En medio del creciente rechazo a su gestión que en estos días cataliza la defensa de la universalidad pública, el gobierno nacional insiste en apelar a la violencia para imponer sus políticas.

Los intentos del gobierno nacional por revertir la pronunciada caída de la adhesión a su gestión crecen en ineficacia y peligrosidad. El rechazo a la acentuación de injusticias y desigualdades sociales rebrota en las grietas que el oficialismo extiende amparado por el aparato comunicacional que amplifica irracionalidades y violencias que bajan desde la Casa Rosada, cuyos actuales inquilinos deberían tomar nota de las trayectorias de esos voceros, tan duchos en acelerar pero sólo acompañar hasta las puertas los tránsitos al cementerio político. Una suerte de efecto boomerang contra los hermanos Milei y sus cómplices más directos se aprecia en el repudio al ratificado veto de la ley de financiamiento universitario. Tanto insulto, descalificación, provocación y discurso de odio vuelven sobre sus impulsores, que en tren de que se los perciba víctimas y no victimarios exponen cada vez más frecuentemente la debilidad de sus argumentos y el patetismo de sus operaciones de manipulación de la opinión pública, como la montada el miércoles pasado en inmediaciones del Congreso Nacional. El protagonismo principal en este caso fue asumido por el “periodista independiente” Fran Fijap, apologista y militante del autoritarismo libertario, devenido en supuesto blanco de un “intento de asesinato” cuyo fracaso estaba garantizado de antemano por efectivos de las mismas fuerzas de seguridad que, cuando de reprimir manifestaciones opositoras se trata, son mandados a meter palo, bala y gases incluso a niños y jubilados.

Patético también le cabe como calificativo al posteo del día siguiente del Presidente. Pretendido genio de la economía, pifió feo en una cuenta más bien sencilla. El episodio, más allá del craso error digno de resaltarse vía chicanitas tuiteras, vale a la vez para ilustrar sobre la persistencia en demonizar lo estatal y lo público como solamente continente de vagancias y corrupciones. Y sí que las hay, pero no tanto como para encima endilgarles ser fuente principal de pobrezas e indigencias en suba, en un país tan rico en recursos como la Argentina.

El revoleo de datos descontextualizados y manipulados que disparó la gaffe matemática presidencial es moneda corriente a la hora de estigmatizar y desinformar. Y en este caso apuntó contra la Universidad Nacional de Rosario, donde el descrédito del gobierno nacional y el repudio a sus políticas no dan señales de apaciguarse.

En una masiva asamblea en la plaza San Martín, el movimiento estudiantil acordó el jueves pasado continuar en estado de movilización, en sintonía con los otros claustros universitarios y también con amplios sectores de la sociedad. Es que el de supervivencia es un instinto humano irrefrenable ante peligros visibles y palpables. Y para ejercer la facultad de resistir y organizarse en favor de la vida y bien común no hacen falta títulos profesionales. Tampoco la violencia, que de todos modos se avizora en el horizonte cuando se lanza un boomerang tan afilado como el que empuña el Mileinato.

“La sociedad tiene que acompañar”

“Hay un afán por desprestigiar las universidades que no tiene ningún sentido y en definitiva pone más en contra al pueblo de las medidas que están tomando o ya tomaron”, sostuvo Néstor Taborda, director de la Escuela de Comunicación Social de la UNR, respecto de la actitud del gobierno expresada en el veto al financiamiento universitario.

“Quienes trabajamos en la educación vinculada a la comunicación o a los medios de comunicación, tenemos otro desafío que es cómo revertir estos discursos de desprestigio, de odio, que lo que hacen es socavar acuerdos que como sociedad ya teníamos consolidados”, agregó, entrevistado en el programa Poné la Pava de Radio Rebelde.

Foto: Julia Oubiña | El Eslabón/Redacción Rosario

También convocó a orientar las resistencias al gobierno hacia un “mañana mejor” como sostén de “una lucha dentro del marco de la democracia, con nuestras herramientas”, que se consolide en términos de masividad y organización. “Hasta los estudiantes que no militan activamente en una organización política salieron a defender la ley de financiamiento, porque saben que lo que está en juego es mucho más que las clases hoy”, señaló, para completar luego: “Está en juego el futuro de nuestra universidad y nuestro país, teniendo en cuenta el valor fundamental y estratégico que tiene la educación. Este fue un país que en su momento construyó aviones, que construye satélites, que tiene industria automotriz, que ganó premios Nobel; y en esto me parece que los y las estudiantes están marcando un camino que la sociedad tiene que acompañar”.

Publicado en el semanario El Eslabón del 12/10/24

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