Empresas recuperadas y cooperativas resisten el furioso ataque del gobierno de Milei con nuevos encuentros y muestras de la validez de una economía desde y para las trabajadoras y trabajadores.
La recuperación y creación de empresas y unidades productivas gestionadas democráticamente por sus trabajadoras y trabajadores es un modelo cuya validez para generar empleo y actividad económica puede apreciarse en cientos de expresiones en todo el país; y que en las últimas dos semanas volvió a dar cuenta de su vitalidad y de la continuidad de apoyos estatales provinciales, que contrastan con los ataques del gobierno nacional y el aparato comunicacional que lo respalda. En el IV Encuentro Latinoamericano Economía de las y los Trabajadores, llevado a cabo desde el 21 al 23 de noviembre en La Rioja; y el pasado miércoles 27 en La Plata, en la Expo Cooperativismo Bonaerense, lo que tanto demonizan el presidente Javier Milei y sus apologistas fue enfáticamente reivindicado. “Acá somos colectivistas”, remarcó Andrés Ruggeri, uno de los principales referentes de los encuentros internacionales, en el panel de apertura del jueves 21 en la capital riojana, en el que también se pudo escuchar a Francisco Martínez, de Textiles Pigüé, empresa recuperada de la localidad del sudoeste bonaerense que cita su nombre, quien reiteró una definición orientadora: “Ni los vaivenes del mercado, ni los humores de los gobernantes determinarán nuestra suerte como trabajadores”.
La de la cooperativa de trabajo que reactivó la planta industrial que perteneciera a la empresa Gatic en Pigüé es una de las experiencias que da cuenta de la validez y también el potencial de una “economía de las y los trabajadores”. Con los 160 puestos de trabajo y la actividad que sostiene, supo ganarse reconocimientos y respaldos que no abundaron en sus inicios, hace veinte años, cuando el camino de la autogestión era considerado “una aventura, una locura” que no iba a dar resultados positivos. Lo mejor, se decía, era aceptar las ofertas de grupos inversores privados, como sucedió a pocos kilómetros de Pigüé, en Coronel Suárez, en otra de las fábricas que pertenecían a Gatic.
Dos décadas después, aquellos aventureros locos son convocados como referentes de un modelo a tener en cuenta ante la realidad que se vive en Coronel Suárez, donde se agiganta la preocupación por la reducción de producción y personal que se registra en la ex Gatic, actualmente en manos del grupo empresario Dass.
“Me parece que se impone en este nuevo contexto, este nuevo orden de trabajo que se puede ver en Argentina y el mundo, de baja del trabajo en relación de dependencia, del empleo formal que hemos conocido durante años, una posibilidad cierta, al menos, de sentarnos en una mesa y nosotros hacer los aportes, más que nada en cuanto a los conceptos, que trazan a la autogestión y el cooperativismo”, dijo Martínez, respecto de las recientes reuniones con funcionarios municipales de Coronel Suárez que buscan revertir la caída de puestos de trabajo en su distrito.
“Siempre van a estar a disposición de la gente de trabajo desocupada nuestras herramientas, nuestra estructura, nuestros profesionales, ingenieros, economistas, médicos, enfermeros, psicólogos sociales, trabajadores sociales, nutricionistas; todo nuestro trabajo para hacer la vida del trabajador lo más linda posible, incluso en momentos como los actuales donde la economía está en baja en todo aspecto por más que se señale desde el gobierno nacional y los medios monopólicos que todo está bárbaro”, añadió el presidente de la cooperativa Textiles Pigüé, también afectada por una nueva coyuntura adversa para el rubro industrial al que se dedican: la producción mensual, que había orillado las 200 toneladas mensuales a fines de 2023, llegó a caer este año a 80 toneladas; y a la vez las facturas de luz y gas que llegan mes a mes a la fábrica saltaron de 10 a 50 millones de pesos.
Sin embargo, allí el fantasma de la desocupación ya casi no asusta a las trabajadoras y trabajadores, que afrontan esta etapa con otra perspectiva. Las “herramientas” y la “estructura” que los cobijan y ofrecen se expresan en la escrituración a nombre de la cooperativa de una planta industrial de 25 mil metros cubiertos y con maquinaria acorde a las exigencias del mercado en el que están insertos, en haber recuperado y poder sostener no sólo el puesto de trabajo sino también otros derechos que los fundadores de la organización habían perdido, como el de garantizar a sus familias las cuatro comidas diarias, educación, salud. Pese a tanto viento en contra, en Textiles Pigüé siguen adelante con la creación de un Espacio de Cuidado Infantil a inaugurarse próximamente, con la ampliación de la producción de alimentos orgánicos de su Unidad Hortícola y con otros proyectos entre los que resalta, por su volumen y su alcance en cuanto a recuperación de derechos se refiere, el de la construcción de un barrio de 200 viviendas en un predio de 10 hectáreas adquirido por la cooperativa, desde donde se manifiesta que “se trata de producir y compartir” también hacia afuera. “Somos una empresa recuperada para el pueblo de Pigüé”, remarcan.
Aunque no determinante, la presencia del Estado ha sido y es ponderada como un factor clave para devenires como el de la de Pigüé y tantas otras empresas recuperadas y cooperativas. Así como fueron perjudicadas por la aplicación en el país de modelos económicos neoliberales, desde fines del siglo pasado hasta acá hubo gobiernos nacionales que las acompañaron y respaldaron al menos a través de políticas públicas y programas puntuales en favor del desarrollo del alguna vez denominado “tercer sector”.
Lo que nunca pasó es lo que se vive desde diciembre pasado, con el despliegue de lo que en La Rioja se calificó como “totalitarismo de mercado” y “capitalismo de muerte”, impulsado por una gestión encabezada por “un Presidente fascista que nos está llevando a la ruina” y que inició una campaña de destrucción y descalificación del cooperativismo y los movimientos sociales cuya intensidad no tiene precedentes.
Es en este marco que desde la autogestión se valora la actitud de gobiernos provinciales como los de La Rioja y Buenos Aires. En el caso de Axel Kicillof, la Expo Cooperativismo Bonaerense del último miércoles en La Plata es sólo de las más reciente entre numerosas muestras de respaldo, entre las que vale destacar la jerarquización del área estatal más directamente vinculada al sector, que era la Dirección Provincial de Acción Cooperativa y desde marzo de este año se transformó el Instituto Provincial de Asociativismo y Cooperativismo (Ipac).
El gobernador riojano Ricardo Quintela, por su parte, aportó al financiamiento de las jornadas en su terruño; y su decisión de encabezar el acto de apertura sorprendió a organizadores y participantes. Nunca antes un mandatario provincial había participado directamente de algún capítulo de este “Encuentro Internacional la Economía de las y los Trabajadores”, en el que históricamente las autoridades oficiales generan más recelos que confianzas, incluso aunque se identifiquen con el peronismo, igual que muchos de los referentes y militantes que estuvieron en La Rioja y las movidas anteriores del espacio, iniciadas en 2007.
Que Quintela y Kicillof se hayan posicionado claramente como firmes opositores al gobierno nacional apenas asumió Milei es otro dato a tener en cuenta para explicar la sintonía con el movimiento cooperativo y de la autogestión. En otros casos, la actitud de los gobernantes para nada se asemeja a la hostilidad que baja desde la Casa Rosada, ni siquiera desde las gestiones “amigas” de Milei como la santafesina. Pero aunque no se las ataque, las empresas recuperadas y cooperativas de trabajo sufren las consecuencias de las políticas de ajuste nacionales que los “amigos” replican en sus territorios y atentan contra una posibilidad cierta de extender un modelo de democratización de la economía y, como se resaltó desde Textiles Pigüé tras la movida en La Rioja, al servicio de la construcción de “comunidades plenamente justas, libres y soberanas”.
Publicado en el semanario El Eslabón del 30/11/24
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