Ariel Gómez y Facundo Paredes, periodistas y apasionados por el fútbol, se lanzaron a la aventura de reconstruir la leyenda de un amistoso histórico en el que un combinado rosarino, de la mano del Trinche Carlovich, bailó a la mismísima Selección Argentina. Y parieron un libro luminoso.
Mi abuelo, futbolero de ley y responsable de meterme el virus canaya en la sangre, fue quien me contó las historias más maravillosas de esas que giran indefectiblemente al son de una pelota de fútbol: la salvada del Turco Espip, la palomita de Poy y un amistoso en el que un Combinado de Rosario –integrado por cinco jugadores de Central, cinco de Newell’s y un infiltrado de Central Córdoba– le pegó un baile bárbaro a la mismísima Selección Argentina que se preparaba para disputar el Mundial de Alemania en 1974, año en el que justamente llegué a este mundo. El infiltrado era un tal Tomás Felipe Carlovich, más conocido como el Trinche, famoso por tirar caños de ida y de vuelta y por su poco apego al profesionalismo. Años después me di el lujo de entrevistarlo y ahora, a tres años de su dolorosa partida, el Facu Paredes –con quien jugamos de memoria en esta misma sección y de quien aprendo día a día– junto con Ariel Gómez –grandísimo periodista deportivo de todos los medios y todas las canchas– nos regalan un libro necesario que viene a echar luz sobre aquel partido memorable del que todos creíamos saber todo y ahora nos enteramos que sabíamos poco y nada: La noche del Trinche. Rosario 3 – Argentina 1. Mitos y verdades de un amistoso histórico.
Recuerdos que mienten un poco
“En un momento empezó como a volver el mito del Trinche, que en realidad nunca se fue, pero tuvo una explosión a nivel nacional y empezó a reaparecer este partido también del que se hablaba mucho pero después cuando uno leía las notas periodísticas no contaban tanto. Entonces, me empecé a preguntar, ¿habrá sido así cómo dicen que fue?”, refiere de entrada Ariel Gómez sobre el surgimiento del proyecto que derivó en el libro, y rememora que le comentó la idea a Facundo Paredes y éste no dudó un instante. “El mito o la leyenda de lo que pasó esa noche le fue ganando a la realidad, nos pasó en la investigación y con las entrevistas”, se suma el oriundo de la localidad entrerriana de Larroque, y confiesa: “Yo conocía lo que conocían todos, que Argentina se preparaba para el Mundial, que Rosario estaba en su momento de esplendor futbolístico y que esa noche le pegó un baile bárbaro, que es lo que dicen todas las crónicas actuales. Después, cuando empezamos la investigación nos encontramos con muchas sorpresas”.
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Si fuera por la cantidad de personas que aseguran haber presenciado el debut de Diego Armando Maradona –el 20 de octubre de 1976– la cancha de Argentinos Juniors tendría el quíntuple de capacidad de lo que tiene en la actualidad. Y lo mismo ocurrió con el famoso amistoso entre el Combinado de Rosario y la Selección Argentina, disputado en la noche del 17 de abril de 1974. “Hay una ilustraciones de Miguel Rep que usamos porque habla justamente de eso, de que en el estadio del Bicho había como 115 mil personas”, dice entre risas Facundo, y habilita a Ariel que remata: “Jugamos un poco con ese chiste porque acá pasó algo similar. El famoso recuerdo del recuerdo, algo más allá de lo que realmente pasó. Me parece que el relato de ese partido está completamente empapado de recuerdos colectivos, del recuerdo del recuerdo, pero después cuando hablamos con los protagonistas pasó otra cosa, incluso hubo alguno que jugó esa noche y que no recuerda que jugó. Tengamos en cuenta que en abril se cumplieron 50 años, y lo que nos llamó la atención es como algunos recuerdos se van borrando con el tiempo y otros van agregando cosas que nunca pasaron”.
La cancha de Newell’s, escenario de aquel partido memorable y que todavía no era Coloso ni Marcelo Bielsa, igualmente estaba de bote a bote, como dicen los españoles. “Por lo que pudimos ver en fotos y material de archivo, la cancha estaba explotada. Después, con todos los que hablamos se notaba que estaban dando un testimonio verídico y los detalles que recordaban coincidían, como por ejemplo que hacía mucho calor esa noche. Fue realmente un partido con mucha, mucha gente”, sentencia Gómez.
El baile de la gambeta
“Muchos jugadores de la Selección reconocen la superioridad de Rosario, no sólo en el resultado sino en el transcurso del juego”, repasa Paredes, pero aclara: “Nos pasó que Quique Wolff, al que no le gusta nada que lo llamen para estas cosas pero que a su vez es una voz que está buena escuchar, dijo que no fue para tanto o no fue tan así. Después la mayoría de los protagonistas no se acuerdan del todo bien o repiten la leyenda, el mito que fue lo que se fue construyendo más allá de los recuerdos propios. Lo bueno es esa especie de contracara a lo que sería «la historia oficial», que es lo que cuenta la leyenda”. Quizás la explicación a esa amnesia de algunos haya que buscarla contextualizando el marco en el que se organizó aquel amistoso en el que tuvo mucho que ver el Círculo de Periodistas Deportivos de Rosario. “En realidad fue un partido más que hizo la selección en el marco de una gira medio falopa en la enfrentó, por ejemplo, a la selección de Río Cuarto y al Deportivo Pedal de Mendoza, una cosa insólita”, acota el Facu, y define: “En ese momento no se era tan consciente de la importancia que iba a tomar ese partido con los años”.
Los autores coinciden en que la investigación fue ardua y por momentos compleja. “Tuvimos que ir a Buenos Aires a la Biblioteca Nacional, fue un día que casi nos volvemos gateando porque nos recorrimos todo el diario La Nación, La Razón, Clarín y demás porque acá no están esos años”, se engancha entre risas Ariel, y agrega: “Y después fue, che, hablá con éste, yo hablo con aquel. Lo que sí, nos costó mucho que hablen los jugadores de la Selección Argentina”. Claro, no es fácil admitir que a uno lo bailaron dentro de un campo de juego y menos cuando uno era parte del seleccionado que se aprestaba para disputar ni más ni menos que un Mundial.
A la hora de destacar algo con lo que se hayan topado a lo largo de la investigación y que les haya llamado poderosamente la atención, sin spoilear mucho como se dice ahora, Ariel adelanta: “Hay algo que nos dimos cuenta que no se sabe nada y es el tema de la ropa que usó Rosario esa noche, pantalón, camiseta y medias, incluso todavía nos quedan algunas dudas pero para mí es alucinante el tema de la ropa de Rosario esa noche. Es más, cuando ya teníamos el libro en la imprenta nos pasó que salió una foto coloreada de esa noche en Infobae, y está mal esa foto, es errónea”.
La leyenda del Trinche en particular, alimentada por la talla de quienes en algún momento lo mencionaron y aseguraron que había sido uno de los mejores jugadores del mundo –Diego Maradona, José Pekerman, César Luis Menotti y Carlos Timoteo Griguol, entre otros– cuando para muchos amantes y estudiosos del fútbol ni siquiera sabían de su existencia, fue creciendo con el paso del tiempo. “Hay una entrevista que es clave, que le hace Reynaldo Sietecase a Pekerman, en la que Sietecase le pregunta cuál es su equipo ideal y Pekerman lo pone al trinche de 5”, repasa Gómez, y cuenta que pudieron hablar con el periodista rosarino acerca de aquella entrevista: “Lo habían mandado a cubrir deportes cuando no era su especialidad, en la época en que Pekerman dirigía a los juveniles y en que el Loco Bielsa agarra la mayor. Sietecase saca un machete que tenía escondido y le pregunta cuál era su once ideal de todos los tiempos y se da esto tan lindo de incluirlo al Trinche. Ahí se podría decir que está la génesis, después hay dos o tres cosas puntuales a nivel nacional que terminan de hacer explotar la leyenda de Carlovich”.
“El Trinche dejaba crecer la leyenda con su silencio –devuelve el Facu– y algo que me llamó la atención, cuando empezamos a meternos en su vida y obra, por decirlo de algún modo, es que el tipo tenía una gran habilidad para ir haciendo crecer esa leyenda, nunca desmentía los famosos dobles caños ni tampoco los corroboraba, siempre jugaba en el margen de la duda. Después está todo lo que se dijo y escribió, desde un entrenamiento hasta un pase frustrado a River, el famoso si es mito o realidad si le gustaba pescar o no, de eso hay bastante en el libro más allá de que se basa en esa noche del amistoso. Sí es verdad que no le gustaba hablar. Todos los periodistas con los que hablamos, sean de Rosario o Buenos Aires, cuentan lo que les costaba encontrarlo después de haber pautado una entrevista, o estaba en la casa de un tío a la vuelta de su casa o ni aparecía. La leyenda arranca antes, claro, pero después él, con su manera de ser, callado, difícil de encontrar, hizo que la leyenda se retroalimentara”.
Antes de despedirse, los autores de La noche del Trinche, libro que se presentará el próximo martes 20 de agosto, a las 18, en la Biblioteca Argentina del pasaje Álvarez 1550 cuentan que sienten después de haber podido fusionar esas dos grandes pasiones que son el fútbol y la literatura. “El fútbol es mi gran pasión y leer, más que pasión es un gran placer, me genera mucho placer la lectura, la literatura. Esto fue algo distinto, me encantó ese momento de escritura en el que soñaba literalmente con ese partido, lo pensaba, lo imaginaba, lo veía hasta en la sopa. De lo que más disfrute, a la hora de escribir, fue que en un momento me sentía parte del partido”, suelta el Facu, y devuelve de primera Ariel: “El fútbol fue mi primer sueño, muchos me tienen como periodista de otros deportes, sobre todo del rugby, pero el fútbol es el primer sueño que tenemos todos. Yo quería jugar en la Selección Argentina de fútbol antes que en Los Pumas. Creo que soy lector antes que cualquier cosa en la vida, soy fan del saber, trato todo el tiempo de leer más y me encanta”.
Publicado en el semanario El Eslabón del 03/08/24
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