«De repente, se oyeron disparos cerca de la planta de McCormick y más o menos setenta y cinco asesinos robustos, grandotes y bien comidos, al mando de un teniente gordo de policía, pasaron, seguidos por tres vagones llenos de bestias del orden público”, decía el 4 de mayo de 1866 el Arbeiter-Zeitung, (Chicagoer Arbeiter-Zeitung), periódico anarquista escrito en alemán, en su crónica que relata la represión policial a los trabajadores, en Chicago (Illinois).
Esa mañana la policía reprime a una 3 mil huelguistas. Pero en todos los barrios aparecen grupos de trabajadores y a la tarde son otra vez unos 3 mil los que participan en un reunión de protesta en Haymarket . A la noche, cuando quedan unos 200 manifestantes, son alrededor de 180 los agentes que cargan desoyendo las protestas de quienes hacían un acto pacífico. Cientos de heridos y seis muertos uniformados, son víctimas de la balacera policial.
Más allá de la prensa proletaria, en los demás diarios y en tribunales, se demanda la ejecución de todo subversivo. Titulares periodísticos hablan de «Brutos sangrientos», «Rufianes rojo», «Banderas rojos», «Dinamarquistas».
Entonces, el 5 de mayo, estalla el apoyo de la “gente bien” a los policías. La represión cobra la vida de ocho trabajadores polacos y un alemán, acusados de violar la ley marcial.
El 6 de mayo, el Chicago Tribune advierte: «Estas serpientes se han calentado y alimentado bajo el sol de la tolerancia hasta que, al final, se han envalentonado para atacar la sociedad, el orden público y el gobierno». Otro diario, el Chicago Herald, remarcaba: «La chusma que Spies y Fielden incitaron a matar no son americanos. Son la hez de Europa que ha venido a estas costas para abusar de la hospitalidad y desafiar la autoridad del país».
El 1º de mayo se conmemora como el Día del Trabajo, o del Trabajador, para quienes entienden que es al laburante a quien se debe rescatar. Así lo acuerda el Congreso Obrero Socialista, de París en 1889.
Se recuerda a los Mártires de Chicago, obreros de una empresa estadounidense muertos en esa ciudad en 1886, por llevar a cabo una huelga en reclamo de reducir la jornada laboral a 8 horas.
Ese 1º de mayo de 1886, los trabajadores protestaron, los empleados se negaron y fue paralizado el país, pero ya los medios periodísticos defendían a los explotadores. El Chicago Tribune señalaba: “El plomo es la mejor alimentación de los huelguistas” y pedía la cabeza de los líderes de las huelgas.
Los diarios de la burguesía dicen que el movimiento era “indignante e irrespetuoso”, “delirio de lunáticos poco patriotas”, y que era “lo mismo que pedir que se pague un salario sin cumplir ninguna hora de trabajo”. Siempre la prensa estaba en manos de los patrones.
En Argentina, años después, el 30 de abril de 1890 La Prensa advierte: «Asusta ver la actitud de ese elemento obrero de Europa entera, y en especial de Alemania, Inglaterra, Italia y Francia, lleno de aspiraciones y esperanzas. El anuncio de una huelga general en el Viejo Continente, organizada para el Primero de Mayo próximo, no deja de preocupar a los hombres que manejan la cosa pública».
Los que dominaban al mundo ven con temor a la organización de la clase obrera, La Nación de los Mitre, reconoce ese día que las manifestaciones eran organizadas por discípulos de Marx.
Para el diario El Nacional, aquel de Dalmacio Vélez Sarsfield y en el que colaboraba Domingo Faustino Sangriento (hasta su muerte en 1888), tras soportar la huelga de tipógrafos de 1878, suspira temerosa ante las «fuerzas obreras organizadas».
El porteño diario La Prensa, en su editorial, admite que las luchas obreras podían tener algún sentido en la lejana Europa, pero no en la Argentina, «donde hay muchas posibilidades de evolución».
Bartolomé Mitre aún vivía y minimiza en su diario la trascendencia del acto del día siguiente: «Entre nosotros este mitin no puede tener gran importancia, porque en la Argentina ni hay cuestión obrera, ni subsisten las causas principales que le han dado envergadura en Europa y Estados Unidos».
Anarcofeminista
En Rosario, el diario La Capital, el 2 de mayo de 1890 publica una nota sobre la marcha del 1º de mayo, en plaza López. Se indica que fue encabezada por Virginia Bolten, quien llevaba una bandera negra con letras rojas que rezaba: «Primero de Mayo, Fraternidad Universal. Los trabajadores de Rosario cumplimos las disposiciones del Comité Obrero Internacional de París».
También se dice que tras un discurso revolucionario anarquista, la mujer fue detenida bajo el cargo de atentar contra el orden social.
Pero, en la historia del periodismo y las luchas sociales, también hay que mencionar que esa misma mujer editó el 8 de enero de 1896, y hasta el 1 de enero de 1897, el periódico anarcofeminista “La Voz de la Mujer”, con la consigna «Ni Dios, ni patrón, ni marido». La publicación era costeada con parte de su salario de obrera en una fábrica de zapatos. “Aparece cuando puede”, indicaba esa publicación que al dignificar a la mujer también hacía un lugar para empuñar sus temas ante tanta prensa fachista y machista.