La existencia de las organizaciones sindicales en Argentina se remonta a fines del siglo XIX, sin embargo no fue siempre igual. En su seno también aparecieron las representaciones al interior de las fábricas con los denominados “delegados de fábrica”. Altamente perseguidas y hostigadas por la última dictadura militar por su transparencia y su llegada cara a cara con el conjunto de los trabajadores, hasta ahora se pensaba que las comisiones internas de los centros fabriles habían surgido con el peronismo.
El historiador Diego Ceruso realizó un rastreo de las dos décadas previas y encontró que hubo una evolución en las formas de organización en los lugares de trabajo desde la década de 1910. En su libro La izquierda en las fábrica. La militancia obrera industrial en el lugar de trabajo, 1919 – 1943, el autor analiza las participaciones de las distintas corrientes políticas del arco izquierdista en la estructuración del sindicalismo que heredó el peronismo, a partir de su célula básica.
Los rastros del anarquismo, socialismo, sindicalismo y del comunismo se alcanzan a percibir en un trabajo que es fruto de una investigación en fuentes por un periodo de más de 20 años. Antes de su presentación el miércoles 25 de noviembre a las 19, en el teatro Perrone del Centro Cultural y Educativo Municipal de San Lorenzo (Entre Ríos 520), y el jueves 26 en ATE (San Lorenzo 1879), a las 19, el profesor respondió preguntas a Redacción Rosario.
—¿Qué rol cumplió la izquierda en la organización y formación del movimiento obrero?
Sin dudas, la izquierda en Argentina y en el mundo ha sido un actor central al momento de considerar el proceso de formación y consolidación del movimiento obrero. Puntualmente en la Argentina desde fines del siglo XIX las diferentes corrientes de la izquierda se desarrollaron a la par y en estrecha relación con la clase trabajadora y sus instituciones sindicales y políticas construyendo una rica experiencia de organización y lucha. A lo largo del siglo XX, la izquierda ha sido un referente en el movimiento obrero, con distintos niveles de incidencia, y vale destacar que muchos de sus principios siguen aún vigentes como es el caso de la democratización de los sindicatos y la oposición a la burocracia sindical.
—Más específicamente, ¿qué rasgos impregnó al conjunto de los trabajadores cada corriente izquierdista?
Uno podría decir que las cuatro corrientes de izquierda (socialismo, anarquismo, sindicalismo revolucionario y comunismo) jugaron un rol en la organización de base. Pero el momento en el que lo hicieron, el énfasis que le otorgaron y las tácticas que implementaron, por mencionar algunos elementos, fueron decisivos para medir la influencia concreta que obtuvieron. En este sentido es que el rol del Partido Comunista desde mediados de la década de 1920 fue importante y más sustancioso a la hora de organizar los sitios de producción y las luchas que allí se producían. En todo caso, lo complejo de la experiencia recae en el análisis de un partido que impulsa un proceso exitoso por la base en paralelo a una evidente burocratización y “stalinización” de sus estructuras nacionales e internacionales.
—¿Por qué son importantes las comisiones internas de empresas?
Quizá el elemento más relevante es su capacidad de representación. Esas estructuras de base, pensemos en las comisiones internas, fueron y siguen siendo, lo hagan o no, las principales responsables del cumplimiento efectivo de una serie de condiciones laborales, de las conquistas de nuevos derechos, de la vinculación diaria con la patronal, de la comunicación (y vitalización) de la dinámica con las dirigencias gremiales, entre otros. El sindicalismo argentino ha tenido y tiene una característica central que es la capacidad de ramificarse hasta los sitios de producción y eso es un factor de dinamismo de antemano.
—¿Por qué tu investigación se centra en el lugar de trabajo?
Mi foco en esta investigación, editada como libro en el marco de la Colección Archivos. Estudios de historia del movimiento obrero y la izquierda, estaba puesto en la perspectiva del lugar de trabajo porque existían indicios que ese trabajo de base no había sido iniciado a partir del peronismo como muchos sostenían. Rastrear esa tradición implicaba mirar la experiencia previa, describirla y analizarla en toda su complejidad.
El autor
Diego Ceruso es doctor en Historia por la Universidad de Buenos Aires y se especializa en la historia de la izquierda y el trabajo al interior de las fábricas. Su libro anterior Comisiones internas de fábrica: desde la huelga de la construcción de 1935 hasta el golpe de estado de 1943, había sido una primera e interesante aproximación al mundo del trabajo desde una perspectiva interna de los medios de producción.
Desde hace tiempo se ha puesto en debate el rol de los trabajadores tanto en el presente como en el pasado. Muchos incluso llegaron a desdibujar su existencia lo que afectaba también las posibilidades de sujetos de cambios revolucionarios. Sin embargo, una camada de historiadores se mantuvo en la posición de considerar al trabajo como una perspectiva de estudio. Nicolás Iñigo Carrera fue uno de los investigadores que prefirió esa vertiente ya en la década de 1990.
En el nuevo siglo se produjo un aluvión importante de textos relacionados al mundo del trabajo y a la centralidad del trabajador como sujeto social. La colección de la revista Archivos, de la editorial Imago Mundi y dirigida por Hernán Camarero, de la que forma parte La izquierda en la fábrica, se propone como una base de estudios científicos sociales que sostiene este foco deacercamiento hacia la historia.