El vocero del Comité Thorbjørn Jagland al anunciar el Nobel de la Paz.

El premio Nobel de la Paz 2012, que fue otorgado a la Unión Europea (UE) “por promover la paz, la reconciliación, la democracia y los derechos humanos”, invita a reflexionar sobre la banalización de estos términos, en el contexto de un continente con más de 25 millones personas sin trabajo, y en medio de una escalada autoritaria que restringe y reprime la protesta social.

En 2009 se otorgó el premio Nobel de la Paz a Barack Obama, el presidente de los Estados Unidos que prometió cerrar Guantánamo y no cumplió, el mismo que ordena asesinatos selectivos en todo el mundo, el que insiste con los ataques de aviones no tripulados contra población civil en Paquistán, pese a las denuncias de organismos de derechos humanos de los Estados Unidos y el resto del mundo. Sólo el 2 por ciento de esos ataques hicieron blanco en talibanes y presuntos terroristas, y se reportan 176 niños asesinados.

El 12 de octubre de 2012, una fecha con gran contenido simbólico para ilustrar el papel que ha jugado Europa en el mundo, el comité Nobel volvió a generar polémica, y a poner en entredicho los conceptos de paz, democracia y derechos humanos, al otorgarle el Premio Nobel de la Paz a la UE, la entidad que entronizó el neoliberalismo en Europa, convirtiéndola en el sueño realizado de los neoliberales: un mercado del tamaño de un continente, un mercado común, abierto y sin restricciones, para la especulación financiera y la sistemática exclusión de millones de ciudadanos.

En la UE mandan los bancos. Los estados son meros títeres de los banqueros. La política molesta. La democracia quedó reducida a una cáscara vacía, apenas apta para legitimar los ajustes, que se repiten sin piedad y destruyen ciudadanía, restringen derechos básicos y condenan a la marginación a millones de personas. Las tasas de suicidios han trepado de manera inédita.

Sobre el desolador paisaje del viejo Estado de bienestar ya hecho añicos, tasas de desempleo inéditas, crecientes ayudas humanitarias de la Cruz Roja para los nuevos pobres, saqueos a supermercados, y cada vez más personas sin hogar, la entidad responsable de esta devastación social resulta premiada, avalada, con respaldo para seguir con sus aprietes y sus recortes.

Europa viene batiendo récords de desocupación: 25 millones de personas sin trabajo, según las últimas mediciones. Cada día del pasado mes de agosto, 5.783 europeos perdieron su empleo. El desempleo en la Unión Europea (integrada por 27 países) alcanza 10,5 por ciento y en la Eurozona (integrada por 17 países) 11,4 por ciento, tasas nunca vistas en ese continente.

Ante esta dura realidad, la Comisión Europea afirmó que es «inaceptable», pero a la vez exigió profundizar «las reformas», eufemismo que refiere a la política de ajustes que acentúa esa destrucción de empleo, y que los ciudadanos indignados consideran “inaceptables”.

Hace apenas un año, la tasa de desocupación en la Eurozona era del 10,2 por ciento, mientras que en las naciones de la UE era del 9,7 por ciento.

Grecia y España son los países con el nivel más elevado de desocupación, con el 25,1 por ciento y el 24,4 por ciento, respectivamente. Las tasas de desocupación más bajas se registraron nuevamente en Austria (4,5 por ciento), Luxemburgo (5,2 por ciento), Holanda (5,3 por ciento) y Alemania (5,5 por ciento).

El desempleo juvenil, por su parte, permanece en niveles altísimos, en un 22,8 por ciento en la Zona Euro y en un 22,7 por ciento en la UE, con 5.458.000 personas que se encuentran por debajo de los 25 años y que no tienen empleo, de los cuales 3.392.000 pertenecen a la Zona Euro.

El Comité Nobel noruego optó una vez más por premiar a los poderosos. No a luchadores sociales, ni a los militantes contra la opresión que se juegan la vida a diario en todos los rincones del mundo. Cabe preguntarse qué pensarán de este premio los millones de ciudadanos europeos indignados que salen a las calles a protestar y resultan golpeados, encarcelados, y procesados. El premio a la UE restringe el alcance de los conceptos de paz, reconciliación, democracia y derechos humanos. Constituye una provocación para los millones de ciudadanos europeos que sufren.

Todos los días los medios nos muestran imágenes de violencia cotidiana, todas las formas de la violencia se despliegan hoy en Europa. La violencia sistémica, propia del capitalismo tardío, se ejerce a través de los planes económicos que excluyen a millones de personas y las condenan a la indignidad. La violencia física, que hace de sostén a la sistémica, se ejerce a golpes, con palos y gases asfixiantes, contra los que protestan en las calles. Y la violencia simbólica se despliega a través de los medios hegemónicos al servicio de los poderes fácticos, los que, por ejemplo, calificaron a los griegos de “holgazanes” y ocultan los verdaderos motivos de los recortes, creando confusión, protegiendo a los banqueros.

La decisión del Comité Nobel noruego es otro acto de violencia simbólica, un premio a los ajustadores.

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