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Las escuchas al policía y al preso que planeaban matar a Vienna, Caporini o Quebertoque revelan también presuntos aportes de supuestos narcos al gobierno santafesino.

Los mismos detenidos cuyas charlas telefónicas que eran escuchadas por la Justicia Federal revelaron la presunta existencia de un plan para asesinar a un juez, un fiscal o un jefe policial, expusieron también la supuesta relación de personajes señalados como narcos con el gobierno provincial a través de aportes económicos. Las escuchas, realizadas por el juzgado federal Nº3 de Rosario en una causa por narcotráfico, fueron solicitadas ahora por la jueza de instrucción Nº2, Alejandra Rodenas, quien investiga el atentado a balazos contra el gobernador Antonio Bonfatti en octubre del año pasado. En sus distendidas y profusas pláticas desde distintas unidades penales, un policía que estaba preso en la Alcaidía de Rosario y un hombre detenido en Coronda por homicidio brindan detalles sobre el atentado a la vivienda particular del mandatario y acerca del presunto aporte monetario de narcos al gobierno.

Las conversaciones interceptadas por la Policía Federal a pedido del juez federal Carlos Vera Barros se produjeron en marzo de este año. Los que hablan profusamente por teléfono son Germán Matías Almirón, sargento de la División Judiciales de la Policía de Rosario, y César Arón Treves.

El primero estaba detenido en ese momento en la Alcaidía de la Jefatura de Policía, imputado por extorsión a la mujer de Juan Domingo Argentino Ramírez, un hombre de la banda de Los Monos que fue detenido el 14 de enero a la noche y escapó de la Jefatura a la mañana siguiente caminando, luego de quitarse las esposas y golpear a un guardia, según la versión policial. Ramírez fue recapturado el 28 de julio pasado en Corrientes y unos días después el sargento Almirón fue procesado por extorsión. El 10 de abril, el juez Vera Barros también procesó a Almirón por brindar protección a una banda narco liderada por una mujer: Reina Isabel Quevedo.

Su interlocutor en las llamadas interferidas por la Justicia, Treves, estaba detenido en la unidad penal de Coronda. Está procesado como partícipe de un crimen ocurrido en noviembre de 2012 en Maipú al 800, donde fue asesinado Gustavo Serra. También tiene una causa por drogas: un mes después de ese homicidio fue detenido en Villa Gobernador Gálvez cuando circulaba en un automóvil con 2 kilos de pasta base y 20 litros de acetona.

Mientras la Policía Federal escuchaba las llamadas entre Almirón y Treves, el juez Vera Barros advirtió que ambos tramaban un presunto plan para asesinar al juez de instrucción 4ta, Juan Carlos Vienna, o al fiscal de Cámaras, Guillermo Camporini. Ambos investigan a la banda de Los Monos, asociada a la violencia y el tráfico de estupefacientes en la zona sur de Rosario. El plan también incluía a Luis Quebertoque, quien en ese momento era el segundo en la jerarquía de la División Judiciales de la Policía –la misma en la que había reportado Almirón-, quien acercó a Treves al juzgado de Vienna para que aportara datos sobre la familia Cantero, líder de Los Monos.

Eso se hizo público en marzo pasado. Pero la desgravación completa de esas intercepciones telefónicas, que ahora fueron solicitadas por la juez Rodenas en el marco de la causa por el atentado a la vivienda del gobernador Bonfatti, contiene otros tramos que no se había hecho públicos en aquella oportunidad.

El 8 de marzo Treves le comenta que habló con uno de los presuntos participantes en el atentado, que tendrían que terminar “el trabajo” si quedan libres. Almirón lo desanima.

Almirón: “Vos te crees que esos van a despegar ahora, olvídate”.

Treves: bueno, el Luca, el más grande de los dos, de esa causa ya fue, firmó la libertad, todo” (…).

Podría tratarse de Lucas Sandoval, uno de los primeros detenidos por la balacera de 14 tiros al frente de la vivienda particular del gobernador, que es mayor que Emanuel Sandoval, alias Ema Pimpi, detenido más tarde por el mismo hecho. Lucas Sandoval fue rápidamente despegado de esa causa, mientras que su hermano Ema sigue ligado al expediente.

Treves: “el otro pibe no, el otro pibe ni lo llaman, nada”.

Almirón: “No, el otro queda enganchado, de una, enganchado va a quedar”.

Treves: “Y dice que Alvarado está pesadito, que le están averiguando que tiene como 19 homicidios, están averiguando porque está como nombrado pero…está todo en el aire”.

Si bien el Ojudo Treves no da el nombre de pila de Alvarado, en otro tramo habla de Esteban Alvarado, un hombre que está procesado como cabeza de “la banda de los rosarinos”, una organización que robaba autos en el Gran Buenos Aires y los desarmaba o vendía en Rosario. Investigadores policiales ligan a Alvarado con Medina, y afirman que también participa del negocio del tráfico de estupefacientes. Sin embargo, no posee causa por esos asuntos.

Almirón: “claro, eso han hecho, un informe (…) es un informe que hicieron, que estos dos laburaban para Esteban Alvarado y es muy probable que Esteban Alvarado lo haya mandado”.

El sargento aclara que “ese informe lo hicimos nosotros”, presumiblemente la División Judiciales de la Policía rosarina.
Treves se sorprende: “Ah mirá”. Y sigue con lo suyo: “El tema es así, ellos le tenían que pegar al gobernador y no le pegaron, y la gente quiere que cuando salgan, uno de los dos haga el trabajo”.

Almirón vuelve a desanimarlo: “¿Pero vos te crees que lo van a hacer Negro, olvídate? No se pueden arrimar más al Chuquito, está recontra custodiado, olvídate”.

Y en ese momento el Ojudo menciona un presunto vínculo entre los narcos y el gobierno.

Treves: Más vale, ¿sabés por qué? Eso por querer hacerse lo que no son, sabés cuánto le sacaba el gobernador boludo. Un millón al Esteban y un millón al Luis, después un millón a un tal Francés, que creo que es el de Baigorria, si no me equivoco. Y sé que los Gordos habían puesto una moneda también, no sé si un millón pero habían puesto una moneda, eh. Con todo este quilombo, el tipo los desconoce a todos y se abre”.

El Esteban que menciona el preso puede ser Alvarado. Luis sería Medina, antes nombrado en la misma charla, y el “Francés” de “Baigorria” un traficante de marihuana detenido en Misiones que cumplió condena en Rosario por narcotráfico y ahora está nuevamente procesado por la Justicia Federal de aquella provincia. Si bien le dicen francés, nació en Polonia. En los expedientes judiciales aparece con dos nombres: Slawmir Andzej Polus o Thierry André Polus.

Luis Medina fue asesinado el 29 de diciembre pasado de 17 balazos cuando conducía un automóvil Citroen junto a su exnovia, la joven modelo Justina Pérez Castelli, en Acceso Sur y Ayolas.

Empresario del rubro automotor, había incursionado en “la noche” con la franquicia rosarina del boliche porteño Esperanto, al que concurre la farándula de Capital Federal.

Su experiencia local con el boliche fue un fiasco: lo terminó cerrando el municipio. Si bien no tenía investigaciones por narcotráfico –apenas un antecedente menor hace dos décadas- era señalado en ámbitos políticos, policiales y periodísticos como la cabeza de una de las organizaciones narco de Rosario, con operaciones en la zona oeste y noroeste de la ciudad.

El Gringo, de 42 años, había sido señalado off de record por fuentes del gobierno santafesino como quien podría estar detrás del atentado a Bonfatti. Luego, desde el propio gobierno le bajaron el perfil a esa hipótesis que, en cualquier caso, fue obturada por los sicarios que lo rociaron a balazos dos días antes de fin de año.

Treves fatiga su teléfono. Sigue explicándole a Almirón qué es lo que sabe sobre el atentado al gobernador.

“Los pibes estos tenían que ir pegarle al gobernador”, dice, y da detalles de una presunta mejicaneada de dinero entre quienes tenían que hacer “el trabajo”.

Si el objetivo era matar o herir a Bonfatti, “el trabajo” no fue terminado, reflexiona el reo, y asegura que “la gente de Buenos Aires” que lo encargó “no está descontenta” pero sí ansiosa. “Si salen tienen que terminar el trabajo sí o sí, porque si no siguen ellos, después de Luis”.

Artículo publicado en el semanario El Eslabón de este sábado.

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