El nuevo jefe de la Policía de Santa Fe, Omar Odriozola, desvinculó la última serie de asesinatos con tinte narco de los cambios en la cúpula policial. Para Odriozola, fueron “casos aislados”.

Un policía asesinado en pleno centro; un famoso hijo de un famoso hampón ultimado en la avenida más coqueta; un supuesto narco asesinado en el menos coqueto barrio toba por una supuesta discusión narco que mandó a otros dos heridos de bala al hospital; dos pibes baleados en la rústica esquina de 27 de Febrero y Caferata.

Todos hechos acaecidos a menos de 48 horas del relevo meramente “administrativo” de la cúpula policial, y que a juicio del flamante jefe de policía, Omar Odriozola, nada tuvieron que ver con su nombramiento al frente de la fuerza, sino que se trató de “casos aislados”.

«Han sucedido cosas gravísimas y no ha habido ningún tipo de cambio. Son casos aislados», aseguró Odriozola este miércoles a Radio 2.

El recientemente nombrado Jefe de Policía de Santa Fe aseguró que los tres crímenes –el de su camarada que intentó frenar un robo en Sarmiento y 3 de Febrero; el de Maximiliano Quemadito Rodriguez en la esquina de Pellegrini y Corrientes, que dejó estupefactos a decenas de personas que transitaban por allí; y un tercer asesinato en el barrio Toba que ya parece no sorprender a nadie– «están absolutamente separados» del recambio en la jefatura policial.

Su segundo, Raúl Ardiles, había manifestado horas antes a ese mismo medio que fueron “muy bien recibidos por los policías rosarinos y sin ningún gesto de resistencia». «Lo que ocurrió es casual y no tiene nada que ver con nuestro nombramiento. En 30 años de carrera no hemos tenido ningún problema de ese tipo», dijo.

El jefe de ambos, el ministro de Seguridad provincial, Raúl Lamberto, había ratificado no hace mucho su firme convicción de actuar de manera “que los buenos policías sean destacados y que los malos sean separados”. También desde el socialismo se habló de la reestructuración de las fuerzas de seguridad. Y al descabezar su cúpula por segunda vez en tres meses, pareció dar muestra de su coherencia en ese sentido.

Sin embargo, en el mismo acto de relevo de Cristian Sola –investigado por enriquecimiento ilícito– el titular de la cartera de Seguridad salió a negar que el recambio tuviera que ver con la cuestionada honestidad patrimonial del comisario, y mucho menos con la voluntad manifiesta del Ejecutivo de reestructurar la fuerza, sino que se enmarcaba en el “período de cambios” habituales que tienen lugar a inicios de cada año.

Y así como todo es consecuencia natural de lo que dicte la providencia, el protocolo, o la burocracia, los asesinatos en Rosario también suceden y se suceden en esa misma lógica. Nada tiene que ver con nada para el gobierno socialista y sus subordinados, salvo con las demoníacas intenciones destituyentes del rival político, con la –para el actual gobernador– “propaganda nazi” a la que recurren sus críticos.

Este mismo miércoles, el electo diputado provincial, luego marginado, Carlos Del Frade, se despachó con una novedad que desde hace tiempo corre bajo especie de rumor por redacciones y burós políticos y que viene a deshilachar la bandera de transparencia que tanto gusta remontar Hermes Binner en cada una de sus apariciones.

Su amigo, su hombre de confianza, primero su chofer, luego recomendado por él para dirigir la GUM (invento de Binner materializado por Lifschitz), a posteriori, recomendado por él para ser el número 2 del Ministerio de Seguridad y, finalmente, tras el escándalo Tognolli (nombrado jefe policial por Binner), borrado de la faz ejecutiva, Marcos Escajadillo, será a la brevedad –para Del Frade– el ojo de una nueva tempestad.

Esto, porque, al decir del referente local de Proyecto Sur, el ex chofer de Hermes “está vinculado seriamente con el negocio del narcotráfico”.

¿Ha de ser también un “caso aislado” en los inmaculados cinco años de gestión provincial socialista? ¿Ha de ser un nuevo ataque destituyente?

“No se puede abordar todo de la noche a la mañana, pero hay directrices que no son menores, el tema del narcotráfico es de extrema preocupación”. “Nuestra principal prioridad es la seguridad”. Éstas, fueron las primeras consideraciones de Lamberto en calidad de ministro, allá por junio de 2012. Muy similares a las remanidas de Binner durante su campaña a gobernador.

Cientos de noches y de mañanas y de asesinados se cuentan desde aquella ocasión. Pero nada está relacionado. Es mera casualidad.

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