Mucho chamuyo. Se dirá “es el Parlamento, ¿qué querés?”. Pero la verdad es que la diferencia entre chamuyo y discurso está dado, en general, por la carga potente de convicción que lleva el segundo y la pobreza argumental que orla al primero, para no decir que quien chamuya lo que está haciendo en verdad es armar un verso, disfrazar con palabras lindas pero vanas, vacías, un interés inconfesable, un afán impresentable. El debate en el Senado en torno del proyecto de ley de servicios de comunicación audiovisual que llegó desde la Cámara de Diputados con media sanción fue rico a pesar de una gran masa de legisladores que no pudieron zafar de los clichés guionados en los bunker de los oligopolios, exhibiendo una pereza intelectual que explica mejor que cualquier teoría la impotencia que los bloques opositores manifestaron al no poder conciliar un dictamen de minoría para enfrentar al oficialismo. Pero vayamos a los hechos, sin adentrarnos en tanta malograda oralidad.

Una senadora dijo que esta ley es mala porque va a impedir que los medios nacionales lleguen a las provincias, a las cuales la legisladora concibe como feudos que no dejan practicar el federalismo y son tenedores de medios cuyo único rol es mantener en el poder a los señores feudales. Dio un ejemplo, el de los canales de noticias de Buenos Aires que cubrieron el caso del horrendo asesinato de la adolescente María Soledad Morales en Catamarca. Interesante símbolo, porque dejando de lado al indefendible clan Saadi, habría que recordar que algunos de esos medios “nacionales” (¿los medios de las provincias, según este criterio, serían extranjeros?), armaban shows en sus estudios llamando a criminólogos truchos, conductores como Mauro Viale, que enfrentaban a acusados hasta que se llegaban a golpear frente a cámaras, al estilo “caso Cóppola”, canales y radios que promovían hasta el cansancio la intervención “salvadora” del torturador Luis Abelardo Patti, enviado por el entonces presidente Carlos Menem a resolver el caso con los resultados conocidos, o movileros que entrevistaban a personajes que un día eran testigos y al día siguiente pasaban a ser sospechados de encubrir las festicholas catamarqueñas, enviados especiales como Julio Bazán, que matizaba sus melodramáticas crónicas con editoriales sobre la pobreza y la falta de garantías constitucionales que imperaba en esa provincia.

A propósito del cronista itinerante del grupo Clarín, enviado por Telenoche o TN, habría que preguntarle a la senadora María Eugenia Estensoro si las imágenes de un escuálido gato doméstico asado a la parrilla, armado con la desaprensión que caracteriza a los sádicos, resultó un aporte digno de los medios nacionales a la revelación de la miseria que acuciaba a Rosario, seguramente tapado y encubierto por los medios “feudales” de la ciudad. Ojo porque esos medios feudales hoy están tan en contra de la ley como los patrones de Bazán, que no promovieron el Martín Fierro para ese señor porque notaron que nadie se tragó el anzuelo felino.

Un senador radical, cansado de decir que la ley es inconstitucional y que lloverán juicios sobre el Estado, esta noche agregó un chamuyo que le dio a su exposición una modesta, acaso patética, pátina de modernidad. Dijo que esta norma no dice una palabra de Internet y que no es la televisión la que en el futuro será determinante en la formación de los niños y jóvenes, y que a través del programa Ceibal Uruguay entregó 500 mil computadoras. ¿Habrá que preguntarle al senador Sanz, a quien nunca se le escuchó una crítica al grupo UNO Medios de Daniel Vila y José Luis Manzano, qué tiene que ver su alocución con el debate de la nueva ley?

Chamuyo versus discurso, verso berreta contra convicciones. Duhalde habló de que esta ley resucitó la Banelco. ¿Tendrá datos acerca de senadores que recibieron dinero de los multimedios afectados por la nueva normativa? ¿Hubo Banelco en oportunidad de la votación de la 125?

A las 2.27 del 10 de octubre de 2009 fue aprobada en general la nueva ley de servicios de comunicación audiovisual. Poco después será aprobada en particular. Lo demás es puro chamuyo, si es que los chamuyos pueden contener en sí algo que tenga relación con la pureza.

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