Chupetín de Naranja se llama el perfume que los alumnos de tercer y cuarto grado de la escuela 134 realizan en el taller de química, en condiciones precarias, que se agravaron aún más cuando el Ministerio de Educación provincial le retiró dos cargos al establecimiento.
Agua destilada, alcohol, aceite esencial de naranja extraído por los alumnos a través del método de destilación por arrastre de vapor, y colorante natural, sacado también por los chicos de la cáscara de naranja, son los elementos con los que en la escuela 134 Cornelio Saavedra se hace un perfume artesanal de naranja.
Pero estos niños no sólo aprenden cómo utilizar elementos de química para extraer los aromas y las fragancias sino que, a la vez, conocen el valor de las cosas, porque son escasos los recursos, y porque amerita mucha paciencia y cuidado.
Marcos Alionis es el maestro de tercer grado y en el mismo turno, por lo tanto también es el maestro de cuarto en la misma aula, ya que el Ministerio de Educación de la provincia le retiró dos cargos a la escuela, de modo que, al igual que Marcos, otro profesor tiene a su cargo dos cursos de diferentes edades al mismo tiempo.
Alionis tiene 18 alumnos, nueve de tercero y los restantes de cuarto, a los cuales les dicta un taller de química. Las idea surgieron gracias a una invitación que se les cursó para participar en una feria de ciencias bajo la consigna de trabajar en soluciones.
Le escuela 134 decidió intervenir, a pesar de que no poseía los elementos necesarios. En consecuencia, debió recurrir a la solidaridad de otras escuelas, a la imaginación para improvisar un mechero que queme lo suficiente, y a los pobres recursos de la cooperadora, para poder comprar los elementos que aún faltaban para la realización, y los recipientes para presentarlos y comercializarlos.
El maestro contó que a pesar de ser un curso muy inquieto, los chicos se entusiasmaron y se calmaron. Además, decidieron continuar con la producción hasta fin de año.
Alionis explicó a Redacción Rosario que los dieciocho andan toda la tarde corriendo de aquí para allá, y sin embargo respetan el pequeño laboratorio, en el cual hay elementos de vidrio, tomando los utensillos con sumo cuidado y responsabilidad.
Las cáscaras de las naranjas que se comercializan, y por lo tanto estuvieron en conservadora, no sirven, porque pierden el aceite, por lo tanto los chicos deben recoger la fruta del árbol de algún vecino generoso y ese mismo día utilizarla en el proceso.
La realización requiere paciencia, ya que es gota a gota, pero en un mes los alumnos ya produjeron dos litros.
A un costado del escritorio de la directora, Graciela Lotito, en una pequeña mesa del colegio, un mechero improvisado hierve el agua para generar vapor que, tras un pequeño recorrido desemboca, ya transformado en una gota de perfume, dentro de un recipiente.
Pegado a esa mesita, sobre cajas de cartón, se exhiben los diferentes frasquítos, cada uno con su rociador en la boca y su correspondiente etiqueta.
Los perfumes se venden a diez pesos cada uno, para quien quiera colaborar, y con lo recaudado se cubrirán los gastos mínimos. Con el resto del dinero los alumnos decidieron que lo invertirán todos juntos en los jueguitos del Parque de la Independencia y en un helado para cada uno durante que disfrutarán alguna tarde.
A pesar de que el Ministerio de Educación de la provincia de Santa Fe le sacó dos cargos más que necesarios a los docentes –sino vitales– los alumnos le siguen encontrando el aroma y las fragancias a las cosas.
Fotos: Javier García Alfaro
