Las decisiones de los estados provinciales castigando la falta de inversión de Repsol, la sólida posición gubernamental ante las autoridades de la compañía, la escasa repercusión del “enojo” hispano y el inicio de debate sobre un proyecto destinado a adquirir la parte esencial de la empresa –tomando en cuenta aspectos complejos como el desguace que fuerza un diseño federal‒ resultaron pasos determinantes a favor de un decurso que tiene final feliz anunciado.
En las ediciones de ayer dimos cuenta de todos estos avances, incluyendo la discusión sobre una iniciativa realmente existente en el ámbito legislativo. En los materiales editados señalamos claramente que las fuentes indicaron que la presentación futura de ese proyecto era una posibilidad, y que aún restaba tiempo para plasmarlo porque hacía falta discutir detalles. Reafirmamos esa y las demás informaciones vertidas desde La Señal Medios, que tienen el claro sesgo de cubrir un andar combinado entre la voluntad popular y la decisión oficial.
Algunos medios nítidamente opositores confundieron a la opinión pública al señalar que el proyecto estaba concluido y que la presidenta de la Nación iba a anunciar la nacionalización del petróleo en su discurso de anoche en Casa de Gobierno. Rápidamente salimos a aclarar que eso no era verdad y señalamos oportunamente que quienes lo afirmaban estaban vendiendo humo, generando una falsa expectativa que podía llevar a la población a decir “al final no hay nada”. En verdad sí que hay, y la información precedente lo evidencia.
Hasta ahí, el juego aparece razonable. Pues esos medios contrastan habitualmente con los intereses nacionales y populares en nuestro país y son depositarios de conceptos que pretenden dañar y desprestigiar iniciativas soberanas. Sin embargo, la repercusión de la maniobra monopólica se expande por estas horas debido al equívoco tratamiento informativo brindado por espacios que, no tenemos porqué dudarlo, pretenden respaldar el accionar gubernamental.
Veamos por qué
Si repasamos los matutinos que podríamos situar en este último segmento, nos encontramos con una desmentida plena al conjunto de informaciones vinculadas con el camino emprendido por la Argentina hacia la recuperación del petróleo. En lugar de desandar adecuadamente los dos puntos que sirvieron al monopolio para confundir y generar falsas expectativas (la concreción plena del proyecto en cuestión y el improbable anuncio de Cristina sobre algo en debate) dejan el amargo regusto de “estos mentirosos nos hicieron creer que el gobierno piensa recuperar el petróleo. Qué disparate”.
Así, la presunta desmentida de dos errores intencionados y puntuales de Clarín, La Nación y Perfil, termina siendo aún más perjudicial para la causa nacional, porque al menos dos diarios evaluados como oficialistas golpean sobre el hematoma y devalúan las justas expectativas que, con tiempos más equilibrados, tiene el pueblo argentino, asentado objetivamente sobre las señales inequívocas que viene brindando el gobierno nacional. Es decir: aunque no lo acepten o comprendan los medios opositores y oficialistas, nuestro país está transitando el camino de recuperación del petróleo nacional.
Es curioso, reflexionamos, el período comunicacional que nos toca vivir. En lugar de trabajar sobre la información cruda, valga la palabra, los medios de cierto nivel de circulación están enzarzados en una pugna continua que los hace desmerecer todos y cada uno de los datos que vierte el “rival” con el afán de quedar muy pero muy bien, excesivamente bien, con las dirigencias a las cuales responden. En este caso, los medios habitualmente más confiables han completado involuntariamente la maniobra al devaluar el propio camino oficial haciendo sentir a sus lectores que una medida sana, lógica y, por lo demás, evidente en defensa de nuestra soberanía, es inviable.
Creemos que esta dualidad que impide el flujo informativo y la reflexión en aras de esquemas prefijados está llegando a un borde. Ese límite es el sentido profundo del periodismo orgánicamente relacionado con los intereses populares. Para ser más claros: si Clarín sostiene, con críticas y a regañadientes, que el gobierno está defendiendo los recursos estratégicos argentinos, se le responde ¡que no! pues resulta más importante para los espacios periodísticos oficialistas desmentir al monopolio que abordar el verdadero camino seguido por la administración kirchnerista.
Eso si es un dislate, y un ejemplo del mismo es lo que vemos por estas horas en varios medios. Tal vez sea tiempo de un rediseño, bien pensado, de las políticas de comunicación. Pero sobre todo, es pertinente un mirar hacia dentro de medios y trabajadores de prensa acerca de los aspectos básicos de la labor desarrollada en los últimos años; y a partir de allí considerar la forma a través de la cual se va a participar del debate que se viene sobre la consolidación y mejoramiento futuro de lo logrado desde el 2003 hasta el presente.
Entonces, reafirmamos las informaciones vertidas, que pueden sintetizarse en: sin prisa y sin pausa, el gobierno argentino, con el respaldo y el impulso popular, está concretando los pasos necesarios para la recuperación del petróleo nacional. Y muchas cosas más. Eso es verdad, y negarlo para opacar a un medio antagónico es más perjudicial que cualquier maniobra que tergiverse el sentido del proceso que vivimos en esta zona del mundo.
* Director La Señal Medios