
Romina Marucco –educadora social, feminista e integrante de Hijos Rosario– parió su tercer libro. Su militancia, su vida y la muerte de su madre dialogan en las páginas de Te encontré en la memoria. Se presenta este viernes, a las 18, en Mal de Archivo (Urquiza 1613).
A Romina cuando se ríe, cosa que ocurre bastante seguido, se le marcan los hoyuelos. Se ríe fuerte, además, y milita y vive fuerte también. Es parte de la agrupación de derechos humanos Hijos Rosario desde su fundación, allá por 1995. Es la compañera de Tomás Labrador, a quien el terrorismo de Estado le arrebató a su padre, a su tío y a su abuelo. Y es la mamá de Renata, Martí y León, quienes heredaron esos hoyitos que se forman en los cachetes al sonreír. Es, además, educadora social especializada en género, sexualidades y violencia. Y feminista. Y escritora. Te encontré en la memoria (Editorial Moksha) su tercer y flamante libro que se presentará el próximo viernes 28 de marzo, a las 18, en Mal de archivo (Urquiza 1613), nació de la muerte de su mamá, Cynthia Gómez. “Poder poner en palabras y narrar una situación traumática, algo que uno no espera que pase y que sacude la estantería, te permite también buscar respuestas, tratar de encontrar señales, algo que permita explicar lo inexplicable”.
Todo sobre mi madre
Romina confiesa que sentarse a escribir en pleno duelo le costó mucho pero le permitió transitarlo de otra manera: “Está claro que el libro gira en torno a algo de lo cual nadie habla, que es la muerte, que es como el tema tabú. Yo trabajo la sexualidad que es otro tema que a la gente también le cuesta hablar, que todo el mundo se ríe o le genera vergüenza. Con la muerte pasa lo mismo, hablás de muerte y ya todo el mundo se empieza a poner mal, hasta los gestos empiezan a ser más rígidos. Y es algo de lo que tampoco hay demasiada literatura”. Y hablando del duelo, fueron las famosas etapas del duelo las que le permitieron resolver el ordenamiento de todo eso que quería plasmar en su libro. “Fue un año y medio prácticamente lo que me llevó no solamente escribir, sino poder encontrarle la forma a eso. Al principio pensé que podía llegar a ser un diario, atravesé como diferentes momentos hasta que me enteré que había etapas en el duelo, porque alguien me lo dijo, porque no tenía ni idea. Yo vengo de una familia en la que viví con mi bisabuelo, crecí con todos mis abuelos que se morían a los noventa y pico de años, la verdad que no era algo que se hablara. Entonces cuando me dijeron que en el duelo había etapas, me puse a investigar, a buscar información, fui explorando. Y a medida que iba escribiendo, se me ocurrió agrupar los capítulos en las diferentes etapas del duelo, que si bien están agrupadas y dialogan entre esas etapas, todo el tiempo están discutiendo esas etapas también. Porque eso de tenés que pasar por acá, después por acá, después por allá y en la cuarta, quinta se resuelve. Eso no es tan así, por eso hay una discusión en relación a eso”.
En ese año y medio Romi atravesó un montón de etapas de escritura también. “En algunos momentos no me podía sentar en la computadora a escribir, de hecho lo trabajé en análisis, porque ir al médico y escribir eran dos cosas que no las podía enfrentar. Y después otros momentos en los cuales me sentaba y no podía parar de escribir. Arrancaba a las siete de la mañana, me levantaba para comer, para ir al baño, y terminaba a las doce de la noche. Pero a las tres de la mañana se me ocurría algo, me levantaba y me ponía a escribir de nuevo. Y el día que le entregué el epílogo a la editora, no podía parar de llorar, sentí como un alivio enorme, como que me sacaba una mochila de 500 kilos. Eso fue como una sensación súper placentera pero que también estaba inundada de mucha angustia, un montón de sensaciones juntas, a las que también después tratás de darle un significado”.
Construyendo memorias
Por supuesto que a lo largo de las páginas de su flamante libro aparecen un montón de personas que tanto a Cynthia como a Romina las acompañaron y acompañan. “Mi mamá vivía en Barcelona, donde nosotros también habíamos vivido, y cuando la fui a cuidar se desató toda esta situación. Mi hermano me decía «no puedo creer lo que estamos pasando, esto lo tenés que escribir». Y yo me quedé con eso, con ese mandato”, repasa Marucco, y se explaya: “Lo primero que me salió fue contar esos primeros momentos, pero después me fue llevando a la inmigración, a mi militancia, a la militancia de mi mamá, y entonces empezaron a aparecer los espacios de los que soy parte, los que me atraviesan, que hicieron que yo eligiera determinadas cosas en mi vida. Esto que soy no lo sería si no fuera por estos espacios por los cuales pasé, por la familia en la que me crié, los espacios de militancia donde siempre estuve. Ahora cumplimos 30 años de Hijos que es el único lugar en el que yo transité mi militancia política, no tengo otro lugar. Bueno, sí, el feminismo que también aparece. El duelo es un poco eso, entender que no solamente uno duela a una persona, sino también duela a lugares, a compañeros y compañeras, a proyectos. La inmigración tiene un montón del duelo, y el libro atraviesa todos estos momentos no solamente de mi vida, sino la de mi familia, de mis hijos, de mi hija, de mi pareja, de mis compañeros y compañeras, de las amigas de mi vieja, y de todos los espacios que a mí me sostuvieron. Y mientras iba escribiendo me fui dando cuenta también que mi salvavidas fue la gente que tuve alrededor y que siempre estuve con un montón de gente muy amorosa que me auxilió. Y también situaciones en las que me han tirado piedras y piedras y de las cuales también pude aprender y me pude fortalecer. Todo está en el libro, lo que uno construye todo el tiempo es memoria. Y sobre todo en estos tiempos en los que nos gobierna un fascista y una amiga de los genocidas. Entonces en cierta manera ahora estamos buscando resistir en un momento de mucha penumbra, aprendiendo a caminar en esta penumbra”.
Publicado en el semanario El Eslabón del 22/03/25
¡Sumate y ampliá el arco informativo! Por 6000 pesos por mes recibí todos los días info destacada de Redacción Rosario por correo electrónico, y los sábados, en tu casa, el semanario El Eslabón. Para suscribirte, contactanos por Whatsapp.
Dejá un comentario