En otra demostración de su apego a la calidad institucional y la ética republicana, Elisa Carrió afirmó que “lo votaría” al candidato del Frente Progresista Cívico y Social (FPCyS) de la localidad santafesina de Emilia que fue procesado por la Justicia por “agresión y daño” contra el diputado Agustín Rossi. “Todavía no está condenado, lo votaría, no tenga dudas”, expresó la tercera candidata a diputada porteña al ser consultada por el procesamiento a Ariel Juan Chartier, quien en febrero atacó con un grupo de ruralistas al legislador kirchnerista en Laguna Paiva. Chartier es candidato en las primarias del 5 de julio y si vence irá en las mismas listas que llevan a Rubén Giustiniani como candidato a senador y que apoya con vehemencia el gobernador Hermes Binner. En esa nómina, además, se postulan dos de los agresores que en Reconquista atacaron al diputado K.

Chartier goza de una confianza de parte de su jefa política que ésta no hace extensiva a la miríada de personas que denuncia sin que tengan siquiera su contra una entrada a la policía por averiguación de antecedentes. Para Carrió el Estado de derecho parece que sólo se aplica a sus candidatos.

Chartier fue procesado –junto a otras seis personas– por el juez correccional de Santa Fe Ricardo Favaretto en el marco de la causa que se abrió por las agresiones sufridas a inicios de febrero por Agustín Rossi y su hermano, el diputado Alejandro Rossi, en Laguna Paiva.

Al respecto, Carrió dijo repudiar las agresiones, pero las justificó “frente a la violencia que el gobierno nacional ejerció sobre el campo argentino, y a los niveles de humillación a los que los sometió”, una extraña manera de cimentar los derechos y garantías de ciudadanos que piensen diferente a las gauchofalanges emboscadoras.

“Así que creo que ya entendieron los productores que (la violencia) no es la mejor vía, pero que entienda Rossi que si no puede caminar por su provincia es porque humilló a su provincia y la traicionó en la Cámara de Diputados de la Nación”, argumentó la candidata que no puede hacer campaña en Santa Fe pero por orden de Binner y no de las patotas que atacan sólo a kirchneristas.

Clara, directa, para nada ambigua, y sacudiendo la cabeza a uno y otro lado, Carrió amplió sus conceptos acerca de los ataques ruralistas: “Mire, yo entiendo algunas cosas… pero no puedo justificar la violencia… pero entiendo la sensación de humillación…”. Pero ¿y si por esas casualidades los chacareros de la abundancia se interponen entre la sociedad y la calidad institucional? Bueno, “puede fallar”, decía el ilusionista Tu Sam.

En esa línea, Lilita dijo que Rossi “defendió la posición de un gobierno nacional que se enfrentaba al pueblo de la provincia de Santa Fe” y advirtió que “cuando uno siembra la violencia, a veces cosecha la violencia”, en un aporte al relato clásico sobre quién tiró la primera piedra. Se sabe cómo terminan esas narraciones y los actos que se derivan de ellas.

Una distraída mirada al costado

El episodio violento de Laguna Paiva por el cual se procesó a Chartier se repitió posteriormente en Reconquista y Venado Tuerto. En la emboscada norteña, al menos dos postulantes del (FPCyS) participaron de la agresión verbal y de hecho contra Rossi.

Cuando la prensa le preguntó sobre el caso del candidato Chartier, el senador Rubén Giustiniani, quien aspira a renovar su banca encabezando esas listas, dijo “desconocer” de lo que se le consultaba y prometió interiorizarse. A la vez, y tomando sideral distancia de Lilita Carrió, su compañera de fórmula en 2007, sentenció: “No sé de lo que me están hablando, no sé si es candidato ni de qué fuerza es, ni de la acción. Pero rechazamos estas agresiones y escraches; esto implica a quien sea”.

Es razonable que Giustiniani no conozca a Chartier e, incluso, que no tenga idea de que Pablo Peteán, militante radical, contador público nacional y secretario de Hacienda de la Municipalidad de Reconquista, va como primer candidato a concejal en las listas del frente que llevó a Binner a la Gobernación. O que Susana Urbani, candidata a concejal por la alianza que encabeza el socialismo en la localidad de Avellaneda haya estado en el ataque y sea “una de las caras visibles de la protesta del campo, con presencia permanente en las rutas”.

Quien no puede desconocer a algunos de los atacantes del jefe de los diputados nacionales oficialistas es Binner, quien los sufrió –y apaciguó– diez días antes de la agresión de Reconquista. Es más, la turbamulta que esperaba en esa ciudad al helicóptero que trasladaba al gobernador se trasladó velozmente a Avellaneda, donde la aeronave se desvió para evitarla.

La pregonada calidad institucional deja en este caso una excelente oportunidad a los líderes de las fuerzas que la pregonan, y a las que no: el repudio sin atenuantes a todo tipo de agresión y ataques a dirigentes o militantes debería ser acompañado de la exclusión de todo candidato que apele a tan execrables métodos de apriete e intimidación, abominables en toda democracia que quiera lucirse.

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