Foto: Franco Trovato Fuoco

En su carta de presentación se la cita como militante política y social. Arrancó a los 14 años en el radicalismo y una década después fue la banca más joven del Concejo donde fogueó la función legislativa que ejerció como diputada provincial entre 2003 y 2011. Tanto para hablar como para generar proyectos, argumenta y analiza sin parar. Entre su centro de interés están los jóvenes vulnerables y la protección de derechos de niños, niñas y adolescentes. Ahora, como precandidata por el GEN, dentro del Frente Progresista Cívico y Social, se dispone a disputar uno de los diez escaños que la provincia de Santa Fe pone en juego en las próximas elecciones nacionales. el eslabón charló con ella, en un café cercano a la ex Aduana.

—A esta zona le encuentran similitudes con Barcelona. ¿Compartís la comparación de Rosario con esa ciudad?
—Sólo conozco Barcelona por referencia, quizás por la exquisitez del diseño urbano Rosario tiene muchos puntos para destacarse, pero eso sucede también cuando uno puede ver una ciudad que refleja esas exquisiteces en todos sus aspectos. Nos quedan por delante unos años de trabajo social muy fuerte. Ayer estuve en lo de la Hermana Jordán para entregar diplomas a chicos que habían terminado un taller de iluminación y sonido, y cuando se sale un poco de las avenidas se empieza a ver que falta la belleza de otras zonas de la ciudad.
Pero también creo que esto tiene que ver con la idiosincrasia, con la cultura en la que estamos insertos. Un Estado no se hace sólo de sus funcionarios, que tienen la mayor responsabilidad, sino también de la toma de conciencia de cada ciudadano y de su colaboración, de su rol civil.

—Sobre los barrios promoviste numerosa actividad en 1999, en el Concejo.
—Fue un censo en ocho barrios de la ciudad que nos permitió, por ejemplo, saber la cantidad de personas del lugar, cómo estaban compuestas las familias, cuáles eran sus ingresos, si había personas con discapacidades; cuáles eran sus hábitos y costumbres y qué pensaban del transporte urbano de pasajeros. Ya en ese momento la inseguridad asomaba como una preocupación, y la información se traducía en proyectos para el Concejo.

—¿Podría citar algunos ejemplos? ¿Se siguieron haciendo estos censos?
—Algunas de las actividades que surgieron fueron las jornadas de trabajo comunitario, en las que llevábamos pintura, arena o lo que sea para trabajar en conjunto con los vecinos. El Censo nos permitió, además, presentar proyectos de todo tipo, como apertura de calles. La gente sentía que era escuchada y que tenía una respuesta, aunque sea para decirles que no se haría el proyecto. Esto generaba una cuestión de cercanía. Otro proyecto fue el Concejo Móvil: luego de los censos nos parábamos una semana en alguna de las esquinas estratégicas donde la gente se acercaba, y fue la primera experiencia de descentralización, con lazos de ida y vuelta. Nunca responsabilizamos sólo a la Municipalidad y sabemos que hay que trabajar para que el vecino se involucre y tome conciencia. Por otra parte, no tengo conocimiento de que se hayan vuelto a realizar estos censos.

—¿Cómo se generan esos saltos cualitativos de conciencia?
—Con mucho trabajo de machaque de transformación, de educación. En la provincia deberíamos empezar a trabajar desde la salita de cuatro años en el consumo de lo que producimos los santafesinos. No puede haber modelos de escuelas que no trabajen insertadas en la realidad de sus Distritos. ¿Cómo se construye la realidad y cercanía con el propio barrio y con los demás? A través de la educación y la pertenencia.

—¿La gente puede articular políticas de estado con su bienestar? ¿El gobierno nacional las generó?
— Creo que hay muchas políticas que las han beneficiado. La universalización de derechos en niñez me parece algo fabuloso pero ¿qué no es fabuloso? No tener el impacto que estas políticas tienen. No tenemos posibilidad de medirlo, no tenemos estadísticas en ninguna política de impacto masivo. Esto es lo que hay que estudiar seriamente a la hora de universalizar un subsidio de asistencia en lo que fuere.

—¿Cómo leés al respecto el triunfo del PRO en Capital Federal, donde seguro hubo políticas de estado para sectores populares?
—Creo que hay una expectativa de proyección que va más de lo simbólico que lo real. Pasó en Rosario y en Santa Fe, este efecto de fabricar candidatos calculados como marketing, genera una venta de expectativa, discutí esto en Fundaciones que integro con políticos de diferentes partidos. Nosotros tenemos que generar nuevos simbolismos y para eso tenemos que ponernos de acuerdo quienes amamos la política y creemos en sus lógicas y sus luchas. El marketing subestima a la gente, es vender un producto como un dentífrico en un momento social en el que mayoritariamente cada uno está tan preocupado en su entorno que quiere algo que cambie. Le dije a una amiga: «Si querés cambiar tanto, andá a la peluquería. Pero no juegues con el voto, que es una herramienta muy poderosa».

Pasen al Frente

—¿Cuáles son las debilidades y fortalezas de los frentes en la política?
—Las fortalezas tienen que ver con que los frentes se constituyen a partir de similitudes: juntarnos para hacer un camino a largo plazo en la resolución de un presente, con nuestras diferencias y miradas. La debilidad es que todavía los partidos políticos que los integramos estamos en una gran debilidad de poder hacerlo con una pisada ideológica fuerte como para discutir desde lo ideológico. Todavía dentro de nuestros partidos hay estructuras muy viejas que son bastante engañosas, tenemos que generar partidos sólidos, fuertes; porque sino sólo están los visibles, y no los que por abajo estamos discutiendo un montón de cosas.

—¿El socialismo tiene un rol hegemónico en el FPCyS?
—Creo que sí, y esperemos que se empiece a traducir en cuestiones más operativas, de trabajo más conjunto. Integro el Frente hace cuatro años y Mónica Fein ha tenido una apertura sobre la participación de los partidos pero creo que nos falta poder tener estas discusiones fuera de los contextos electorales. Así y todo, el FPCyS, con todas sus debilidades y errores, tiene una virtud: los partidos que lo integramos seguimos siendo los mismos.

—Pero van con boleta corta a las elecciones presidenciales.
—Porque se priorizó la conservación del FPCyS en Santa Fe y cada uno de nosotros va a trabajar por sus candidatos: el socialismo, el GEN y algunos otros, por Margarita Stolbizer; y otros, la candidatura de Ernesto Sanz.

—¿Pero eso hace ruido? ¿Cómo lo percibe la gente?
—Todavía habrá ruido, aún no pudimos dar el salto cualitativo pero es parte del proceso colectivo e individual donde todavía quizás no estamos en una instancia superadora, no sólo nosotros, nadie. Hasta para el más informado es difícil de comprender. Tampoco se explica cómo (Elisa) Carrió acompaña a (Mauricio) Macri, incluso desde el gobierno nacional. Creo que es un momento de ebullición política que se irá aclarando.

—¿Cuál es la posición de Stolbizer?
—Quiero destacar a Stolbizer que siempre priorizó la construcción de los espacios frentistas aún en desmedro de su candidatura. Para nosotros hubiera sido muy importante ir con la boleta pegada a Hermes Binner y Margarita, pero ella entendió perfectamente que había que preservar el Frente que en definitiva es el modelo que se construyó en la Argentina y que se intenta replicar, por supuesto sin tantos errores.

—¿Es tan exportable el modelo Santa Fe, donde hay pibes que mueren tempranamente a balazos en las alcantarillas?
—Acá vamos a la confluencia de los distintos sectores del Estado. Es imposible que Santa Fe resuelva desde las políticas provinciales o locales el problema de la marginalidad y exclusión social porque son una serie de componentes que generan que hoy un chico sea a los 7 u 8 años parte de una red delictiva compleja. Estamos hablando de estructuras de corrupción muy importante que nacen desde los más altos poderes y desde los más ausentes controles del Estado.El problema del delito hoy lo vemos en la cara del pibe que sale en la moto a robar o a matar, pero en realidad es la mano de obra barata de un negocio muy rico que lo podemos ver en cualquier edificio que cruzamos por la ciudad. Nadie quiere hacerse responsable frente al narcotráfico de alto consumo, mucho menos con el abogado que lavó dinero, el contador que hizo transferencias, los empresarios; hay mucha gente involucrada en el pibe que va a matar, pero eso no se ve.
Santa Fe tiene modelo exportable porque lo que se intentó hacer tiene que ver con la democratización, la apertura, la discusión de ideas, gobernantes que escuchan a sus legisladores, el modelo de salud que no tiene réplica en toda Latinoamérica; de eso no puede hablar la Nación ni el macrismo.

—El lema del GEN es “actitud, decencia y porvenir”. ¿No es audaz presentarse con valores?, ¿cómo se traduciría eso en acciones de gobierno?
—Se traduciría en acciones transparentes de gobierno, lo que no tenemos hoy. Margarita dice que lo primero que hace al asumir es entregar los organismos de control a la oposición. Eso ya define hacia dónde va la gestión política.

—¿Hoy la oposición no forma parte de los organismos de control?
—No, porque el gobierno nacional no lo permite, porque tiene mayoría, porque hay condicionamientos en donde la gente elige qué hacer. Otra cuestión importante es respetar los poderes legislativos. Hoy el Congreso no existe, se trata sólo lo que la señora presidenta quiere, eso no es un funcionamiento de la democracia. No se convoca a las reuniones para discutir, la única discusión es a través de los medios… si es que te cubren. A veces hay que ser cuidadosos cuando se dice que no hay debate.

—¿Ya pensaste en algún eje de trabajo si resultás elegida?
— Me interesa trabajar sobre el control y funcionamiento del Estado. Además, los temas relacionados a la Justicia y de medio ambiente, y continuar con lo que mi hermano, Fabián Peralta, viene trabajando con el tema tránsito.

—¿Qué es ser progresista?
—Tiene que ver con tomar un posicionamiento ante la sociedad, animarse a la transformación y a pensar en cosas imposibles. Es el estado ideológico que –más allá del partido político al que se pertenezca– hace a una condición de vida y de una percepción de cómo deben darse las transformaciones. Tiene que ver con una mirada de integración para resolver y sumar.

Publicada en la edición 203 del semanario El Eslabón.

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