En una extensa entrevista, el capitán retirado Héctor Vergés, condenado por delitos de lesa humanidad cometidos durante la dictadura, habló de todo. Confesó alguno de sus crímenes, repartió responsabilidades y aseguró haber trabajado para el periodista Jorge Lanata.

Durante una entrevista concedida a la agencia Télam, en el penal de máxima seguridad de Marcos Paz, donde habló de distintos temas, el represor, que se encuentra purgando una condena de 23 años de cárcel por el secuestro y desaparición de Javier Coccoz y Julio Gallego Soto, y por el secuestro de la esposa del primero, Cristina Zamponi, contó algunos detalles de su relación con el mundo periodístico.

Vergez dijo que en los años noventa, después de publicar el libro Soy Vargas (uno de los alias que utilizaba para cometer sus tropelías) fue convocado por el periodista Jorge Lanata.

“Trabajé directamente para Lanata, que me llamaba por teléfono para pedirme investigaciones e incluso algún reportaje bastante liviano”, relató, y luego detalló que “lo que más le interesó fue una investigación que hice sobre un director de ATC que en su momento había puesto Menem, uno flaco alto, pero ahora mismo no recuerdo su nombre”, refiriéndose probablemente a Horacio Frega, presidente de la emisora a fines de esa década, con quien Lanata tuvo varios entredichos en aquel entonces.

El capitán retirado, reconoció un poco molesto que el actual conductor estrella del Grupo Clarín lo mantenía “oculto” y que nunca blanqueó la relación que mantenían. En cambio, se refirió cariñosamente a otra figura del periodismo, Samuel Gelblung, para el que también trabajó.

“Chiche fue más noble que Lanata, porque me tenía como panelista” en su programa de TV de aquellos años, recordó.

En otro pasaje de la entrevista, Vergez contó como fueron los entretelones de la venta de los archivos del Batallón 601 de Inteligencia del Ejército, supuestamente adquiridos por el ex presidente Carlos Saúl Menem durante su segundo mandado, en 250.000 dólares.

“La negociación, que estuvo a cargo de (Juan Bautista) Tata Yofre y Fabián Doman, terminó bien”, reveló, volviendo sobre sus conocimientos sobre las actividades “poco conocidas” de algunos periodistas.

“Menem le pagó 250.000 dólares a (el general de brigada retirado Jorge Ezequiel) Suárez Nelson. Podés preguntárselo al propio Menem. Decile que yo te lo dije”, le dijo Vergez a Télam.

Suárez Nelson, a quien Vergez señaló como quien fuera su jefe directo en la inteligencia militar y que llegó a jefe del referido Batallón de Inteligencia 601 (con sede en un hoy abandonado edificio de la avenida Callao y Viamonte) falleció el 17 de octubre de 2008.

Vergez, está acusado de ser un asesino serial (de las familias Pujadas y Vaca Narvaja, de estudiantes bolivianos, etc.) antes y después del golpe de estado cívico-militar de marzo de 1976.

Antes del golpe, fue uno de los fundadores y jefes del Comando Libertadores de América, versión cordobesa de la Triple A. Después del 24 de marzo fue jefe del campo de concentración y exterminio La Perla, en las afueras de la ciudad de Córdoba.

Por lo primero todavía no fue juzgado, y está siéndolo por lo segundo, pero ya ha sido condenado a 23 años de prisión perpetua por crímenes de lesa humanidad cometidos posteriormente en área del Primer Cuerpo de Ejército y particularmente por lo que la inteligencia militar denominó “Operativo Redondo”.

Fue a partir de este juicio, recientemente concluido, que surgió el interés por los esfumados archivos de la inteligencia militar, archivos que contienen, entre otras cosas, los dichos de centenares sino miles de detenidos-desaparecidos, por lo general obtenidos bajo tortura.

El interés en los mencionados archivos surgió, más precisamente, por la aparición de las transcripciones de los supuestos interrogatorios hechos por la inteligencia del Ejército al contador Julio Gallego Soto –quien había sido un estrecho colaborador de Juan Perón– y a Rafael Perrota, director del diario “El Cronista”. Ambos permanecen desaparecidos.

Vergez, que fue condenado por el secuestro de Gallego Soto y por el del jefe interino de la inteligencia del ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo) Javier Coccoz, también desaparecido, a 23 años de prisión, negó haberlos asesinado y señaló a sus presuntos victimarios.

En el curso de una entrevista exclusiva concedida a Télam en el penal de Marcos Paz, Vergez dijo que “al teniente Pancho (Coccoz) lo mató a mis espaldas (el teniente coronel Carlos) Vega Aciar el mismo día en que yo despedí en un avión hacia Europa a su mujer (Cristina Zamponi) y al pequeño hijo de ambos”, y añadió que “Vega Aciar lo mató por orden de (el general Jorge Ezequiel) Suárez Nelson”.

Ante la pregunta de por qué no lo dijo durante el juicio, Vergez respondió que sus abogados, defensores oficiales, no lo defendieron como correspondía porque “estaban absolutamente convencidos de que sería condenado”.

Verges repite que había llegado a un acuerdo con Coccoz, con quien supuestamente mantuvo tres reuniones, al cabo de las cuales llegó a un acuerdo que incluía que su mujer y su hijo salieran hacia Europa, y que a él se lo dejara salir hacia Brasil.

En este sentido, negó haber violado a Cristina Zamponi como ella denunció a la hora de declarar por teleconferencia desde Barcelona, dónde vive.

Asimismo, Vergez aseguró que ni él ni Coccoz tuvieron nada que ver con el secuestro y desaparición de (el funcionario del Ministerio de Economía) Juan Carlos Casariego del Bel, y que “(el juez federal Norberto) Oyarbide me lo endilga a mí (su secuestro) porque no sabe a quien endílgarselo o, peor todavía, porque si no me lo endilgara a mí debería endilgárselo a (Guillermo Walter) Klein (secretario de Programación Económica y mano derecha del ministro José Martínez de Hoz)”.

Sobre el secuestro de Gallego Soto, contó que «en junio de 1977 yo hacia lo que quería, nadie me decía nada. Suárez Nelson, que era mi jefe, me entregó una carpeta con todos los datos de Gallego Soto y me pidió que lo investigara. Así lo hice y le informé a Suárez Nelson que no había nada que hacer con el tipo, que era peronista, que había sido íntimo de Perón, que estaba limpio”.

“Entonces –continuó diciendo– Suárez Nelson me dijo que (el general Ramón Genaro) Díaz Bessone (que había sido ministro de Planeamiento de la dictadura) había ordenado que lo mataran, por lo que debíamos secuestrarlo y matarlo sin interrogarlo”, y asegura que se negó a cumplir esa orden: “No soy sicario de Díaz Bessone, le dije a Suárez Nelson».

Vergez le dijo a Télam que Díaz Bessone mandó matar a Gallego Soto por lo que éste sabía del “secuestro de los (empresarios Federico) Gutheim (y Miguel Ernesto Gutheim, padre e hijo, en 1976) por orden de Martínez de Hoz”, y que el ejecutor de la orden fue un teniente coronel retirado (que entonces sería capitán), Enrique Mónico López Ascárate.

“López Ascárate lo secuestró, mató y quemó su cuerpo», aseguró

Yaguer

El represor recordó el ataque al Regimiento 29 de Infantería de Formosa, primer y último ataque a una unidad militar de la guerrilla montonera. «(El general Luciano Benjamín) Menéndez me envió allá y le hice un informe. Nuestra preocupación no era tanto militar sino porque había doscientas mil personas, en su mayoría jóvenes, que se movilizaban en apoyo a Montoneros”.

«En lo estrictamente militar –siguió diciendo– al soldado (Luis Roberto) Mayol (quien abrió las puertas del regimiento a los atacantes) el Ejército lo tenía controlado y por eso lo había mandado de Santa Fe a Formosa”.

“Mayol estaba en contacto con el ingeniero (químico, Raúl Clemente) Yaguer, también santafesino, y quien dirigió aquel ataque. Y fue porque Mayol estaba controlado que los Montoneros no pudieron tomar el cuartel”, amplió.

Vergez dice que años después tuvo la ocasión de “entrevistar (sic) a Yaguer”, lo que derriba la versión oficial de que Yaguer murió al resistir su detención en un control de carreteras el 30 de abril de 1983, un año después de la guerra de Malvinas y dos días después de que la dictadura presentara su “Documento final sobre la subversión y la lucha contra el terrorismo”.

Poco antes, el 14 de abril, habían sido secuestrados en Rosario y asesinados en Buenos Aires, por policías a las órdenes del subcomisario Luis Abelardo Patti, otros dirigentes montoneros: Eduardo “Carlón” Pereyra Rossi y Osvaldo “El Viejo” Cambiasso.

Kirchner

El represor Héctor Pedro Vergez Dijo: “Néstor Kirchner hizo todo este circo de los juicios ni por sentimientos ni por militancia, los Kirchner nunca fueron montoneros”.

Según su hipótesis, “se apioló de que había ahí una veta que se podía explotar”, y agregó: “Es por eso que estamos todos acá”.

Según Vergez, los presos por delitos de lesa humanidad que se encuentran alojados en el penal de Marcos Paz «nos tratamos como familia. Sabemos las noticias de todos los muchachos, de los otros lugares (dónde están presos), de los juicios. Somos presos políticos», enunció.

Volviendo sobre los temas políticos, el represor pronosticó que “Cristina (Fernández de Kirchner) va a perder las próximas elecciones desastrosamente, y el próximo presidente va a ser (Daniel) Scioli. Tenemos muchas esperanzas de que Scioli pacifique el país y nos ponga en libertad”.

Por otra parte, consultado sobre algunas de las causas por delitos de lesa humanidad que se encuentran en etapa de juzgamiento y/o investigación, el capitán retirado sostuvo que “es mentira que haya 500 chicos robados, algunos atorrantes se robaron unos treinta”, y dio su particular versión de los hechos, según la cual “vos matabas una pareja, quedaba un chico, ningún juez de menores quería hacerse cargo, en esas circunstancias se produjo lo que te digo. Aún así, en Córdoba no hubo nenes robados”.

Sobre este tema fue aún más allá, y atacó a la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela Barnes de Carlotto, quien según Vergéz “pudo inventar una sola (sic) causa. Y es que si se enteraba, Menéndez nos agarraba de las orejas y nos colgaba de un árbol. Lo mismo si se enteraba de que se abusaba de una embarazada detenida”, recordó.

Finalmente, consultado sobre si siente algún tipo de arrepentimiento, afirmó “soy militar, nos prepararon para matar. En una guerra se mata y se muere. Cuando matás al primero es un shock. Después es menos duro”, concluyó.

Fuente: Télam

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