Ufa, siempre noticias maltratadas. No se las crean. Ahora dicen que falleció El Flaco. Pero si lo estamos escuchando, ¿Quién lo podrá apagar si él está en Los libros de la buena memoria y advertía: “Mi voz llegará”?.
Siguen algunos insistiendo en que todos los hombres son mortales.
Los rockeros no lloran, golpean el piso y exigen bis. Pero Lapegue se pone triste ahora, ni sabe que el Flaco hará otro bis, y luego, otro y otro..
Éramos duros y el tipo nos hacía estremecer, es un hermano que nos dejaba machetearnos de sus letras para parlar a minitas.
En verdad, nunca entendimos bien todas sus canciones, una suelta de palabras que no conocíamos nos llegaban y bañaba. Olían a tierra mojada y a vuelo de golondrinas en Plaza de Mayo.
Enérgico y polentoso, esgrimía palabras como pocos. Hasta puso rabioso a un pescado.
Sorprendía, en una canción quebrando melodías y desgarrando climas. Después se reía, tomaba el pelo a las armonías y las canciones nos dejaban suspendidos.
Le puso nombre a uno de nuestros hijos, como si fuera poco. Hace un rato nuestra hija subió a su pieza y enchufó la guitarra y tocó mientras cantaba el Flaco. Así que, en la casa –como sucederá en muchas más–, hasta desde el patio se escuchará.
¿De qué habla ese Lapegue?
Un cumpa de estudios de periodismo, (testigo de nuestro casamiento): don Carlos Norberto, (¿Te acordás Mac, Rody?), hacía prensa en el sello Sony y trabajó mucho con Spinetta. Siempre cuenta que era el tipo más responsable a la hora de laburar. Ese delirio que le veían los pacatos no existía cuando asumía su oficio terrestre que tomó con dignidad de trabajador.
No pueden apagar y cerrar la sala, todos nos paramos, pero no se fue un carajo y está siempre en el jardín de los presentes.
“….¡ohhhhhh… oh, oh, oh…Otra, otra, otra… El Flaco no se va, El Flaco no se va… No se va…”
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