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En plena gira aniversario, el quinteto anticipa nuevo disco, y se independiza bajo la creación de un sello propio. En retrospectiva, Maiquel, guitarrista y compositor de la banda, cuenta como fue el primer cruce entre el cuarteto y el rock.
Por ser una banda de los ‘90, Kapanga supo condensar la impronta que gestó el rock barrial de aquellos años, como el rito festivo de sus shows, y las historias cotidianas, con una visión más bien irónica y desprejuiciada de otros grupos de esa década, aportando su propia particularidad: dosis de rock, punk y cuarteto cordobés, agite y letras con “contenido” político y social.
Pasaron casi diez discos de estudio, una película, y viajes por todo el país y el continente. En medio de la gira Kapanga 20 años, el grupo comandado por Martín Mono Fabio, en voz; Claudio Maffia, en batería; Javier Memo Manera, en bajo; Mariano Arjones, teclados, y Miguel Luna Campos, el Maiquel, en guitarra y coros, visitará la ciudad el próximo viernes 30 de octubre, en el Teatro Vorterix, antes de presentarse en el mítico Luna Park, el 7 de noviembre.
El Eslabón charló con Maiquel, guitarrista, compositor, y ahora productor de Kapanga.
“20 es un número importante, era imposible no festejar”, confiesa el músico, y agrega con ánimo:“Tenemos cuerda para rato, eso nos pone contentos».
—¿No les pegó el tango?
—No, no nos pegó la melancolía -risas- encaramos este aniversario de una forma positiva, con ganas de hacer más, así encaramos esta gira que comenzó hace un mes. Y lo que se viene, grabamos un disco nuevo que lo vamos a presentar el año que viene; y decidimos ser una banda independiente, grabar nuestros propios discos, editarlos, mezclarlos, hacer nuestra propia compañía discográfica y filmar nuestros videos. Es una apuesta grande, algo que teníamos ganas de hacer. No sé si en el futuro volveremos a laburar con una compañía pero lo hicimos porque era algo que queríamos experimentar.
—¿Esta decisión tiene que ver también con el momento que vive la industria discográfica?
—Sí, cambió el mercado, no solo la distribución sino la tirada, y al ser una banda de trayectoria, que se conoce lo que hacemos, es más fácil. Desde hace años, la producción y venta de nuestros shows las hacemos nosotros, nuestra agencia, así que era como un paso lógico que teníamos que hacer.
—¿Qué momentos grosos te marcaron de la banda?
—El primero fue antes de editar 15 cm de la realidad (1998), por aquellos años dejábamos en las radios casetes cdr de un demo de el mono relojero; lo dejamos en todas las radios zonales de la costa. En esa época hacíamos la gira de la costa tocando gratis en las playas y en los parques, cuando se podía; llegabas, mostrabas tu material, y si te decían que sí, armabas tus cosas y tocabas, y me acuerdo que un día terminamos de tocar, eran como las tres y cuarto de la mañana y los pibes salían de un boliche cantando El mono relojero y nosotros no lo podíamos creer. Eso fue un momento muy lindo. Otro momento groso fue cuando tocamos por primera vez en Cemento porque ahí fuimos a ver las bandas que admirábamos. La primera vez que llegamos a Cemento dijimos, ‘che, llegamos al lugar donde llegan las bandas que nos gustan’.
—¿Qué significa la Mona Giménez para el grupo?
—Más que nada para el Mono significa mucho porque tiene que ver con una etapa de su vida, cuando hizo la colimba. Y para la banda la incidencia es muy grande porque cuando comenzamos a hacer música la Mona era un referente importante. Para mí, por ejemplo, una influencia era el cantante de Jane’s Addiction, creo que ahí comienza toda esa mezcla de música que hacemos.
—¿Qué recordás de tu comienzo en la banda?
—Esta es un poco una banda al revés, no es que éramos cinco amigos que decidimos hacer una banda, sino que nos encontramos con el fin de armar un proyecto, y la realidad es que las diferencias musicales eran notorias, y las coincidencias también, un poco lo que forja el sonido nuestro. Yo venía de otro palo, de estudiar en el conservatorio. Si bien la música popular siempre me gustó, con Kapanga descubrí que podía contar historias, cosas que me sucedían o cosas que fui viendo, o ésta cosa que tiene el rock y la música popular de la interacción tanto con la gente, me enamoré, obvio”.
—¿Qué cosas cambiaron en estos 20 años?
—En realidad cambió el mundo, nosotros cambiamos como personas, independientemente de la parte artística. En cuanto a la música uno ahora tiene acceso a una mejor puesta, un mejor sonido, una mejor producción. Esas cosas cambian para bien, lo que no dejamos es la esencia, que todo eso tenga un contenido. No solamente números y personas trabajando sino que haya un contenido, un poco la función del arte, transmitir algo.
—¿Qué le deja la banda a esta generación del rock nacional?
—A veces pesa eso. Estar en el imaginario popular, que haya gente que ni sabe quien sos pero conoce una canción tuya eso significa que formás parte de…Creo que lo que dejamos, y la gente más compra de nosotros es que somos una banda sincera. Ve a cinco tipos en el escenario que se están divirtiendo, que están haciendo todo lo mejor que pueden, me parece que eso se nota.
—¿Cómo se plantean el futuro?
—Nos hicimos amigos en el camino. Hay un contrato tácito de subir al escenario y mirarnos y que haya una complicidad, respeto hacia el otro y hacia a la música. No te voy a mentir, en 20 años nos peleamos cincuenta mil veces, y no seguiremos peleando como en cualquier relación humana, y más si tiene que ver con el arte, que si en el arte no hay conflicto no pasa nada, pero la verdad que la pasamos bien juntos y somos privilegiados. Y que esto sea una forma de vivir: poder hacer algo que te gusta durante 20 años, me parece que acá está la respuesta.
—La música que vienen haciendo se filtró por varios lugares, incluso la tomaron para sí hinchadas de fútbol, ¿cómo se sienten ante semejante repercusión?
—Escuchar una hinchada cantar una canción de tu banda para mí, es ésto de quedar en el imaginario colectivo, capaz que no saben ni quien sos pero la canción está, la melodía está, la conoce Doña Rosa y el pibe que va a ver el show. Por ejemplo, nos ha pasado la primera vez que fuimos a México, y a pesar de que las redes sociales no estaban tan avanzadas, llegamos, el primer show fue en Monterrey, y empezamos a tocar y parecía que estábamos en Ramos Mejía, sabían y cantaban todas las canciones. Antes los grupos tenían que ir, tocar varias veces, llevar el disco y después esperar una repercusión más grande. Que sepan tanto tus canciones es terrible.
“Yo toco así”
En los primeros ensayos de Kapanga, allá por 1995, Maiquel se incorporó tocando la guitarra “de onda” hasta que el grupo consiguiera otro en su lugar, y se le plantó al Mono cuando éste, luego de interpretar una versión de una tema de la Mona Giménez, le dijo: “la canción no va con esto”, en alusión a la distorsión de su guitarra. “Yo la toco así”, le contestó el violero. “Y ahí nos miramos y fue como ¡plin! como que pasó algo”, cuenta Maiquel hoy, en la charla con El Eslabón, y completa la anécdota: “Yo me había sumado para hacerle la gamba al grupo hasta que consiguieran un violero…y pasaron 20 años”.
Maiquel, el cocinero
Motor Música, lo nuevo de Kapanga, es el sucesor de ¿Mamá dónde estoy? un disco en vivo editado en 2014. Cumplidos los 20, el grupo se dispone a editar en forma independiente, aunque negociarán la distribución con alguna compañía “para llegar a todo el país”. El disco que se viene es una coproducción entre la banda y el Chávez, músico y productor que ya trabajó con la agrupación en Lima, el disco que grabaron en 2012. Maiquel fue el encargado de las recetas, el preparado y de servir la mesa, pero como lo manifiesta, sin sus ayudantes de cocina imposible sacar semejante plato.
“El proceso de composición -confía el hombre de rastas- comenzó hace seis meses, lo empecé con Javier, el bajista, y a medida que íbamos armando y ensamblando las canciones nos juntamos todos en la sala, y ahí le terminamos de dar el sonido de Kapanga; digamos, porque vos podés componer una canción que es tuya pero hasta que no la tocan todos no suena como la banda. Entonces era prueba y error: componer, llevar ese material al estudio y si estaba bueno desarrollar el trabajo. Después con el Chávez, entre los dos lo producimos, y terminado ese trabajo nos metimos al estudio a grabar.
“Es un disco con muchos invitados, Piti de las Pastillas del abuelo, Fernando de Catupecu Machu, el Pollo, trompetista de Las Pelotas; hicimos una canción con Los Auténticos Decadentes con colaboración de Cucho, de Serrano, y la percusión y producción de el Moska Lorenzo; y también está Camilo Carabajal en una chacarera media mariachi que hicimos. Participó del disco Ivonne Guzmán, una ex Bandana, que ahora canta en una banda de cumbia colombiana que se llama La Delio Valdez, queríamos meter en un tema como un coro gospel, e Ivonne para eso es una genia total”, contó el guitarrista y productor.
“Es un disco muy variado, hay una canción que se llama Descartes, que participa una banda que se llama Lo Pibitos, una banda nueva de hip hop que la recomiendo”.
“Si hablamos de números, este disco tiene un treinta por ciento de adn kapanguero, y el otro setenta vas a decir, ‘ah esto es lo nuevo de Kapanga’. Una apuesta que queríamos hacer, nunca dejando de lado la canción o la música popular, o contar historias. Decirte que éste es el mejor disco sería trillado, pero sí puedo decirte que es el más lindo”, afirmó Maiquel