Yo no sé, no. Cuando éramos jóvenes, la canción decía: «Vamos a hacer una muralla, desde la playa hasta al monte». Y bueno, ahora cuando uno ve los barrios y todo lo que falta, y lo pujante que venían algunas cosas por el Ahora 12, o porque el aguinaldo permitía invertir un pesito… Y como no había en la cabeza el billete yanky, se jugaba por materiales de construcción, arreglar la casita y todo eso. El otro día pasó un muchacho entusiasmado con un presupuesto. “Me agarré una changuita, pero mirá qué despelote, se desmadró todo. Hay precios de Cristina y hay precios de Macri”, me dice. “¿Cómo puede ser eso?”, le pregunto. “Sí –me responde–, fijate vos: dos metros de arena, que antes salían 420 pesos ahora salen 530; tres de cemento que antes valían 250 ahora 390; 144 ladrillos huecos 350 con Cristina y ahora con Macri 850; y las baldosas mejor ni te cuento porque te asustas. Antes no te lo cobraban, pero ahora te cobran hasta el envío ¡450 pesos. Es una cosa de locos!”, se quejó.
Ellos dicen que hay que cerrar la grieta, pero están levantando una muralla entre lo que costaban antes los precios y lo que cuestan ahora, y eso con sólo anunciar la devaluación.
Ante el relato del muchacho, yo me agarré la cabeza, y más cuando supe el precio final que le quedaba ahora el metro de pared y que encima esos cálculos no incluían los cimientos.
Mientras hablan de la brecha, la grieta y lo que se viene, yo pienso en la muralla, muralla de precios enloquecidos que ya se mandaron, los que antes había con Cristina y los de ahora, los de Macri, que –entre nosotros–, van a ser inalcanzables.
Se imaginan gastar lo que se gastó y sin cimientos, parece alegórico, no. Y sin cimiento, como diciendo «se te va a caer en cualquier momento, en cualquier momento». Quizás porque ellos tienen pensado en su cabeza loca, o del capitalismo salvaje, que acá, en esta parte del mundo no va haber cimientos, porque donde hay cimientos, donde hay algo que se parezca a las raíces, eso te nutre de memoria, de fortaleza y es difícil de voltear, de voltearte. Suerte que los pibes están más o menos avivados y se van a dar cuenta de que hay que defender lo nuestro, con uñas y dientes, como si fueran los propios cimientos de la casa: lo logrado, la memoria, la justicia, el bolsillo, el mercado interno, porque de lo contrario no hay futuro. Que se yo, así me lo explicaba Pedro el otro día.
Fuente: El Eslabón.