El dirigente del Frente de Izquierda aspira a una banca en el Congreso. Fortalecido tras un debate televisivo, Crivaro afirma que el PTS creció con el apoyo a las luchas populares sin contaminarse “con el campo o con el clarinismo”.
“En el Frente de Izquierda hay internas y vos decidís”. El sociólogo Octavio Crivaro enarboló la consigna y salió a recorrer la provincia. Campaña al palo en los medios de comunicación, traccionada sin dudas por lo ganancioso que fue el debate televisivo cuando en junio pasado obtuvo por su candidatura a gobernador de Santa Fe casi 45 mil votos. Ahora quiere ser diputado nacional por la lista presidencial que lleva a Nicolás Del Caño a competir con el histórico dirigente de izquierda Jorge Altamira.
La propuesta viene articulada en dos ejes, renovar y fortalecer, con los que busca insuflar aire fresco en el Frente de Izquierda y los Trabajadores (FIT) y, con el envión, llegar al Congreso. Crivaro, de 35 años y trabajador de Ansés, siente que está pasando por un buen momento y anota en el haber del crecimiento las luchas junto a sectores populares. “Pero nunca mezclamos nuestras banderas con la oposición patronal, con el campo o con el clarinismo”, aclara con una sonrisa el dirigente del Partido de los Trabajadores Socialistas (PST), que junto al Partido Obrero (PO) e Izquierda Socialista (IS), integran el Frente “trosko” que va a su primera interna.
—¿Hay un antes y un después del debate de la tele? Tuviste la oportunidad de hablar a un público no habitual. ¿Cuál fue el criterio para seleccionar los ejes que presentaron?
—El debate fue muy importante. A pesar de que en amplios sectores primó el miedo a que gane el “Midachi” Miguel Del Sel, recibimos mucho apoyo de miles de santafesinos que opinaron que fui yo -y el Frente de Izquierda- los únicos que hablamos de la realidad del pueblo trabajador y que señalamos las responsabilidades políticas.
Si tuviera que sintetizar una frase que oímos una y otra vez es “les dijiste en la cara lo que yo les hubiera dicho”. Lo que dijimos fue lo mismo por lo que luchamos todos los días, pero lo hacemos en condiciones totalmente desiguales, frente a aparatos que tienen una billetera enorme, con amplios recursos. La nuestra, en cambio, es una campaña militante, bancada por trabajadores, docentes, estudiantes. Cada vez que se amplía aunque sea un poco las condiciones para hacer campaña, con publicidad gratuita o con este debate, el Frente de Izquierda crece y se desarrolla.
—¿Cuál sería el sello de agua de la izquierda que representa?
—Somos una izquierda que desde hace años, y pacientemente, ha ido conquistando posiciones muy importantes en el movimiento obrero, estudiantil, de mujeres y entre los jóvenes trabajadores. Nuestro crecimiento político tiene que ver con participar de las principales luchas y procesos de organización entre los sectores populares, como lo vimos en la lucha de Lear o entre los jóvenes metalúrgicos de Liliana. Somos una izquierda que ha mantenido su independencia política frente al gobierno nacional, del que denunciamos su doble discurso, su política represiva con (el secretario de Seguridad, Sergio) Berni, o vergüenzas como (el ex jefe del Ejército, (César) Milani y el Proyecto X. Pero nunca mezclamos nuestras banderas con la oposición patronal, con el campo o con el clarinismo. Así lo expresan nuestros candidatos. María Victoria Artigas Moyano y Alejandrina Barry, hijas de desaparecidos y referentes de la lucha contra la impunidad; Myriam Bregman, abogada de Julio López y querellantes de causas como la ESMA; o quienes enfrentan a la mafia sindical, como Javier Hermosilla de Kraft, Rubén Matu de Lear o Claudio Dellecarbonara.
—¿Por qué la lista se llama Renovar y Fortalecer? ¿Desde dónde leyeron la necesidad de esa modificación?
—Fortalecer porque en 2016, ya sea con Mauricio Macri, Sergio Massa o Daniel Scioli, lo que se espera es un ajuste; lo anunciaron a través de sus asesores como Miguel Bein (Scioli) que propone devaluación y techos para la pelea salarial. Frente a eso, pretendemos que el FIT sea una expresión política para que los trabajadores se sientan más fuertes frente a las patronales y los gobiernos. Para lograrlo, hace falta renovar, como lo hace el diputado Nicolás Del Caño. En Mendoza sacó el 17 por ciento de los votos, es el lugar donde el FIT llegó más lejos. Sobre esta base hicimos una propuesta unitaria para una fórmula conjunta pero Altamira, preso de una política sectaria, dijo que no y acá estamos. El Renovar tiene que ver con poner los ejemplos más avanzados del FIT, eso queremos hacer a nivel nacional.
—En la elección de Capital Federal se habló mucho del rol de la izquierda. ¿El voto en blanco ayudó por elevación a Macri? ¿Cómo leen su abrupto estatismo después de las elecciones?
—La elección marcó el límite del macrismo, que perdió 200 mil votos desde 2011. El voto en blanco no ayudó de ninguna manera, no había otra opción política porque Martín Lousteau y Horacio Rodríguez Larreta son parte de lo mismo, era impensado llamar al Frente de Izquierda a intervenir en la interna de una de las políticas más conservadoras a nivel nacional. Se hizo lo único que se podía hacer, llamar a votar en blanco. La prueba está en que a las 24 horas, Lousteau llamó a votar por Ernesto Sanz, lo más conservador de un partido ya conservador como es la Unión Cívica Radical. El discurso kirchnerista que tuvo Macri, tiene que ver con apelar a lo más popular para superar su límite. Fue el gran derrotado.
—¿La oposición a la izquierda tiene matices entre Macri, Scioli, Massa?
—Los tres grandes candidatos expresan un proyecto muy parecido. El propio Scioli le hizo un desplante al kirchnerismo progresista al decir que se consideraba un hijo de Carlos Menem. La izquierda tiene que mantener una política equidistante de todos esos proyectos porque (el que gane) en dos segundos mostrará que defiende los intereses del capitalismo y no de los trabajadores.
—¿Cómo analiza el recorrido de la izquierda en la llamada década ganada?
—Como un recorrido consecuente. Defendimos banderas de manera denodada, denunciamos el doble discurso del gobierno en aspectos centrales de su política como es el de derechos humanos. En la desaparición de Julio López planteamos la contradicción porque decían que estaba perdido, denunciamos el caso Luciano Arruga antes que nadie y enfrentamos junto a Madres de Plaza de Mayo la cooptación de los organismos de derechos humanos. Bancamos luchas cuando el kirchnerismo defendió a los empresarios, ejemplo el Casino Flotante. Hicimos eso y más, sin mezclar una sola bandera con la oposición que se enfrentaba al gobierno con posturas de derecha, como otros sectores de izquierda, PTR, MST o el Frente Social y Popular.
—El FIT dijo: “Los problemas que aquejan al pueblo trabajador y a los sectores populares, se mantienen intactos desde hace más de treinta años, luego de gobiernos de peronistas y socialistas-radicales”. Estos sujetos sociales, ¿no avanzaron ni un casillero? ¿En cuántos y cuáles derechos logrados en esta década confluye el Frente de Izquierda, o no y por qué?
—Eso lo dijimos sobre Santa Fe. No creemos que sea cuestión de un casillero sino de si estructuralmente se mantiene un esquema desigual donde se enriquecen unos pocos. Desde ese punto de vista no hubo avance. En las grandes ciudades de la provincia uno de cada tres trabajadores está precarizado o en negro y la falta de vivienda afecta a cientos de miles. Para los trabajadores no significó ningún avance.
—¿Cuáles son los proyectos del FIT para la banca nacional?
—Los diputados del FIT y PTS, Del Caño y Myriam Bregman, están impulsando una ley para que se declare la emergencia en violencia de género, lo que implica destinar partidas para una estructura que pueda contener a las miles de mujeres que la sufren. Un diputado del FIT, por la provincia de Santa Fe, volvería a insistir con la ley por aborto libre y gratuito que impiden el oficialismo y la oposición, y leyes que impidan despidos y suspensiones que ya se empiezan a ver en conflictos como Cresta Roja.
—En un contexto globalizado en lo cultural y económico ¿cuál es el formato de la dependencia? ¿Sigue siendo la madre de las batallas? ¿Cómo evalúa lo que hizo el Gobierno al respecto?
—Hay una contradicción flagrante entre el relato con respecto a los buitres y la deuda externa y la verdadera dependencia nacional. El problema de la independencia y la sumisión es una realidad que mantiene vigencia a pesar de algunas teorías posmodernas. El peso de la deuda creció siendo que el kirchnerismo fue el que más deuda pagó. Las empresas que nos chantajean multinacionales, aceiteras y mineras siguen siendo las que controlan todos los resortes de la economía. La izquierda plantea un programa de medidas que parte, por lo menos, de defender el control soberano de los aspectos centrales de la economía: puertos, bancos, industrias estratégicas deberían ser nacionalizadas y controladas por trabajadores cosa que ni el Gobierno ni la oposición defiende. Cada vez que hay una corrida bancaria y se enriquece un puñado de parásitos financieros nos damos cuenta lo expuesto que está el país a la especulación internacional. Hay que cortar con eso.