Vaciando los cajones

Lejos de lo que el Partido Mediático y la oposición destituyente eligieron como el principal pronunciamiento de la Cámara Federal en lo Contencioso Administrativo –ratificar que el Ejecutivo no use las reservas–, lo más importante que definió el cuerpo colegiado fue la modificación de la medida cautelar de la jueza María José Sarmiento que amparaba a Martín Redrado y que le permitió eludir por un tiempo su eyección del Banco Central. El dictamen implica que el Ejecutivo no puede designar un presidente del BCRA con “carácter definitivo” hasta que no se expida el Congreso, lo que motivó la opinión de constitucionalistas que, a la luz de lo actuado por la Justicia, consideraron que el ex golden boy queda suspendido en el cargo. A esta altura del patético culebrón que provocó con base en los apoyos del Grupo Clarín y en el cobijo del traidor serial Julio Cobos, a Redrado sólo le queda emprolijar su despacho y vaciar los cajones, un gesto que agradecerá su sucesor.

Si bien es cierto que la Cámara mantuvo firme el fallo cautelar de Sarmiento que impide al Gobierno utilizar las reservas para conformar el Fondo del Bicentenario, al rechazar una apelación efectuada por el Ejecutivo, la movida más trascendente, en términos objetivos, es la modificación del statu quo que amparaba a Redrado e impedía que se aplicara la decisión presidencial de relevarlo. Ahora su destino quedó en manos de la comisión bicameral que deberá aconsejar a la mandataria nacional qué hacer con los despojos del blondo funcionario. Como esa recomendación no es vinculante, y Cristina no parece querer revisar la medida que pone lejos del BCRA a Redrado, la suerte de éste está echada, algo que algunos pícaros dirigentes de la oposición ya sabían y por eso mismo expresaron que el rebelde debía desistir en su afán de abulonarse a la poltrona que calentó en los últimos seis años.

Las camaristas Clara Do Pico y Marta Herrera, en su dictamen, afirmaron que luego que la presidenta Cristina Fernández diera intervención al Congreso “deben aguardarse las alternativas propias del juego de los poderes legislativo y ejecutivo que determinarán la permanencia o desplazamiento” de titular del Banco Central. Una manera sutil de dejarlo a la intemperie.

En su fallo, las camaristas reemplazaron la medida cautelar de Sarmiento que impedía remover a Redrado, y dispusieron que el Poder Ejecutivo no puede nombrar “con carácter definitivo” al nuevo presidente del BCRA “hasta tanto se cumplimente con la participación legislativa dispuesta por el artículo 9 de la ley 24.144”.

Las magistradas agregaron que “desde tal perspectiva, este tribunal considera que se ha desdibujado la verosimilitud del derecho” evaluada por Sarmiento y “deben aguardarse las alternativas propias del juego de los poderes legislativo y ejecutivo que determinarán en definitiva la permanencia o el desplazamiento del presidente del Banco Central sin óbice jurídico”. En castellano llano, lo que nunca debió abandonar el territorio de la política vuelve a la política.

Insólitamente, en lugar de intentar disimular lo patético de su salida de la escena pública, tras darse a conocer el fallo Redrado emitió un comunicado en el que anuncia que la sentencia “ha ratificado” su derecho a “no ser removido” sin el procedimiento de convocar a la comisión bicameral, una penosa forma de aferrarse a la retórica mientras la realidad le pasa por encima como una aplanadora.

Redrado interpretó que la Cámara reconoce “que el cambio de circunstancias motivado por el compromiso público de «sanear» el acto asumido por la Presidenta modifica el escenario del proceso cautelar” y que “resulta evidente que la voluntad de sanear del DNU 18/2010 implica la existencia de defectos legales en el decreto de remoción. Sólo puede sanearse aquello que tiene vicios”. Balas de fogueo en las calles de Stalingrado.

Constitucionalistas impiadosos

Mientras Redrado redactaba su comunicadito, el constitucionalista Felix Loñ opinó en diálogo con la agencia de noticias Télam que “las camaristas han reducido la medida cautelar (de la jueza María José Sarmiento) a que no se puede designar un reemplazante definitivo. Se ha atenuado, porque cambió la situación, al pedir la Presidenta la opinión del Congreso”.

“La Cámara dice que se desdibujó la verosimilitud del derecho evaluada por la magistrada, por lo que (Redrado) no puede seguir en el cargo pero tampoco se puede nombrar un reemplazante definitivo, así que el transitorio sería (el vicepresidente del BCRA) Miguel Pesce”, añadió.

Si esa hermenéutica jurídica fuera insuficiente, otro especialista en derecho constitucional, Eduardo Barcesat, coincidió en que el removido titular del Central “no puede seguir, pero tampoco el Ejecutivo puede nombrar un nuevo presidente definitivo. Incluso si Redrado hiciera un recurso de interposición a la Corte Suprema por su situación, eso no suspende la ejecutoria de la Cámara, así que tiene que irse a la casa”, enfatizó Barcesat, quien señaló que “la Presidenta tenía facultades para el primer decreto, porque el tema del consejo (del Congreso) no es vinculante”.

Ya ni sus viejos aliados lo bancan

La amarga jornada que le tocó vivir al ex mandamás del Central se vio jalonada por el pronunciamiento de alguien que hizo lo posible para defenderlo, incluso acciones que derivaron en una denuncia penal. El jefe del bloque macrista PRO en Diputados, Federico Pinedo, debió reconocer que “a partir de hoy (por el viernes en que se conoció el fallo) Redrado no debería ir al Banco Central a ejercer su función”. El rubio quedó más solo que loco malo.

“Para mí, haciendo abstracción de toda la terminología legal” Redrado “está suspendido” y “no puede ejercer su cargo, expresó el legislador por la Capital en diálogo con Radio Mitre.

Si Redrado asumiera que la dignidad cotiza mucho más alto que las divisas que el Gobierno ahorró durante un lustro y medio, este sábado debería redactar una lacónica renuncia y marcharse a disfrutar del Festival de Cosquín a través de la televisión pública, acaso whisky en mano. Pero para el muchacho del flequillo esas son veleidades de moralistas sin futuro.