Una ex integrante del Departamento de Estado de EEUU y un mayor del ejército de ese país cuentan por qué renunciaron. “Como judío, fui criado en un ambiente moral implacable sobre el tema de la responsabilidad por la limpieza étnica”, señaló el ex mayor Harrison Mann.

Hala Rharrit fue la primera diplomática del Departamento de Estado de Estados Unidos que renunció públicamente porque rechaza, y considera contraproducentes e inhumanas, las políticas que lleva adelante el gobierno de su país en la Franja de Gaza. “No pude seguir siendo representante del Departamento de Estado y salir a promover esta política. Es una política inhumana. Es una política infructuosa que no está ayudando ni al pueblo palestino ni al pueblo israelí”, señaló la ex funcionaria en una entrevista al medio estadounidense Democracy Now! (¡Democracia ahora!)

Pero la ex diplomática no es la única arrepentida que deja su cargo por cuestiones de ética y de humanidad. La periodista Jessica Corbett publicó en el medio estadounidense Common Dreams (Sueños comunes) una lista ampliada de arrepentidos: “Otros que han renunciado a sus trabajos por el apoyo del gobierno estadounidense a la guerra de Israel incluyen a Lily Greenberg Call, asistente especial del Departamento del Interior y la primera persona política judía designada que renunció en protesta; Tariq Habash, un palestino estadounidense que trabajó como asesor político en el Departamento de Educación; y Stacy Gilbert, Josh Paul, Hala Rharrit y Annelle Sheline, quienes abandonaron el Departamento de Estado”, señaló en la nota titulada “Jewish US Army Major Explains Why He Resigned Over Gaza” (“Un mayor del ejército estadounidense de origen judío explica por qué renunció a causa de Gaza”). 

“Incluso antes de que el ataque liderado por Hamás del 7 de octubre provocara los continuos bombardeos, ataques terrestres y restricciones israelíes a las entregas de asistencia humanitaria a Gaza, Estados Unidos le dio a Israel miles de millones de dólares en ayuda militar anual. Las armas y el apoyo diplomático de Estados Unidos al aliado de Medio Oriente han aumentado en los últimos ocho meses”, agrega Corbett. 

Pese a los pedidos de alto el fuego, las protestas en Israel y el resto del mundo, y las resoluciones de la Corte Penal internacional (CPI), Israel siguió atacando Rafah, la ciudad más meridional de Gaza, donde más de 1,4 millones de palestinos han buscado refugio. 

Más de 35 mil palestinos han muerto en los últimos siete meses. Otras 7 mil personas están desaparecidas y se cree que están enterradas bajo los escombros. Unas 78 mil personas han resultado heridas.

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) emitió una dura advertencia y declaró que “se espera que más de un millón de personas, la mitad de la población de Gaza, se enfrenten a la muerte y al hambre a mediados de julio”.

El informe de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) publicado el 2 de mayo describe el número de bajas en Gaza como algo “sin precedentes” en tan poco tiempo. Y agrega que el mundo no ha visto, desde la Segunda Guerra Mundial, el nivel de destrucción de viviendas en Gaza.

Por su parte, la responsable médica de Médicos Sin Fronteras en Gaza, Karin Huster, afirmó que “la situación es apocalíptica”, y que en los últimos días se ha producido una “escalada demencial de las hostilidades” en toda la Franja de Gaza. “Hemos presenciado el bombardeo de hospitales. Hemos presenciado el bombardeo de campamentos de refugiados. Hemos presenciado el bombardeo de centros de reparto de ayuda humanitaria. La situación es apocalíptica. Esta mañana, de camino al hospital, vi dos burros que transportaban los cuerpos de al menos ocho personas que habían muerto en las hostilidades de anoche. Cuando llegamos, la sala de emergencias estaba completamente abarrotada. Había familias gritando. Había un hombre gritando por su familia que había muerto”, señaló Huster.

Cada vez son más las ciudadanas y ciudadanos de todo el mundo que rechazan la masacre en Gaza. En Estados Unidos, un movimiento masivo de protestas estudiantiles con campamentos de solidaridad con Gaza en campus universitarios de todo el país fue objeto de una feroz represión, con redadas de la policía, arrestos masivos y violencia. Más de 2.200 personas fueron detenidas en 43 centros universitarios en las últimas semanas. 

Armas para Israel y corrupción

Rharrit, que se desempeñó durante 18 años como portavoz en árabe del Departamento de Estado en Medio Oriente, dejó su puesto para no seguir involucrada con una maquinaria de guerra que, según el derecho internacional, está cometiendo un genocidio: “No estamos autorizados a enviar equipo militar y armas a países que violan los derechos humanos. La Corte Internacional de Justicia ha dictaminado que es plausible que se esté cometiendo un genocidio, pero aún así seguimos enviando miles de millones de dólares, no sólo en calidad de armamento defensivo, sino también de armamento ofensivo. Se puede considerar una violación de la legislación nacional. Muchos diplomáticos lo saben y tienen miedo de decirlo”, agregó la ex funcionaria, al tiempo que denunció el accionar del complejo militar-industrial, las presiones que ejerce y las coimas que reparte.

Sobre este punto, señaló que es la “corrupción en el gobierno” la que permite que continúen las ventas de armas a Israel. “No pude evitar sentirme inquieta por la influencia que ejercen los lobistas y grupos de presión en nuestra política exterior y también en el Congreso, en las personas que deciden si se autorizan o no estos envíos de armas. Mi conclusión es que nuestros políticos no deberían obtener beneficios de la guerra. Y desafortunadamente, tenemos algo de corrupción institucionalizada que permite eso”, explicó Rharrit a Democracy Now!

“La verdadera razón por la que renuncié es que ya no podía ser parte del Departamento de Estado y promover esta política. Es una política inhumana. Es una política fallida que no beneficia a los palestinos ni a los israelíes. Y quiero enfatizar ese punto, que no son sólo estrictamente los horribles asesinatos en masa que todos hemos estado observando en el curso de más de 200 días, la persecución de periodistas, de los trabajadores de la salud, más de 14 mil niños masacrados, sino que [esta política] tampoco contribuye a la seguridad de los israelíes. Los rehenes siguen retenidos en Gaza. Los israelíes saben que habrá un círculo vicioso de violencia luego de la matanza de tantas personas en Gaza. Esto no ayuda a nadie”, señaló la ex funcionaria del Departamento de Estado de Estados Unidos.

Rharrit afirma que la política militarista no es la solución. “Como diplomática, como alguien que cree en la diplomacia, en el poder de la diplomacia, yo hice todo lo que pude desde dentro para tratar de explicar esto diariamente, a través de informes, a través de cables. Nada funcionaba, hasta que finalmente tomé la decisión de que ya no podía ser parte del sistema”, agregó.

Hala Rharrit, ex diplomática de EEUU, calificó de “inhumanas” las políticas yanquis en la Franja de Gaza.

La ex funcionaria considera que su país tiene que respetar sus leyes internas y el derecho internacional. Asegura asimismo que la opción militarista, lo único que hace, es crear un círculo vicioso de violencia. “Y claramente [esa política] no ha logrado sus objetivos. Ha fracasado. La situación en Gaza sigue siendo profundamente inestable. La gente continúa sufriendo a diario”, consideró Rharrit, al tiempo que denunció que buena parte del armamento se manda “por debajo de la mesa”, es decir, en forma ilegal, sin la aprobación del Congreso. Una política ilegal y corrupta “para seguir cometiendo delitos en Gaza”, insistió.

La ex diplomática señaló que, desde dentro del sistema, pudo llegar a una triste conclusión que resume la actitud de los militaristas: “Que una vida palestina no vale lo mismo que una vida israelí”, dijo.

“Como diplomática, no pude evitar sentirme preocupada por la influencia de intereses particulares, de las presiones de la industria de armamentos, y de otros intereses sectoriales que sirven a gobiernos extranjeros. Es muy, muy frustrante cuando trabajas todos los días en el área de la política internacional estadounidense y sabes que no importa lo que hagas y no importa lo que los altos funcionarios estén haciendo (…) las políticas no van a cambiar”, concluyó Rharrit, que insistió sobre el papel nefasto de esos grupos de intereses corporativos, que dan lugar a la “corrupción institucionalizada” dentro del gobierno. 

“Todo el mundo sabe que nuestros políticos son capaces de lucrarse significativamente a través de la industria armamentista y de las contribuciones a las campañas”, agregó. 

“La ira en la región es palpable, y es algo traumático. Cuando las personas consumen imágenes diarias de masacres, de personas que sufren, y además escuchan que Estados Unidos está facilitando voluntariamente que eso ocurra al continuar enviando bombas, eso hace que pierdan por completo la fe en Estados Unidos. Y esto es lo que era tan doloroso para mí como diplomática estadounidense. He trabajado durante los últimos 18 años para estrechar lazos entre Estados Unidos y otros países, promover los intereses de Estados Unidos, promover la imagen de Estados Unidos. Pero esta política está haciendo que eso sea imposible. ¿Cómo podemos hablar de libertad de prensa cuando permanecemos voluntariamente en silencio ante los asesinatos de tantos periodistas? Yo personalmente trabajé con el objetivo de emitir un comunicado respecto a los asesinatos de periodistas en Gaza, y me encontré con mucho rechazo. Y me sorprendió mucho que mis propios colegas tuvieran tanta oposición a ello. Es un valor estadounidense fundamental promover la libertad de prensa. No podemos tener excepciones. No podemos tener un doble rasero”, señaló Rharrit.

“No se matan 35 mil civiles por accidente”

La periodista Jessica Corbett cuenta la historia del ex mayor Harrison Mann, y a partir de las palabras del soldado arrepentido, confirma las denuncias de periodistas y organismos de derechos humanos que documentaron el uso de armas estadounidenses para matar y herir civiles en Gaza. Además, el ex soldado dejó en claro que la masacre de civiles fue planificada por Israel.

Tras presentar oficialmente su renuncia, el mayor del ejército de Estados Unidos Harrison Mann, que trabajó asimismo para la Agencia de Inteligencia de la Defensa, concedió un par de entrevistas explicando su decisión de renunciar por el apoyo estadounidense a los ataques de Israel en la Franja de Gaza, informa Corbett en Common Dreams.

En su aparición en CBS News, Mann leyó su carta de renuncia, en la que destaca su experiencia como persona judía, y escribió que “como descendiente de judíos europeos, fui criado en un ambiente moral particularmente implacable cuando se trataba del tema de soportar responsabilidad por la limpieza étnica (mi abuelo se negó a comprar productos fabricados en Alemania), en mi hogar a menudo se repetía la importancia primordial de “nunca más” y la insuficiencia de “simplemente seguir órdenes”.

Al ser preguntado por el periodista Jim Axelrod, quien lo entrevistó en CBS News, sobre “si había intención de matar civiles por parte de Israel”, el ex mayor del ejército respondió: “No sé cómo se mata a 35 mil civiles por accidente”.

“Vimos, incluso desde los primeros días de la campaña aérea israelí, la voluntad de infligir muchas bajas civiles”, dijo Mann a Axelrod, que también le preguntó si sentía que su tarea en Gaza lo hacía responsable del hambre que sufren niñas y niños palestinos. “Sí”, fue la respuesta del ex militar, que sirvió 13 años en el ejército.

“Sabía que mientras me quedara estaría contribuyendo a esta campaña que ya había demostrado básicamente que iba a matar civiles indiscriminadamente a escala industrial”, agregó Mann.

Nota publicada en la edición impresa del semanario El Eslabón del 15/06/24

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