El bombardeo mediático al que están sometidas nuestras sociedades, presenta a los economistas y otros publicistas del establishment hablando de una “crisis financiera” o “crisis bancaria”, dijo Atilio Borón en una ponencia presentada en el XI Encuentro Internacional de Economistas sobre Globalización y Problemas del Desarrollo, que reproduce el Observatorio de Medios de la Utpba. Para el investigador “se pretende, de este modo, minimizar a la crisis, subestimarla, presentarla ante los ojos de la población como un incidente relativamente menor en la marcha de los mercados”.

1. Comencemos caracterizando a esta crisis por la negativa, diciendo lo que esta crisis no es. Esto es importante porque el bombardeo mediático al que están sometidas nuestras sociedades presenta a los economistas y otros publicistas del establishment hablando de una “crisis financiera” o “crisis bancaria”. Poco antes, ni siquiera eso: se decía que estábamos en presencia de una crisis de las hipotecas “sub-prime”. Se pretende, de este modo, minimizar a la crisis, subestimarla, presentarla ante los ojos de la población como un incidente relativamente menor en la marcha de los mercados y que para nada pone en cuestión la salud y viabilidad del capitalismo como supuesta “forma natural” de organización de la vida económica. El paso del tiempo se encargó de demoler todas estas falacias.

2. ¿Qué clase de crisis, entonces? Si bien estamos apenas transitando su primera fase y aún cuando aquélla “no ha tocado fondo” no sería temerario pronosticar que nos hallamos ante una crisis general del sistema capitalista en su conjunto, la primera de una magnitud comparable a la que estallara en1929 y a la llamada “Larga Depresión” de 1873-1896. Una crisis integral, civilizacional, multidimensional, cuya duración, profundidad y alcances geográficos el tiempo se encargará de demostrar que será de mayor envergadura que las que le precedieron.

3. La crisis se torna visible, inocultable, por el estallido de la burbuja creada en torno a las hipotecas “sub-prime” y luego se transmite, rápidamente, a los bancos e instituciones financieras de Wall Street, y finalmente se extiende a todos los sectores y a la economía mundial. Pero la burbuja, y su estallido, es el síntoma; es como la fiebre que denuncia la presencia de una peligrosa infección. No es tanto la enfermedad (aunque podría argumentarse que la tendencia permanente en el capitalismo a formar burbujas especulativas también es un signo de insalubridad) como su manifestación externa, la que por momentos adquiere contornos ridículos o aberrantes. Ejemplo: la compra que efectúa en Marzo del 2008 el gigantesco banco JP Morgan del Banco de Inversiones Bear Stearns, el quinto en importancia en Wall Street, operación que se cierra por la irrisoria suma de $ 236 millones. Una semana más tarde el precio de esa firma se multiplicó por cinco. Pocos meses después, en Septiembre, y ante la pasividad de las autoridades económicas, se produce la bancarrota de Lehman Brothers, uno de los principales bancos de inversión de Estados Unidos. Merrill Lynch, su competidor en ese rubro, es vendido de urgencia al Bank of America en 50.000 millones de dólares.

4. Se trata, por lo tanto, de una crisis que trasciende con creces lo financiero o bancario y afecta a la economía real en todos sus departamentos. Y además es una crisis que se propaga por la economía global y que desborda las fronteras estadounidenses. Todos los esfuerzos para ocultarla a los ojos del público resultaron en vano: era demasiado grande para eso.

(La ponencia de Atilo Borón continúa, y está completa en la web del Observatorio de Medios de la Utpba)

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