La alianza destituyente percibe que no tiene garantías de salir de este proceso político ganando en 2011. Y está dispuesta a todo. Incluso al golpe cívico-mediático.

La instalación de un clima social asfixiante a partir de las movilizaciones de organizaciones que piden intermediar en los programas de trabajo cooperativo, copiosamente cubiertas por los medios que venían pidiendo mano dura contra los cortes de calle, dejan paso a otra fase de propaganda y acciones que muestren lo supuestamente cerca que están algunas localidades del conurbano bonaerense de aquellos luctuosos días de la Alianza, en diciembre de 2001, previos a la caída de Fernando de la Rúa y, también, a la llegada de Eduardo Duhalde a la Presidencia. Posibles saqueos en medio de algunos episodios que quisieron simularlos, denuncias sobre presuntos punteros duhaldistas ofreciendo dinero para “apretar” comerciantes, Raúl Castells “tomando” bingos y supermercados, medios que con sus artículos agigantan el tema, son señales ominosas que delatan al menos dos cuestiones, ambas abominables: primero, la alianza destituyente percibe que no tiene garantías de salir de este proceso político ganando en 2011. Segundo, está dispuesta a todo. Incluso al golpe cívico-mediático.

La alianza destituyente tiene eje en el duhaldismo-radicalismo cobista, con ramificaciones funcionales a derecha e izquierda y cobertura y difusión a cargo del Partido Mediático, tampoco sabe si va a poder imponer el candidato. Pero para eso están los socios.

La prensa de distintos distritos se hizo eco, acaso apresuradamente, tal vez con intenciones no confesables, de rumores que, dice, ya habrían llegado a oídos del diputado nacional Néstor Kirchner y del gobernador bonaerense Daniel Scioli. Los chismes no son livianitos: “La cercanía de las Fiestas despierta el temor de una agitación social en los barrios más carenciados del Gran Buenos Aires. Los supermercados serían un objetivo a saquear. Ya se habrían registrado algunos episodios”, publicó en la bajada de una nota de gran despliegue el diario Hoy de La Plata.

Ese periódico publicó este párrafo: “Por estos días, rumores de nuevos «intentos de saqueos» empezaron a circular en los aires del Conurbano bonaerense. Uno de los más fuertes sonó en el partido de Tres de Febrero, donde presuntamente el miércoles pasado un grupo de piqueteros intentó ingresar por la fuerza a un supermercado del barrio de Villa Bosch. Finalmente, el hecho no sucedió, pero sí despertó alarma en gran parte de los medios periodísticos y sacó el tema en el ambiente político (muchos dicen que hasta ahora se trató de ocultar cualquier rumor sobre intentos de saqueos)”.

Una infamia de este tenor tiene el rango de artículo periodístico. La pregunta, quizás ingenua, es: ¿Qué tipo de clima genera y qué estado de ánimo individual y social se instala con versiones de esta naturaleza? Bueno, el diario platense no se quedó en minucias. A leer: “En el país, los saqueos no traen buenos recuerdos, no provocan buenas sensaciones. Todos, o quizá pocos, recordarán los trágicos episodios vividos en 2001. Gente entrando por la fuerza a los supermercados, descontrol, caos, llanto. Todos, o quizá pocos, recuerdan como terminó ese oscuro capítulo de la historia argentina. Después del caos político y económico, sumado a la feroz represión que se cobró la vida de muchos argentinos, el entonces presidente, Fernando De la Rúa, dejó su cargo para después huir en helicóptero”.

Si los que recuerdan son todos, eso representa un problema para la alianza destituyente, porque las diferencias político-sociales y económicas con diciembre de 2001 son tan ostensibles como tediosas pero necesarias de repetir: La estabilidad económica y el ascenso social de bolsillo de millones de personas no deben hacer olvidar todo lo que falta por hacer en un país arrasado por las sucesivas orgías: de sangre durante la dictadura; de democracia vacía de contenidos sociales transformadores durante el alfonsinismo; de destrucción y desguace del Estado, aniquilamiento de los beneficios sociales e instauración del ultraliberalismo durante la Década Infamenem, de discreta resignación y entrega durante el colapso del modelo, en el Alianzatto Frepaso-Radical. Pero eso no impide vislumbrar los casi 50 mil millones de dólares de reservas, la curva ascendente del superávit externo y la recuperación de la recaudación, la firme producción industrial en áreas decisivas para el consumo interno y las exportaciones como la automotriz y la tecnológica (se están exportando reactores nucleares, señor y señora Duhalde), la inclusión de millones de personas al circuito de consumo a partir de la Asignación Universal, todos esos elementos hablan de otro país que el de 2001. El Partido Mediático puede hacer trucos de magia, pero si la gente sabe que se trata de eso, de trucos, no hay problema. ¿Lo sabe?

El columnista de Clarín Julio Blanck escribió este viernes en ese diario, pero también en Los Andes, de Mendoza, también del Grupo: “En el Gran Buenos Aires ya hubo al menos una docena de amagos de saqueo. Ninguno se concretó. En algunos hubo espontáneos, gente de los barrios más pobres presionando sobre las puertas de supermercados y almacenes. Pero en la mayoría de los casos la espontaneidad pareció cuidadosamente organizada” .

Las imprecisiones intentan ser disfrazadas con “fuentes”, y el columnista avanza sobre la situación política: “La dirigencia kirchnerista está en alerta roja en el conurbano. Les esperan al menos diez días más de sobresalto, porque suponen que van a seguir así hasta después de Navidad”. Lo dicho, la instalación de un clima. Pero desde la presunta “objetividad” periodística.

Blanck sigue su relato: “Ayer, este diario consignó que un grupo piquetero intentó entrar por la fuerza en un súper de Villa Bosch, en el partido de Tres de Febrero, para exigir que les dieran comida. Algunos vecinos incluso aseguraron que los piqueteros se habían llevado mercadería del lugar. Como acto reflejo de prevención, los comercios de la zona decidieron cerrar sus puertas”. Y agrega: “Hubo algún intento tibio de desmentir esta información. Pero dirigentes bonaerenses de primera línea, dos de ellos con trato directo y frecuente con Néstor Kirchner, confirmaron el hecho y agregaron que episodios similares se registraron en Isidro Casanova, partido de La Matanza, y en barriadas de los municipios de Esteban Echeverría, San Martín, Moreno, Merlo y Florencio Varela”.

Luego, el periodista de Clarín ensaya el punto de fuga posible para todo rumor, esto es que si la movida queda al descubierto él lo anticipó: “Un relevante dirigente kirchnerista de Lomas de Zamora dijo a Clarín que «aparece gente ofreciéndole 20 ó 30 pesos a los pibes que andan por las esquinas, para ir a apretar a comerciantes». ¿Quiénes son? Es la pregunta obligada. «Sería fácil echarle la culpa al duhaldismo, pero no tenemos pruebas de que sean ellos», fue la respuesta”.

Clarín y Los Andes ensayan, en forma consciente o funcional, sobre el plano de las escaramuzas, efectos deseados por la alianza destituyente: “El temor que subyace en la dirigencia provincial es que estos episodios se generalicen. El cerrojo informativo que se pretende establecer apunta a evitar el «efecto espejo», un contagio que podría producirse a partir de la difusión de estos hechos. Pero las cosas que pasan, siempre se terminan sabiendo. Y la voz, entre los más necesitados, suele correr muy rápido. Esto, sin contar con el factor de agitación política que propicia la repetición”.

Blanck le entra a la manteca con el cuchillo caliente: “Entre los cuadros del peronismo bonaerense abundan los hombres que vivieron ya dos oleadas de disturbios y saqueos. La que empujó la salida anticipada de Raúl Alfonsín, después que Carlos Menem ganara la elección presidencial en 1989. Y la que marcó el tramo final del gobierno de Fernando de la Rúa, hasta su derrumbe estrepitoso y sangriento en diciembre de 2001”. Y establece, claro, alguna distancia entre el hoy que tanto aqueja a sus patrones y ese ayer que se blande con desparpajo: “Las condiciones económicas y sociales no son las mismas de entonces, aunque la garra de la miseria y la exclusión siguen ahogando a decenas de miles de compatriotas. Pero en esos casos traumáticos del pasado, hubo parte de la dirigencia peronista y de los aparatos municipales que fueron cualquier cosa menos testigos neutrales. Ellos, puestos ahora del otro lado del mostrador, saben muy bien de qué preocuparse”. Clarín también.

Como se señaló en un blog que manifestó su profunda preocupación por la situación que se viene intentando recrear en el segundo cordón del conurbano bonaerense, “Honduras ocurrió por algo. Se trata de un ejemplo, una prueba desgraciadamente exitosa. Los saqueos serían el agregado local a un plan que es, sin duda, más grande y a escala continental”. En el mismo sitio, se escribe lo siguiente: “Desde ya que se necesitarían solamente algunos hechos aislados para que los medios asociados (a la alianza destituyente) provocaran la histeria colectiva y la consiguiente reacción en cadena”. Clarín, Vila-Manzano, Prisa y otros referentes del Partido Mediático velan armas en esa dirección. Y dependen de que los que recuerdan lo que pasó en 2001 sean bien pocos.

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