Un policía fue condenado por el robo que terminó con la muerte de Enzo Urréjola, ocurrido en febrero de 2013 en Guadalupe Oeste. Durante el asalto la víctima se descompensó y perdió la vida. En Santa Fe hay uniformados involucrados en causas de narcotráfico y trata. Y un curioso movimiento de cámaras que impidieron que se registre el momento en el que se concretó un secuestro extorsivo en la zona de la costanera.
Hugo Tognoli, ex Jefe de Policía de la Provincia, fue condenado el año pasado a seis años de prisión por los delitos de coacción, encubrimiento al narcotráfico e incumplimiento de sus deberes como funcionario. En el mismo juicio fue condenado José Luis Baella, ex subjefe de la División Inteligencia de la Dirección General de Prevención y Control de las Adicciones.
En octubre de 2015 el juez federal Reinaldo Rodríguez dictó el sobreseimiento de los dos jefes de la Unidad Regional Uno, Sergio Vergara y Sergio Fernández, en una causa que investiga las irregularidades de un procedimiento policial en el que se secuestraron 1.682 kilos de marihuana en Arroyo Leyes. En esa causa la subcomisario Stella Olivera declaró textualmente que «el cargamento pertenecía al Jefe de Policía de la provincia». La Cámara Federal de Rosario dio vuelta esa decisión del juez, apelada por el fiscal federal Walter Rodríguez. En su escrito, uno de los camaristas considera que el magistrado debió haber procesado a Vergara y Fernández.
En noviembre de 2013 el mismo juez había dictado la falta de mérito para el policía Rodrigo Adán María Delgadino, investigado por su participación en una banda que se dedicaba a capturar mujeres en Santa Fe para luego prostituirlas en Puerto General San Martín y San Lorenzo. La función de Delgadino era «liberar la zona», valiéndose de su condición de policía, para que la banda pudiera llevar a cabo su tarea. Por eso recibía una retribución económica. La Cámara también dio vuelta esa decisión del juez y Delgadino afrontará un juicio por ese hecho.
En noviembre de 2014 Miriam Sacco, de 74 años, fue secuestrada en la intersección de Almirante Brown y Espora, a plena luz del día, en la costanera santafesina. Se trató de un secuestro extorsivo. En la causa no hay ningún policía imputado, pero hay un dato que es, cuanto menos, sospechoso: las cámaras de seguridad, controladas por la fuerza, estaban filmando esa esquina. Sin embargo, cuando en el cuadro aparece uno de los autos que participó del hecho, gira y enfoca un árbol. Y ya no volvió a girar.
El narcotráfico, la trata e incluso un secuestro extorsivo son negocios en los que se maneja mucho dinero. Sin embargo, no sólo en ese tipo de estructuras delictivas, que «pagan bien», hay policías involucrados. A fines del año pasado un sargento fue condenado por un robo en el que murió una víctima, que se descompensó durante el hecho. ¿El botín? Cuatro mil pesos, dos celulares, un monitor y una cadena con un dije de oro. Ese asalto le costó la vida a Enzo Urréjola, de 75 años.
El hecho
El lunes 24 de febrero de 2013 Enzo Urréjola escuchó que golpeaban a la puerta de su casa, ubicada en calle Ayacucho al 1100, en Guadalupe Oeste. Cuando abrió, vio dos motos estacionadas en la puerta y unas personas que, con una motoguadaña, se ofrecían a cortarle el césped. Ante el primer descuido lo redujeron y lo metieron en su casa. Su esposa, María Luisa Vaio, escuchó los ruidos y le preguntó qué pasaba. No obtuvo respuesta. «Me agarra uno y yo empiezo a gritar. El otro me pega un puñete en el costado, casi me desmaya. Ahí me taparon la boca con una cinta transparente de esas gruesas y me llevaron al lavadero, donde ya estaba mi marido tirado», relató la mujer ante la justicia.
El que la agarró fue el sargento Juan Sebastián Rodríguez, de 30 años de edad. El que la golpeó fue Matías Exequiel Gómez, de 25. «La plata, la plata», gritaban los dos. Gómez, además, golpeaba a la pareja. Les dieron 4.000 pesos que tenían guardados para irse de viaje al día siguiente. «Los dólares ¿dónde están los dólares?», insistían los ladrones. «Somos dos jubilados ¿de dónde vamos a sacar dólares?», contestó María Luisa. La violencia fue in crescendo. «Me estoy muriendo» dijo Urréjola desde el piso. «Vamos que éste se muere», gritó uno de los agresores. En la huida decidieron llevarse, además del dinero, un monitor LCD, dos celulares y una cadena con un dije de oro.
La actuación del fiscal Rubén Díaz permitió identificar a los agresores, tras una serie de pesquisas. En las ruedas de reconocimiento María Luisa Vaio identificó sin dudar a Gómez, quien había sido el más violento de los dos durante el asalto, y también señaló a Rodríguez. Al policía, además, lo complicó el testimonio de Gómez, su cómplice. Se presume que la banda estaba integrada por uno o dos integrantes más, aunque no pudieron ser identificados.
En un juicio abreviado, en el que se llegó a un acuerdo con la defensa de los imputados, el tribunal compuesto por los jueces penales Norberto Nisnevich, Cristian Fiz y Enrique Álvarez condenó al sargento Juan Sebastián Rodríguez con ocho años de prisión de efectivo cumplimiento por «robo doblemente calificado por actuar en poblado y en banda por su calidad de funcionario policial».
Por su parte, Matías Exequiel Gómez recibió 13 años de prisión de efectivo cumplimiento por «homicidio en ocasión de robo calificado por actuar en poblado y en banda».
En las penas se tuvo en cuenta que, según el relato de Vaio, durante el asalto Gómez fue quien ejecutó los «castigos físicos y psíquicos, golpes, patadas, cachetadas, durante un tiempo bastante prolongado», por lo que la justicia entiende que hubo en el hecho «una mayor preeminencia como agresor de Gómez», que fue lo que desencadenó la muerte de Urréjola.