No se trata de renegar del debate y la compulsa interna, que el peronismo afronta siempre a puertas abiertas y con visceralidad propia de un movimiento que trasciende intereses de quintitas y especulaciones sectoriales desgajadas de esta etapa de Nación y Pueblo resistiendo tanto saqueo y violencia. Sí se trata, habida cuenta de la profundidad del ataque, de dimensionar la trascendencia histórica del actual proceso de definición de perfiles y liderazgos.
Tal vez como muy pocas veces antes, quienes timonean “la interna del PJ” deben asumir que las fuerzas de los remeros son sagradas. En semejantes condiciones de navegabilidad, vale revisar aquello de que donde manda capitán no manda marinero. Así, lo de “ordenar” se dificulta por demás; y si al “conducir” se le soslaya el “obedeciendo” todo resulta también por demás de insuficiente y estéril.
Con todo, desde acá se celebra que los nombres –Axel y Cristina– que se erigen como principales contendientes remitan al peronismo que desde acá se reivindica. El que no mancha las banderas de la justicia social, la independencia económica y la soberanía política. El que promueve que nazcan mil flores y convoca a alimentarse sin tragar tantos sapos. El que asume que hay frases y consignas que vale reafirmar con urgencia y con paciencia. “Sólo el pueblo salvará al pueblo”, por ejemplo.
Publicado en el semanario El Eslabón del 26/10/24
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