimos undécimos en el mundial 82? Llegué a la AFA y no había nada’. Esto ya predispuso algunas asperezas entre estos dos genios de la estrategia.
Dos filosofías con sus propios resultados
Desde un principio, ambos directores técnicos demostraron sus diferencias al respecto del estilo de juego que más les gustaba. Roberto Saporiti recuerda una reunión que tuvo en su casa con ambos directores técnicos, en la que no se habló de fútbol, sino que se contaron anécdotas, pero ambos técnicos tuvieron la oportunidad de dejar en claro sus preferencias futbolísticas.
Por una parte, Menotti prefería mantener la posesión de la pelota y que los jugadores se movieran de forma inteligente para poder crear situaciones de juego. Por otra parte, Bilardo prefería “recuperar la pelota y atacar enseguida. No perder tiempo”. De esta manera, se aprovechan al máximo las oportunidades de gol y se mantiene el arco en cero.
Sin embargo, un aspecto que destaca Saporiti en el que coincidían ambos técnicos es en la velocidad del juego. Y menciona, además, que dentro de la cancha ambas selecciones tenían una misma rigurosidad y autoexigencia, lo que le permitió a la Argentina salir campeona del mundo en el 78 y en el 86.