La nueva gestión de Trump, a pesar de sus cien decretos, ya encuentra unos primeros palos en la rueda. Hasta dónde le dará la fuerza para ganar la pulseada en América Latina y en sus pretensiones con Dinamarca es una incógnita.
La agresividad del nuevo Trump (actualizado con las últimas versiones de Meta, X y los gigantes del Silicon Valley) para con los países vecinos no es una actitud propia de un loco, sino la muestra de un cambio de énfasis estratégico en los términos de la tan famosa seguridad nacional. El alejamiento parcial de Europa –tanto en los problemas de las distintas agendas progresistas de la ONU como en el conflicto con Dinamarca– viene acompañado de un acercamiento muy poco amistoso a una América Latina que aún está midiéndose fuerzas. La capacidad de tomar decisiones unilaterales como árbitro del mundo está cada vez más mermada y restringida a una zona de influencia que se va cerrando sobre el gigante de América del Norte. La tensión económica con China, por un lado, y la incapacidad de quebrar a Rusia en Ucrania, por otro, son síntomas de un monstruo anémico.
Problemas con vecinos y aliados
En su entrada al gobierno, Trump anunció rápidamente cien decretos que implican un cambio de rumbo en algunos casos, y la profundización de rumbos ya señalados en otros. Muchos de estos decretos fueron mencionados por este semanario en su edición 701. Entre ellos, se destaca la agresividad contra países vecinos, especialmente México, Dinamarca y Panamá, con quienes la disputa territorial está a la orden del día. Volvió a señalar a Cuba como un patrocinador del terrorismo internacional –clasificación que había sido revocada en los últimos días de gobierno de Joe Biden–, y a la vez designó a los cárteles del narco mexicano como “organizaciones terroristas”.
“Esta decisión, más que simbólica, abre la puerta a un abanico de medidas agresivas, incluyendo posibles operaciones militares directas en territorio de México, justificadas bajo el pretexto de combatir estas «amenazas a la seguridad nacional»”, escribió en el portal Nodal Matías Caciabue, licenciado en ciencia política e Investigador del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico. Sin embargo, las tensiones con México y el narcotráfico encuentran su rebote inmediato: muchas de las armas con las que se regodean los poderosos cárteles del sur del río Bravo provienen de Estados Unidos, según denunció Alicia Bárdenas a comienzos del año anterior, cuando era secretaria de relaciones exteriores. “Sabemos que el 70 por ciento de las armas que causan violencia aquí en México vienen de Estados Unidos”, comunicó en conferencia de prensa.
Por otro lado, las amenazas de arancelar productos de distintos países están a la orden del día. Por un lado, es una medida disuasiva con la que amenaza para meter presión, y por otro una política concreta que va a empezar a tener vigencia a partir de este sábado: un 25 por ciento de aranceles a todos los productos importados de Canadá y México.
Otro de los puntos donde la puja está fuerte es en la relación con Dinamarca, lo que tensa por arrastre la misma relación que yanquilandia sostiene con Europa, histórico aliado, y últimamente subordinado a la relación tóxica que mantenía con un Estados Unidos que lo impulsaba a conflictos en sus propias puertas. Trump viene anunciando su interés de tomar posesión de Groenlandia, territorio danés, y hace poco tuvo una conversación telefónica muy tensa con la primera ministra del país, Mette Frederiksen, en la que ofreció comprarla, aunque ya había señalado en declaraciones anteriores que no descartaba el uso de la fuerza militar. Sin embargo, la respuesta de Frederiksen, así como de la ministra groenlandesa de Independencia y Asuntos Exteriores –Groenlandia es un territorio autónomo–, Vivian Motzfeldt, fue muy clara respecto a que no había intenciones de venta.
En este contexto se montan dos respuestas del gobierno danés. Una, que implica destinar 2.050 millones de dólares “a reforzar la seguridad en la región ártica, en colaboración con sus territorios autónomos, Groenlandia y las islas Feroe”, según informa la BBC. “«Debemos afrontar el hecho de que existen serios desafíos en materia de seguridad y defensa en el Ártico y el Atlántico Norte», declaró el ministro de Defensa de Dinamarca, Troels Lund Poulsen”, se lee en la nota del sitio británico. La segunda consiste en un tour que realizó la primera ministra danesa por Europa, buscando apoyo. “En la escala alemana, ni Frederiksen ni Scholz se han referido expresamente a las amenazas de Trump, si bien han sobrevolado la reunión.
«Las fronteras no deben moverse por la fuerza, para quien quiera darse por aludido», ha dicho el canciller alemán”, informó Infobae. Frederiksen también se reunió con Emmanuel Macron, presidente de Francia, y con Mark Rutte, secretario general de la OTAN. La Unión Europea, que ya estaba debatiendo un aumento del gasto militar mientras los conflictos bélicos se acercan cada vez más a su seno, aún no dio una declaración contundente como bloque. Según Euronews, “se espera que la cuestión de Dinamarca planee sobre las conversaciones cuando los 27 líderes de la UE se reúnan en Bruselas la próxima semana en una cumbre informal dedicada a la Defensa y las relaciones transatlánticas”.
Ultraderecha mundial
Claudio Katz, economista y docente de la UBA e investigador del Conicet, lleva varios años analizando el fenómeno de la ultraderecha a nivel mundial, y está embarcado en el complicado trabajo de caracterizarla para poder enfrentarla. En su página oficial sube eventualmente textos en que trabaja sobre esas temáticas. En uno de los últimos, una entrada del 3 de enero, titulada “Comprender a la derecha para derrotarla”, señala los encuentros que tienen Trump y Milei a pesar de la diferencia crucial de sus políticas.
“El autoritarismo reaccionario es el concepto que mejor define la actual oleada ultraderechista. Retrata cómo se pretende estrangular las conquistas democráticas dentro de los regímenes político actuales, para criminalizar las protestas populares y someter a los opositores”, señala como el elemento que aúna al payasesco anarcocapitalista con quien alguna vez fuera un empresario outsider y ahora es una figura de poder político consolidada en el mundo. Y, por otro lado, pone reparos sobre “las miradas que observan con simpatía el perfil nacionalista y proteccionista del trumpismo como un mérito contra el globalismo neoliberal.
En Argentina subrayan esa contraposición, para contrastar el negativo librecambismo de Milei con el positivo intervencionismo de Trump. De ese contrapunto surge la reiterada presentación del magnate como un equivalente del peronismo en el mundo desarrollado. Esa visión transforma lo secundario en esencial, al omitir que Trump y Milei forman parte de la misma marea ultraderechista, que trabaja para debilitar organizaciones populares y demoler derechos al servicio del gran capital.
Las diferencias entre ambos obedecen a la dominación que ejerce el Departamento de Estado sobre la Casa Rosada y no a la existencia de algún ingrediente positivo en el americanismo de Trump”. Por ende, como en algún momento las ciencias sociales supieron leer –en una perspectiva que hoy día se ve desplazada por la perspectiva del actor en algunos casos, y en otros por un análisis del discurso burdamente unilateral, que sólo discute palabras o ideas–, el punto que encuentra a Milei y a Trump de manera central es que coinciden en el mismo interés, en la misma fuerza social concreta, y para coincidir en esa fuerza social concreta –que es la perpetuación de la dominación estadounidense sobre América Latina–, el camino que cada uno debe tomar es opuesto. Uno, el de la dominación; el otro, el del dominado.
Por otra parte, Katz se muestra escéptico respecto a las posibilidades de Trump de cumplir con su sueño de inaugurar una nueva “era dorada” para Estados Unidos. Refiriéndose a su mandato anterior, señala que “el proteccionismo del magnate ha sido tan infructuoso como el librecambismo de Clinton, el neoliberalismo de Obama y el fallido neo keynesianismo de Biden. El magnate volverá a la carga en su confrontación comercial contra China y habrá que ver si dispone el fulminante incremento de aranceles que anticipa. Su rival podría responder con la misma vara, generando peligrosas consecuencias para la economía estadounidense. Si el proteccionismo dispara la inflación y los prometidos recortes de impuestos incrementan el déficit presupuestario, el aumento de las tasas de interés que dispondría la FED (Federal reserve system) podría suscitar graves efectos.
El peligro de un boomerang sobrevuela nuevamente sobre Washington, porque en los últimos años todas las agresiones contra los rivales redundaron en impactos adversos para los propios yanquis. Las sanciones financieras a Rusia reforzaron el eje Moscú-Beijing y el hostigamiento a los BRICS apuntaló las iniciativas de los bloques comerciales y monetarios contrapuestos al mandato estadounidense”, señala el analista. A la vez, profetiza: “Trump seguirá la norma de todos sus antecesores, que han buscado contrarrestar el deterioro económico con mayor belicismo.
La convocatoria a «engrandecer nuevamente a América» es otra variante del intento de compensar la pérdida de competitividad, con ofensivas geopolíticas y militares. El magnate propicia la modernización del arsenal atómico con creciente uso de la inteligencia artificial y exigirá un compromiso financiero superior de los socios de la OTAN. (…) Trump enfrentará ahora los dilemas que pospuso con verborragia durante la campaña electoral. En pocas semanas quedará disuelta la ridícula ilusión de resolver los grandes conflictos internacionales mediante su sola presencia. La creencia de que su figura bastará para favorecer a Estados Unidos chocará con la dura realidad.
El recuerdo de los fracasos que signaron su primer mandato volverá a primer plano. Si el magnate repite ese antecedente toda su política exterior estará signada por el caos, la improvisación y las bravuconadas, que lo indujeron presentar como grandes éxitos sus fallidas negociaciones con Irán, Corea del Norte y Rusia. El trasfondo del problema radica en que Trump no está en condiciones de pulsear con Xi Jinping, dar carta libre a Netanyahu y arreglar con Putin. Afronta los límites que el declive impone a la primera potencia. A diferencia del 2017 ahora debe lidiar con un escenario de conflictos bélicos de inciertas consecuencias”, opina Katz sobre un escenario abierto en el que América Latina sigue siendo una región central y, probablemente, a lo que más se tendrá que aferrar EEUU si quiere seguir teniendo palabra, ya no santa, pero sí fuerte en el escenario mundial. Hoy día, Estados Unidos nos necesita más que nunca.
Publicado en el semanario El Eslabón N° 702 del 1/02/25
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