La organización israelí para los derechos humanos B’Tselem publicó un informe que incluye gran cantidad de pruebas y testimonios sobre asesinatos, torturas y abusos sexuales perpetrados por soldados del ejército de Israel en Gaza y Cisjordania.

“«Cuando bajamos del autobús, un soldado nos dijo: Bienvenidos al infierno». Así se expresaba Fouad Hassan, un hombre originario de Naplusa, una ciudad situada en el norte de los territorios ocupados de Cisjordania, que estuvo recientemente detenido en la prisión israelí de Megiddo. Las palabras de Hassan, padre de cinco hijos y de 45 años de edad, encabezan un devastador informe elaborado por la organización israelí para los derechos humanos B’Tselem que revela cómo Israel transformó rápidamente el centro penitenciario de Megiddo y otras once prisiones en una red de centros de tortura tras el ataque que Hamás llevó a cabo en el sur de Israel el 7 de octubre de 2023”, señala la nota “«Bienvenidos al infierno»: silencio de EE.UU. ante la red de centros de tortura de Israel”, publicada en el medio estadounidense Democracy Now! (¡Democracia ahora!).

El medio cuenta que Fouad es uno de los 55 palestinos entrevistados por B’Tselem para el informe, de los cuales 30 provienen de Cisjordania; 21, de la Franja de Gaza; y cuatro son ciudadanos israelíes. Sus desgarradores testimonios se complementan con reportes periodísticos e informes oficiales que trazan un impactante mosaico de negligencia, maltrato, tortura y muertes dentro del sistema penitenciario israelí, que se han intensificado luego del 7 de octubre y que han sido cometidos de manera sistemática bajo la dirección del ministro de Seguridad Nacional de Israel, el ultraderechista Itamar Ben-Gvir.

Según destaca Democracy Now!, los testimonios que B’Tselem sacó a la luz “son estremecedores”. Por ejemplo, el de Sari Huriyyah, un abogado especializado en bienes raíces, de 53 años, que tiene ciudadanía israelí. Fue arrestado por una publicación que compartió en la red social Facebook el 4 de noviembre de 2023. Huriyyah describió lo que le ocurrió a Abd a-Rahman Mari, un joven de 23 años que estaba confinado en una celda de aislamiento contigua a la suya:

“[El joven] gritaba de dolor constantemente y suplicaba por atención médica. El guardia se acercaba de vez en cuando y le gritaba: «¡Come mierda! ¡Cállate!». Por la mañana pasaron los guardias a contarnos. Uno de ellos le ordenó: «¡Levántate, animal! ¡Levántate, perro!». Lo revisaron y luego todo el lugar quedó en silencio. Finalmente, el personal médico dijo: «No hay nada que hacer». Uno de los guardias dijo «mi más sentido pésame» y todos comenzaron a reír. Lo metieron en una bolsa negra para cadáveres y se lo llevaron como si fuera basura”.

Por su parte, Firas Hassan, un funcionario de la Autoridad Palestina, de 50 años, describió la paliza que le propinaron los guardias penitenciarios y cómo se enteró de que la golpiza estaba siendo transmitida en vivo para que Ben-Gvir pudiera presenciarla: “Éramos diez palestinos en la celda. Los guardias entraron y nos golpearon durante 50 minutos. Estaban enmascarados. Se reían mientras nos golpeaban y transmitían todo en directo. Entiendo hebreo y escuché que uno decía: «Estamos transmitiendo en vivo y en directo para Ben Gvir ». (…) Luego, después de atarnos las manos a la espalda y vendarnos los ojos, trajeron perros policía”.

“Nos obligaron a abrir las piernas y luego a sentarnos agachados. Después empezaron a golpearnos en nuestras partes íntimas con el detector de metales. Nos dieron una lluvia de golpes. Y nos ordenaron que saludáramos a una bandera israelí que colgaba en la pared”, contó Sami Khalili, de 41 años, que estuvo detenido en nueve cárceles diferentes.

“A lo largo de los años, Israel ha encarcelado a cientos de miles de palestinos y esto siempre ha servido, sobre todo, como herramienta para oprimir y dominar a la población palestina. Las historias que se presentan en este informe son la historia de miles de palestinos, residentes de los Territorios Ocupados y ciudadanos de Israel, que han sido arrestados desde el comienzo de la guerra, así como la de los palestinos que ya estaban en prisión el 7 de octubre y que experimentaron el aumento masivo de la hostilidad de las autoridades penitenciarias desde ese día”, señala el informe de B’Tselem en su página 6.

La investigación señala asimismo que Israel hace “un abuso sistemático” del encarcelamiento masivo, señala condiciones inhumanas de detención y la utilización “generalizada, sistemática y prolongada del delito de tortura”, que constituye “una grave violación de múltiples normas y obligaciones en virtud del derecho israelí, el derecho internacional de los derechos humanos, las normas de la guerra y el derecho internacional humanitario”.

“El gas pimienta, las granadas aturdidoras, los palos, los garrotes de madera y de metal, las culatas y los cañones de las armas, los puños de bronce y las pistolas Taser son sólo algunos de los instrumentos utilizados para torturar y abusar de los prisioneros según los testimonios, además de lanzarles perros a los prisioneros, golpearlos, darles puñetazos y patadas. Estas agresiones a menudo condujeron a lesiones graves, pérdida de conocimiento, fracturas de huesos y, en casos extremos, incluso la muerte, como se describe más adelante”, señala la investigación en la página 48.

“Nos sacaron a un patio exterior entre los pabellones. Metieron a algunos de los presos en el baño, cerraron las puertas y los golpearon allí durante unos dos minutos. Cuando me tocó a mí, me llevaron al comedor, pero esta vez en el pabellón 6. Había algunos guardias que conocía allí. No llevaban mascarilla. Uno de ellos me dijo: «Recuerda mi cara para que no me olvides» (…) Me sujetaron y luego me golpearon. Uno de ellos me dio una fuerte patada en el pecho. Me empujaron hacia atrás y choqué contra uno de los otros, que comenzó a gritar y maldecir”. Contó en su testimonio el detenido identificado como A.H., residente del distrito de Hebrón. 

La organización B’Tselem (Centro de Información Israelí para los Derechos Humanos en los Territorios Ocupados) lucha por un futuro en el que los derechos humanos, la libertad y la igualdad estén garantizados para todas las personas, palestinas y judías por igual, que viven entre el río Jordán y el mar Mediterráneo. Un futuro así sólo será posible cuando termine la ocupación israelí y el régimen del apartheid. B’Tselem (en hebreo literalmente: a imagen de), el nombre elegido para la organización por el difunto miembro de la Knesset (Parlamento) Yossi Sarid, es una alusión a Génesis 1:27: “Y creó Dios al hombre a su imagen. A imagen de Dios lo creó”. El nombre expresa el edicto moral universal y judío de respetar y defender los derechos humanos de todas las personas, señala la página oficial.

“Desde la creación de B’Tselem en 1989, hemos estado documentando, investigando y publicando estadísticas, testimonios, videos, e informes sobre violaciones de los derechos humanos cometidas por Israel en los Territorios Ocupados”, señala el organismo en su página en línea.

B’Tselem es una organización independiente y no partidista. Se financia únicamente con donaciones: subvenciones de fundaciones europeas y norteamericanas que apoyan la actividad de derechos humanos en todo el mundo y generosas contribuciones de individuos en Israel y en el extranjero.

El informe completo de B’Tselem, de 118 páginas, titulado “Bienvenidos al Infierno: El sistema carcelario israelí como red de campos de tortura” (“Welcome to Hell: The Israeli Prison System as a Network of Torture Camps”) se puede bajar de su página oficial. 

El medio estadounidense entrevistó a la coordinadora de incidencia internacional de B’Tselem, Sarit Michaeli, quien ofreció más testimonios y pruebas de lo que está ocurriendo en Palestina. 

La entrevistada contó que el principal canal de noticias de la televisión israelí, el Canal 12, emitió un video que muestra cómo un grupo de soldados israelíes aparentemente violan en grupo a un prisionero y lo dejan con graves heridas en el recto y con las costillas rotas.

El portavoz del Departamento de Estado de Estados Unidos, Matthew Miller, admitió haber visto el video y afirmó: “Debe haber tolerancia cero al abuso sexual o violación de cualquier persona detenida, punto”. Sin embargo, no hay evidencia de que el gobierno de Joe Biden le haya enviado algún mensaje a Israel en relación con este asunto.

Michaeli sostiene que si Estados Unidos no ejerce ninguna presión al respecto, los maltratos y abusos que B’Tselem describe en su informe seguirán ocurriendo: “No esperamos que ninguna investigación hecha por israelíes cambie de manera significativa la situación. Hacemos un llamado a todos los países y a las instituciones internacionales pertinentes para que investiguen la situación e intervengan. Específicamente, hacemos un llamado a la Corte Penal Internacional, porque estos delitos que enumeramos en nuestros informes son crímenes de guerra y podrían también alcanzar la magnitud de crímenes de lesa humanidad. La comunidad internacional, incluido el Gobierno de Estados Unidos, tiene el deber de actuar”.

El 5 de agosto, las Naciones Unidas emitieron una declaración que comienza con las siguientes palabras: “Los informes de presuntos actos de tortura y violencia sexual en la prisión israelí de Sde Teiman son manifiestamente ilegales y repugnantes, pero sólo representan la punta del iceberg”.

Turquía ha solicitado unirse a la demanda por genocidio que Sudáfrica presentó contra Israel ante la Corte Internacional de Justicia, mientras que el fiscal jefe de la Corte Penal Internacional está intentando impulsar una acusación formal contra Benjamin Netanyahu y el ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant.

“La sociedad israelí hace la vista gorda frente a lo que hacen en su nombre”

Breaking the Silence (Rompiendo el silencio) es una organización de soldados veteranos que sirvieron en el ejército israelí desde el comienzo de la Segunda Intifada y ahora se dedican a revelar al público la realidad de la vida cotidiana en los Territorios Ocupados. “Nuestro trabajo tiene como objetivo poner fin a la ocupación”, señala la organización.

“Los soldados que sirven en los territorios presencian y participan en acciones militares que los cambian enormemente. Los casos de abuso hacia los palestinos, saqueos y destrucción de la propiedad han sido la norma durante años, pero estos incidentes todavía se describen oficialmente como casos «extremos» y «únicos». Nuestros testimonios reflejan un panorama diferente –y mucho más sombrío–, en el que el deterioro de los estándares morales se expresa en el carácter de las órdenes militares y las reglas de combate que el Estado considera justificadas en nombre de la seguridad de Israel”, señala la página de soldados veteranos.

“Aunque los soldados y comandantes israelíes conocen bien esta realidad, la sociedad israelí en general sigue haciendo la vista gorda y negando lo que se está haciendo en su nombre. Los soldados licenciados que vuelven a la vida civil descubren la brecha entre la realidad que encontraron en los territorios y el silencio sobre esta realidad que encuentran en casa. Para poder reanudar la vida civil, los soldados tienen que ignorar lo que han visto y hecho. Nos esforzamos por hacer oír las voces de estos soldados, empujando a la sociedad israelí a enfrentarse a la realidad que ha creado”, agrega la organización, que también hace referencia al informe de B’Tselem, y agrega más testimonios.

“Los golpearon con porras, vi cómo les rompían dientes y costillas”, dijo al diario israelí Haaretz un soldado que sirvió en Sde Teiman. Describió los castigos que allí se infligían como “abuso por el abuso mismo o por venganza”. Y agregó que los detenidos “no podían soportar esos duros golpes”.

Breaking the Silence denuncia que muchos detenidos fueron liberados, y que quedaron demacrados y aterrorizados después de semanas, o incluso meses, sin cargos. Algunos fueron obligados a quedarse incluso después de haber sido absueltos, para servir como traductores en las mismas instalaciones en las que habían sido abusados. “Al menos 60 detenidos han muerto bajo custodia israelí desde el 7 de octubre”, denuncia la agrupación israelí de veteranos.

“Los horrores en estas instalaciones no son un error, son una característica. No se trata sólo de algunos guardias que actuaron solos, es un sistema entero. Uno que ha sido moralmente corrompido desde arriba hacia abajo, primero por décadas de ocupación y luego por una rabia ciega y vengativa, desatada violentamente el 7 de octubre”, señala la organización.

“Décadas de deshumanización palestina se vieron agravadas por políticos, que llamaban públicamente a la venganza y la destrucción. Mediante una retórica militar (…) Y a través de los medios locales, que repiten esta retórica como si fuera un hecho”, denuncia Breaking the Silence.

Publicado en el semanario El Eslabón del 17/08/24

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