Los primeros 20 minutos del nuevo Central de Vitamina encendieron la ilusión de los hinchas canallas. A esa altura, Central ya le ganaba a Estudiantes por 2 tantos contra 0 y mostraba destellos del mejor fútbol que se haya visto por el Gigante en los últimos tiempos.
Los hinchas se pellizcaban entre sí para despertar de lo que hasta ahí parecía ser el mejor de los sueños canallas: Central tocaba, gustaba y le ganaba 2 a 0, a sólo 10 minutos de haber comenzado el partido, a Estudiantes, uno de los animadores permanentes de los últimos torneos. La sociedad que armaron Ezequiel y Cristian González encendieron como nunca la ilusión de volver a ser protagonistas luego de haber peleado hasta el final del certámen pasado contra los fantasmas del descenso. En ese lapso, Central generó 3 jugadas claras de gol y dos de ellas terminaron en la red gracias a las definiciones de Emilio Zelaya y Alexis Danelón. Después, la falta de trabajo de pretemporada de uno (Kily) y de rodaje futbolístico del otro (Equi) hicieron que el funcionamiento colectivo cayera en un pozo y permitiera que la visita se anime a buscar el arco defendido por el jóven Broun, y lo encuentren a 5 minutos del final de la primera mitad con un remate alto del ex Boca, Mauro Boselli.
El descanso le vino bárbaro a Central para recuperar al capitán (que habría sido inflitrado en el entretiempo por un fuerte golpe en el tobillo), y para salir del asedio pincharrata. En el arranque nomás de la segunda mitad se vivieron los mejores momentos de la tarde noche rosarina: El Kily metió un zapatazo impresionante que se coló en el ángulo del arquero Andújar y mientras todo Arroyito festejaba la conquista, Boselli pateó de mitad de cancha trás recibir el saque de Calderón, aprovechando que el arquerito canalla levantaba sus brazos a la tribuna ¡de espaldas al arco! y un baldazo de agua fría pareció empapar la fiesta canalla.
Allí resurgieron los temores de viejas épocas en las que a Central se le escapaban puntos sobre el final, pero más allá de que se sufrió, la victoria quedó en casa y lo bueno que mostraron los González mientras sus fisícos se lo permitieron, le abrieron la puerta a la esperanza y a la ilusión de los hinchas de volver a tener protagonismo en el fútbol grande de la argentina.