Milei pasó por primera vez por la ONU y le explicó al planeta cómo es la cosa. Contradicciones, paradojas y exageraciones. Una sola palabra sobre Malvinas. Y el antídoto para el “virus woke”.

El sobre ideologizado presidente argentino, Javier Milei, debutó en la asamblea general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) con críticas al organismo por querer “imponer una agenda ideológica global”, que no es la suya. Sin ocultar su mesianismo, rechazó el Pacto del Futuro por “socialista” e invitó –con escasa fortuna– “a todas las naciones del mundo libre a que nos acompañen”. Si miró para atrás no había nadie, porque dos días antes la mayoría de los países le dio la espalda al rubricar el acuerdo, con excepción de Rusia, Nicaragua, Bielorrusia, Corea del Norte, Irán, Siria y Sudán, países horriblemente “comunistas” que paradójicamente terminaron alineados con “la nueva Argentina” que conduce el hermano de Karina Milei. Convencido, según dijo, de ser “uno de los dos políticos más relevantes del mundo” –aunque no aclaró por qué–, el líder ultraderechista que cae en la aceptación de la opinión pública local mientras asciende en su ego, aclaró en la ONU que no fue a decirle al resto “lo que tiene que hacer”, pero sí “lo que va a ocurrir si las Naciones Unidas continúan promoviendo las políticas colectivistas”. El Elegido la ve. Algunos lo ignoraron, otros no se vieron persuadidos. El colombiano Gustavo Petro dijo que “gritan «viva la libertad carajo» pero refieren a la libertad del 1 por ciento más rico de la población mundial”, mientras el brasilero Lula Da Silva alertó sobre los peligros de los “experimentos ultraliberales” en la región, promovidos por “extremistas y mesiánicos que difunden el odio y el resentimiento”. Seguramente hablaba de Jair Bolsonaro.

Un modo de vida

En su primer discurso ante la asamblea general de la ONU, Milei buscó el aislamiento de la Argentina en –como se decía antes– “el concierto de las naciones”, para tocar en cambio su oda a los milmillonarios y el individualismo extremo que pregona. Y que ejecuta, como cuando reimpuso el impuesto a las Ganancias para las y los trabajadores y redujo hasta la insignificancia los Bienes Personales, el impuesto que grava la riqueza, mediante el paquete fiscal que el Congreso aprobó junto a la denominada Ley Bases.

El presidente argentino valoró el funcionamiento del organismo mundial en sus albores, tras la posguerra. Pero todo cambió con el tiempo, dijo. “Una organización que había sido pensada –esencialmente– como un escudo para proteger el Reino de los Hombres se transformó en un Leviatán de múltiples tentáculos, que pretende decidir no sólo qué debe hacer cada Estado-Nación, sino también cómo deben vivir todos los ciudadanos del mundo”, señaló el mandatario que vomita fuego a sus opositores.

“Así es como pasamos de una organización que perseguía la paz; a una organización que les impone una agenda ideológica a sus miembros, sobre un sinfín de temas, que hacen a la vida del hombre en sociedad”, abundó.

Milei sostuvo que el diseño exitoso de aquella añorada ONU “ha sido reemplazado por un modelo de gobierno supranacional de burócratas internacionales, que pretenden imponer a los ciudadanos del mundo un modo de vida determinado”. No como él, que se muestra sumamente tolerante con las diferencias, tanto con “las ratas” que habitan el Congreso como con los “periodistas ensobrados” que lo cuestionan.

“Quiero ser claro en la posición de la agenda argentina: la Agenda 2030, aunque bien intencionada en sus metas, no es otra cosa que un programa de gobierno supranacional, de corte socialista, que pretende resolver los problemas de la modernidad con soluciones que atentan contra la soberanía de los Estados Nación y violentan el derecho a la vida, la libertad y la propiedad de las personas”, dijo. Sí, dijo “la soberanía de los Estados Nación”, sin aclarar si se refería a alguno en particular.

Su política de entrega del patrimonio nacional, de alineamiento con Estados Unidos –mediante la participación militar en la mal llamada hidrovía–, la designación de un asesor en ciberseguridad del Departamento de Estado en el Ministerio de Defensa y en el Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas, más sus pleitesías a Gran Bretaña permiten determinar –con elevado grado de probabilidad– que no se refería a “la nueva Argentina”.

Libertad de no comer

Un día antes del discurso presidencial, la canciller Diana Mondino había anunciado la decisión argentina de “disociarse” del llamado Pacto del Futuro, que promueven la mayoría de los países que integran la ONU y que se había firmado el domingo.

En un tono diferente al del hermano de Karina, la encargada de la diplomacia sostuvo que “Argentina está convencida de que una agenda no debe quedar en meras declaraciones. Debemos decir cómo lo lograremos. En ese sentido, creemos que el modelo que puede hacerlo es el de la libertad económica”.

Para Mondino, la libertad y el libre comercio son suficientes para llenar las panzas. “El hambre se acaba garantizando más comercio y no menos. El desarrollo se logra profundizando el respeto por las instituciones, fundamentalmente respetando el derecho a la propiedad privada. Los jóvenes tendrán un mejor futuro respetando la vida y la libertad”.

Ante la asamblea general, Milei señaló: “Queremos expresar –oficialmente– nuestro disenso sobre el Pacto del Futuro, firmado el día domingo, e invitamos a todas las naciones del mundo libre a que nos acompañen, no sólo en el disenso de este pacto, sino en la creación de una nueva agenda para esta noble institución: la agenda de la libertad”.

El Pacto es un conjunto de 56 puntos que establece una visión y plan de acción para enfrentar desafíos globales, que apunta a cinco aspectos: desarrollo sostenible; paz y seguridad internacionales; ciencia y tecnología; juventud y generaciones futuras; y transformación de la gobernanza mundial. Y que, además, incluye un apartado acerca de un Pacto Digital Global, que implica un acuerdo mundial sobre la regulación internacional de la inteligencia artificial.

Paradójicamente, los firmaron Estados Unidos, Israel y Gran Bretaña, las naciones con las que Milei tejió su alianza internacional. Y no lo hicieron, en cambio, las denostadas Rusia, Nicaragua, Corea del Norte e Irán, entre otras.

Para Milei, en cambio, “la única manera de garantizar la prosperidad es limitando el poder del monarca, garantizando la igualdad ante la ley y defendiendo el derecho a la vida, la libertad y la propiedad de los individuos”.

Dijo que la adopción de la agenda que promueve el Pacto, de corte socialista, es un ejemplo del desvío de los objetivos de la ONU. “Así, hemos visto cómo una organización, que nació para defender los derechos del hombre, ha sido una de las principales propulsoras de la violación sistemática de la libertad, como –por ejemplo– con las cuarentenas a nivel global durante el año 2020, que deberían ser consideradas un delito de lesa humanidad”. Considerar el cuidado de la vida, limitando aspectos de la libertad individual, es de lesa torpeza.

Fue entonces que Milei anunció un cambio drástico en la historia de la política exterior argentina, que mantuvieron a lo largo de los años gobiernos progresistas, conservadores y de distinto signo ideológico, aun las dictaduras.

“A partir de este día, sepan que la República Argentina va a abandonar la posición de neutralidad histórica que nos caracterizó y va a estar a la vanguardia de la lucha en defensa de la libertad”, prometió.

Woke, ¡afuera!

Como corresponde a un estadista de su talla, en su discurso onunanista anunció la muerte de las luchas contra las injusticias. Para eso está el mercado.

“Quiero hacer una advertencia: estamos ante un fin de ciclo”, anunció. “El colectivismo y el postureo moral, de la agenda woke, se han chocado con la realidad y ya no tienen soluciones creíbles para ofrecer a los problemas reales del mundo. De hecho, nunca las tuvieron”.

Woke es, en lengua anglosajona, y literalmente, el pasado del verbo despertar. En la comunidad negra estadounidense comenzó a utilizarse para referirse a estar alerta a las injusticias raciales. Despertar, no estar dormido. Acá podríamos decir “estar pillo”. La agenda “woke”, entonces, podría traducirse como la de las minorías que luchan por sus derechos y por ser conocidas o, al menos, no estigmatizadas y perseguidas.

Que Milei la traiga a cuento en la asamblea general de la ONU tiene alguna relación con el empresario Elon Musk, uno de los pocos al que vio en su viaje –el sexto en 10 meses– a New York.

En julio pasado, el multimillonario dueño de Tesla y SpaceX dijo en una entrevista que su hija transgénero “fue asesinado por el virus woke”. “Asesinado”, en masculino, porque no reconoce su identidad de género. “Mi hijo Xavier fue asesinado por el virus woke. Por esa razón me comprometí a destruirlo”, prometió Musk, y vociferó Milei en la ONU, para defenestrar el Pacto del Futuro.

La agenda de la ultraderecha mundial sí convoca al presidente argentino. Enmascara bajo la idea de individualismo un fascismo más o menos renovado, y un anarco-capitalismo que disfraza de libertad las antiéticas diferencias económicas que tolera el mundo.

En la ONU, Milei sostuvo que si la Agenda 2030 –re woke, para su mirada– fracasó, es necesario “cambiar de rumbo”. “Siempre ocurre lo mismo con las ideas que vienen de la izquierda: diseñan un modelo acorde a lo que el ser humano debería ser –según ellos– y cuando los individuos –libremente– actúan de otra manera, no tienen mejor solución que restringir, reprimir y coartar su libertad”. ¿Será lo que no entienden los jubilados que cada miércoles son gaseados y golpeados en el Congreso cuando reclaman contra la miserabilidad de sus haberes?

El presidente no promueve una agenda de la libertad, sino una de ultraderecha, que los más ricos del mundo –y también de aquí– ven con muy buenos ojos.

“Quiero ser claro con algo para que no haya malas interpretaciones”, dijo el presidente. “La Argentina, que está viviendo un proceso profundo de cambio, en la actualidad, ha decidido abrazar las ideas de la libertad; esas ideas que dicen que todos los ciudadanos nacemos libres e iguales ante la ley, que tenemos derechos inalienables otorgados por el Creador, entre los que se encuentran el derecho a la vida, la libertad y la propiedad. Esos principios, que ordenan el proceso de cambio, que estamos llevando adelante, en la Argentina, son también los principios que guiarán nuestra conducta internacional, a partir de ahora”.

Malvinas e imagen

A diferencia de sus antecesores, que utilizaban la tribuna de la ONU para reclamar la soberanía argentina por las Islas Malvinas, Milei sólo mencionó una vez el asunto, para criticar al organismo. “Tampoco la organización ha cumplido satisfactoriamente su misión de defender la soberanía territorial de sus integrantes, como sabemos los argentinos de primera mano, en la relación con las Islas Malvinas”, fue todo lo que dijo.

Mientras se pavonea por el mundo en actividades partidarias de la alt right, y afianza su autopercibido lugar de uno de los políticos más influyentes del planeta, los efectos de las políticas neoliberales del gobierno de La Libertad Avanza (LLA) comenzaron a reflejarse, este mes, en la imagen de Milei ante la sociedad que gobierna.

Cayó a 40 puntos, la más baja desde que asumió en diciembre, mientras paralelamente se esmeriló –aunque en menor medida– el apoyo social a su gestión. Los vaivenes de la opinión pública son dinámicos y están sujetos a múltiples factores, pero el principio de realidad también suele emerger cuando se trocan condiciones materiales de vida por delirios de libertad.

Publicado en el semanario El Eslabón del 28/09/24

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